Obama aleja fantasma de huracán Katrina al no subestimar a Irene

<P>El Presidente no escatimó en medidas, pese a las críticas.</P>




De la histeria al alivio. En tres días, el noreste de Estados Unidos vivió momentos de gran tensión por el paso del huracán Irene, que finalmente devino en tormenta tropical. Así y todo, dejó al menos 38 muertos en 11 estados, además de considerables daños. "Esto no ha terminado", dijo Barack Obama, quien no ha escatimado en utilizar un lenguaje dramático para advertir sobre la amenaza de Irene.

"¡Váyanse de la playa, maldita sea! ¡Ya mejoraron su bronceado! ¡Váyanse de la playa!", fue la advertencia del gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie. Para algunos, las autoridades exageraron, mientras que otros piensan todo lo contrario. Incluso, la reacción frente al huracán podría haber beneficiado políticamente al presidente, al menos en el corto plazo.

El fantasma de Katrina. Eso era lo que rondaba en la Casa Blanca y en las oficinas del gobernador Christie: que no se repitiera la desastrosa reacción de las autoridades cuando el huracán Katrina devastó Nueva Orleans en 2005, dejando más de 1.800 muertos. "Todo apunta a que (Irene) será un huracán histórico", dijo Obama el viernes. "¡No salgan a las calles! ¡Esto no es una broma! ¡Sus vidas podrían estar en peligro!", señaló en su momento el alcalde neoyorquino, Michael Bloomberg.

Las medidas por Irene obligaron a un millón de personas a salir de Nueva Jersey y 370 mil neoyorquinos fueron evacuados "a la fuerza". Pese a que para algunos ciudadanos los políticos fueron demasiado lejos, la reacción de Obama permitió que se alejara el fantasma de Katrina. "Es mejor ser precavido a temerario. Las medidas innecesarias son mucho mejor a las muertes innecesarias", dijo a La Tercera el analista político estadounidense John Pitney. "Aprendimos la lección de Katrina", afirmó el jefe de la Oficina Federal para Emergencias (Fema), Craig Fugate, justo cuando ayer se cumplen seis años desde que ese huracán inundó Nueva Orleans.

De hecho, el propio Obama, quien tiene la mente puesta en su reelección en 2012, recordó ayer a Katrina, al afirmar que nadie olvidará "los trágicos eventos ocurrridos durante esos días". Por ello, su buena performance frente a Irene podría generar un aumento de su popularidad, actualmente en 39%.

Hasta The Economist defendió la tesis de que es mejor sobrerreaccionar en esos casos, y más aún en eventos tan poco comunes como un huracán en la costa noreste del país. Si bien el semanario británico se pregunta si los medios estadounidenses podrían haber exagerado, también da cuenta de que los huracanes son algo "muy serio, capaces de tener serias consecuencias políticas", como en el caso de George W. Bush con Katrina. En su momento se pensaba que Irene podría azotar la ciudad de Nueva York, aunque finalmente golpeó a los suburbios. También se estimaba que afectaría a todo el eje que une Washington con Boston, pero el huracán disminuyó su fuerza al tocar tierra en dos ocasiones, en Carolina del Norte y Nueva Jersey. Su paso también dejó a cinco millones de personas sin electricidad y 10 mil vuelos suspendidos. Se estima que los daños podrían llegar a US$ 10 mil millones.

"Los efectos se sienten aún en buena parte del país", insistió Obama, mientras que la precandidata presidencial republicana, Michele Bachmann, atribuyó el huracán a un mensaje de Dios para que Washington D.C. cambie de política.

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