Película recrea la controversia tras el hallazgo de las cuevas de Altamira
<P> El arte rupestre de las cuevas permitió atribuirle capacidad creadora al hombre prehistórico. </P>
La humanidad puede contemplar hoy los bisontes, caballos, jabalíes, ciervos y otros dibujos en las paredes de las cuevas de Altamira, en España, gracias Marcelino Sanz de Sautuola, quien las descubrió junto a su hija en 1879.
Pese al hallazgo, calificado hoy como Patrimonio de la Humanidad, el nombre del explorador sigue siendo desconocido en España. "¿Quién conoce a Marcelino Sanz de Sautuola? Si lo que hizo se hubiese producido en cualquier otro país del mundo, estaría en los libros de texto y los niños lo estudiarían en la escuela", señaló el actor Antonio Banderas en una entrevista con la cadena RTVE.
Banderas interpretará el papel de Marcelino en Altamira, película dirigida por Hugh Hudson (Carros de fuego) que se entrenará el 1 abril y en la que se recrean los conflictos que tuvo que enfrentar este explorador con la iglesia Católica y con otros científicos. tras el hallazgo de la cueva que contiene pinturas que datan de tiempos del paleolítico, hace unos 35 mil años.
La iglesia lo veía como un ataque porque, según las interpretaciones que se hacían de la Biblia en ese momento, el mundo se había creado recién 5 mil años antes de Cristo. En tanto, los científicos lo acusaban de fraude.
"La historia del descubrimiento es un episodio destacado en la historia de la ciencia ya que, por primera vez, se atribuyó al hombre de la prehistoria una capacidad simbólica y creadora que hasta entonces se le había negado. Este fue el gran mérito de su descubridor, Marcelino Sanz de Sautuola, y por ello sufrió el descrédito personal. Además, el hallazgo de las pinturas de Altamira cayó en el olvido durante más de 20 años", explica a La Tercera Carmen de las Heras, del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira.
El hallazgo ocurre en el último tercio del siglo XIX, en pleno auge de las teorías evolucionistas de Darwin, y en el contexto de un conflicto entre la razón y fe que incluso golpea a la familia del explorador. La esposa de Sautuola dice en unos pasajes de la película que si son tan antiguas, las pinturas tendrían que ser anteriores a Adán y Eva y le reprocha su intento por reescribir la historia.
"Sautuola se acercó a las pinturas con la misma curiosidad que un botánico descubre una nueva especie de planta, las estudió, desgranó todas las posibilidades y al final dedujo que habían sido realizadas en la prehistoria. A partir de este momento puede decirse que comenzaron sus desgracias. Pero fue un hombre valiente capaz de defender sus principios a toda costa. En este sentido, la película define perfectamente el carácter de Sautuola y su lucha frente a la incomprensión general", agrega la experta del museo.
Este naturalista murió en 1888 sin recibir reconocimientos. Recién en 1902, uno de sus críticos, el arqueólogo Émile Cartailhac, hizo un mea culpa y admitió la veracidad del descubrimiento.
Peligro latente
En su entrevista Antonio Banderas confesó que no quiso entrar a la cueva para prepararse para la película. "Entiendo que hay mucha gente que quiere entrar y es imposible por el daño que supone la propia respiración humana a la cueva. Me hubiera gustado pero decidí no entrar porque sabía que levantaría una tormenta de opiniones en contra", dijo el actor. Sus temores tienen asidero. A comienzos de marzo el diario El País informó que el agua y los microorganismos están deteriorando las pinturas.
"Los visitantes provocan que aumenten las partículas en suspensión y que se produzca condensación en el techo que puede provocar la corrosión del sustrato", explicó a este medio Sergio Sánchez-Moral, geólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
El flujo de público ha sido un problema histórico. Hoy solo pueden ingresar cinco personas a la semana, mientras que el resto de los visitantes puede acceder a una replica conocida como Neocueva, inaugurada en 2001, y que fue utilizada para rodar la película.
De las Heras señala que en la década del 70 los visitantes eran 174 mil al año, lo que provocó graves alteraciones en el microclima. Por esta razón, en 1977 se cerró la cueva al público para realizar estudios. Se reabrió en 1982, con un régimen de visitas más restrictivo pero, aun así, se permitía el acceso de unas 11.500 personas al año, cifra que obligó a clausurar el lugar otra vez en 2002.
"Tras varios años de cierre, volvió a abrirse en 2015 para cinco personas a la semana que acceden por sorteo entre todos los visitantes que ese día estén en el museo y lo hayan solicitado. Por este sistema, el pasado año, entraron en la cueva un total de 301 personas", cuenta de Las Heras.
Sobre las medidas de protección, el subdirector general de Museos Estatales de España, Miguel González Suela, explica a La Tercera que la cueva cuenta hoy con un plan que lleva a cabo un equipo multidisciplinario. "Los estudios realizados garantizan un conocimiento de la cueva y sus fenómenos naturales como nunca se había tenido. El plan goza de una flexibilidad dirigida a adaptar protocolos y actuaciones a todo el nuevo conocimiento científico, lo que ayudará a la supervivencia de este Patrimonio de la Humanidad", señala González.
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