Primavera en Vilches

<P>A cuatro horas y media de Santiago, en la precordillera del Maule, están la localidad de Vilches y la Reserva Nacional Altos del Lircay, conectadas con el famoso Parque Radal Siete Tazas. Este es el mejor momento para visitar una zona que en el verano se llena de turistas y aprovechar los días soleados, caminar con raquetas de nieve por bosques de lengas y ñirres y probar la cerveza con harina de nuez.</P>




CASI NO hay gente en Altos de Lircay. El sonido de las pisadas con las raquetas golpeando la nieve se escucha fuerte pero es sólo eso. El resto, silencio, un aire helado y el sol que ya pega con ganas en el rostro. Algunos árboles aún tienen tono otoñal y hay hojas en el suelo, pero otros ya están verdes y dan la bienvenida a la primavera.

A ratos, cuesta creer que este lugar esté cerca de Santiago. Bosque, campo, gente amable y relajada, oferta de comida suficiente para subir un par de kilos y un ritmo de vida que hace que den ganas de quedarse un rato largo. "Si pescamos un auto y nos vamos bien lejos, cuántos kilómetros deben bastar para amar en el campo", dice una canción de Teleradio Donoso. La respuesta en este caso: 291 kilómetros.

Vilches, que es parte de la comuna de San Clemente, es en realidad un camino de tierra con muchas casas que tienen de esas adorables estufas a leña que ahora son perseguidas en las grandes ciudades. Hay varios campings que en verano se repletan y donde la gente puede bañarse en el río Lircay pero también existen cabañas que ofrecen camas blanditas, tinajas de madera con aguas calientes al aire libre, masajes y hasta piscina temperada. Es el caso del Complejo Turístico El Roble (Km 54, Vilches Centro) que es administrado por Luis Moreno, presidente de la Cámara de Turismo de Vilches, junto a su pareja, Marianza Schuffeneger.

Hasta hace sólo unos años Luis trabajaba de abogado en Santiago. Ahora es uno de los más activos en la asociación que agrupa a los empresarios turísticos de la zona. La tentación de venirse a Vilches a administrar las cabañas de sus padres fue más fuerte. Un día simplemente se aburrió de venir sólo en los veranos y renunció. A las ganas de bajar la intensidad y su cariño por el lugar se sumó algo muy sencillo: acá lo pasa mejor.

Al parecer, aquí todos lo pasan mejor. Hasta los niños que van arriba de una micro muy vieja camino a la escuela parecen más felices que los escolares santiaguinos.

Probablemente hay cierta idealización pero también hay indicios concretos de que en Vilches se puede estar muy bien. En la cervecería artesanal Volcán Descabezado, María Muñoz cuenta que ella también dejó su trabajo, de enfermera, en Santiago para venirse a Vilches. Tenía que encontrar un negocio que la ayudara a subsistir y, de la mano de su hija aprendió a hacer cervezas. "El secreto es el agua, que es de vertiente", explica. Ya cumplieron cinco años produciendo sus cervezas, a las que les agregan miel, boldo, menta, poleo, salvia y melisa, entre otros ingredientes que les dan un sabor único. Mientras tanto, en el Camping Los Nogales José Burgos y Clara Astaburuaga tienen tantas nueces que es para volverse loco. Lo mejor es la harina de nuez, que queda excelente mezclada con la cerveza Porter Ale de María, con un sabor muy distinto al de la típica cerveza con harina tostada.

Cerca de la iglesia de San Luis de Gonzaga (1860), vive Wilibaldo Leiva -don Wallo- que es uno de los quince artesanos que aún hacen el llamado "helado de nieve", que San Clemente está postulando para que sea declarado "Tesoro Humano Vivo". La verdad es que son bastante especiales: su preparación empieza a fines de junio, cuando las familias entierran la nieve caída en unos hoyos, a casi dos metros de profundidad y sólo se venden una vez al año, el 1 de noviembre, en el cementerio de Vilches, que está lleno de coronas de papel volantín. Antes de esa fecha, se saca el hielo y se pone en una cuba de madera de roble reforzada con huinchas de lata. Ahí también se coloca un balde de aluminio con los ingredientes, y a medida que el artesano hace girar el bote de la nieve por cerca de dos horas, la sal cristaliza el agua y van formando el helado, que está hecho de agua, plátano picado, azúcar y tiene una textura medio cremosa y sabor suave. El plato se sirve cubierto de harina tostada y algunos le echan vino tinto.

Después de comer y beber, cosa que la gente del campo sabe hacer bien, se puede hacer una caminata por el sector o una cabalgata hasta el río Lircay, como las que hace José López. Los recorridos pueden ser por el día o más largos hacia la cordillera.

Aunque las Siete Tazas son un atractivo turístico imperdible, al ver las fotos que tiene Fernando Porras, guardaparques de la Reserva Nacional Altos del Lircay, queda claro que esta le compite. Fernando confiesa que su gran sueño es que el área sea declarada parque. "Los turistas extranjeros sólo buscan los parques. Nos serviría para tener más exposición", dice. Tiene razón, y quienes aún no lo conocen, sin duda tienen una deuda pendiente, más aun considerando su cercanía con Talca y Santiago.

Además de la tradición ufológica (en Vilches se creó la primera ruta ufológica del país y no hay vilchano que no tenga una historia relacionada con ovnis), la naturaleza del lugar es igual o más deslumbrante que cualquier platillo volador. Hay bosques de lengas, ñirres, cipreses de la cordillera y laureles, solo por mencionar las especies más destacadas. La fauna también es diversa: con un poco de paciencia se pueden ver loros tricahue, carpinteros negros (como los que también se ven en Torres del Paine), cóndores, gato colocolo y el zorro culpeo.

En esta época todavía hay zonas que tienen nieve y es una gran oportunidad para hacer una caminata con raquetas. Para esto, se puede pedir la asistencia de la guía certificada y experta Bárbara Meneses, que sólo de empezar a caminar se emociona y cuenta que para recorrer toda la reserva y sus circuitos se necesita más de una semana. A la distancia se ven el volcán Descabezado y los cerros El Peine (2.448 metros) y Divisadero (2.225 metros).

Los lugares con mayor belleza natural son la laguna El Alto (cuatro kilómetros de recorrido), El Enladrillado (10 kilómetros, famoso porque ahí se hacen las observaciones de ovnis), y el Valle del Venado (18 kilómetros, un recorrido para tres o cinco días), todos aún con un metro de nieve.

También hay senderos que se pueden hacer sin guía, como el Aliwen Mahuida, de sólo 900 metros, y por el que se llega al mirador Antahuara, desde donde se ve el sector del cerro El Morrillo. La vista es impresionante y deja en evidencia cómo esta región transita desde un clima más seco, de la zona centro, a uno más húmedo asociado a la zona sur. Este microclima templado le regala al visitante una naturaleza de postal. Para volver muchas veces más.

Complejo Turístico El Roble: Teléfono: 71-2242148. www.turismoelroble.cl.

Helados de nieve: don Wallo, celular (9) 99785261. Vilches Centro.

Cervecería artesanal Volcán Descabezado: María Muñoz. Celular (9)78106050.

Guía de cabalgata: José López. Celular (9) 78159865.

Guía de trekking: Bárbara Meneses. Celular: (9) 9259 9639. Email: barbara.meneses@gmail.com.

Más información: www.camaraturismovilches.cl

Un extra: si quiere programar una visita a Vilches, sepa que el 12 de octubre San Clemente celebra su aniversario con un famoso "18 chico" (en caso de que se haya quedado corto de celebraciones estas últimas semanas).

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