Publican nuevos ensayos de la premio Nacional Carla Cordua
<P><I>Pasar la raya</I> reúne ocho textos sobre autores que exploran los límites de la escritura y dos estudios dedicados a Kafka. </P>
"Estoy separado de todas las cosas por un espacio vacío a cuyo límite ni siquiera trato
de acercarme", apuntó Kafka en su diario, que Carla Cordua ha estudiado y traducido en los últimos años. Su obra le ha entregado gran parte del material para el grueso de Pasar la raya, esta nueva publicación, la primera tras recibir el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2011.
Se trata justamente de explorar cómo Kafka, además de otros autores igualmente complejos y célebres, han hecho de ese límite temido y deseado, tan evidente como innombrable, el objeto de su escritura y sus obsesiones.
Así, la literatura es vista como un arte del exceso, que debe cultivarse con extrema delicadeza y mesura para que pasarse de la raya signifique conocer el abismo y no ser tragado por él. Si la vida no deja otra opción que sucumbir al impulso transgresor, el escritor es el que es capaz de darle otra forma.
Tal como Cordua ha leído a Kafka con dedicación, estos ensayos muestran esas cualidades implicadas en la rigurosa capacidad de leer y encontrar puntos clave de comprensión en textos disímiles como El Quijote, de Cervantes, y Moby Dick de Melville. También en la poesía de Pessoa, los ensayos de Canetti, escritos de Borges y de Valéry, además del teatro de Beckett. "Un cierto desasosiego moderno o una porfía irritada por la estrechez puso probablemente en marcha a los escritores aquí considerados", aclara Cordua en el prólogo, "y los condujo a resultados y conclusiones bien diferentes entre sí. Tan diferentes, como ya eran ellos mismos al partir, y como eran también sus fines y la genialidad que podían poner al servicio de la aventura de ejercerse más allá de las fronteras y las rutinas conocidas por ellos".
Como lo indica, ella analiza desde una amable y comprensiva sorpresa, y anima al lector a leer con la misma capacidad de asombro, con la renovada curiosidad que infunde una obra literaria. Pues la gracia de estos autores es que han sido analizados mil veces, pero eso no los agota; la gracia es hacer parecer que son analizados por primera vez. La autora intenta despejar un misterio, como es el afán de la filosofía, pero dejando que el azar de lo establecido guíe el análisis.
De este modo, comprendemos el fracaso de Valéry al tratar de crear un personaje intelectual (Monsieur Teste), lo mismo Melville con la mística marina y Cervantes con su viejo héroe ante los males de un mundo incomprensible. Unas páginas después, leemos por qué escribir cuentos sobre animales es para Kafka una forma imaginativa de darse compañía. Y entendemos con total cabalidad los impulsos suicidas de Kafka junto a los de dos contemporáneos: el italiano Césare Pavese y el peruano José María Arguedas, a partir de la escritura de sus diarios.
Luego podemos leer a Pessoa en la exageración de su extrañeza de vivir, a Canetti según su obsesión por la muerte, a Borges como un ficcionador controlado y a Beckett como un decidido demoledor de la tradición. La cuestión inicial, vieja como el mundo y el lenguaje, sigue resonando, otra vez en palabras de Kafka: "Dulce serpiente, por qué te mantienes tan lejos, acércate, un poco más, basta, no más, quédate ahí. Ay, para ti no hay límites. Cómo podría llegar a dominarte, si no reconoces límites".
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