Rescatan La Serpiente del Paraíso, la crónica de Miguel Serrano de su viaje por India

<P> Publicado en 1963, el libro es el relato de un "peregrinaje místico" de Serrano buscando maestros. </P>




Miguel Serrano se pasea por el centro de Delhi. Mezquitas, comerciantes, mendigos, brahmanes, vacas, elefantes, olvidados tesoros persas y mongoles, procesiones religiosas, todos los aromas posibles, multitudes transhumantes. Entra a la tienda de un anticuario, adentro se oyen mantras y se quema incienso en culto a Ganesha. Se sienta con las piernas cruzadas y sobre una sábana blanca, entre dagas y esmeraldas, lo ve: es el anillo de su abuelo. Perdido por su padre, desapareció para siempre en Chile, décadas atrás. Y aunque el de su abuelo era de oro amarillo en lugar de blanco y llevaba sus iniciales, M.S., en vez de la "sagrada sílaba sánscrita OM", Serrano no lo duda: es el mismo zafiro. "También los anillos se reencarnan, también ellos ascienden en la escala de la evolución".

Serrano lo entiende como una señal. Todo puede serlo para el escritor chileno que tras quemar toda su obra literaria en 1945, se lanzó a buscar una verdad esotérica. Corre 1963 y está en la India empezando una carrera como diplomático, pero sobre todo está en camino a encontrar una respuesta: siendo joven, en Chile, perteneció a un grupo espiritual que, según su maestro, tenía su inspiración en una orden que habitaba en una cueva del Monte Kailás, sagrado para budistas e hinduistas y parte de los Himalaya. Allá va.

La crónica de ese "viaje místico" está en La serpiente del paraíso, libro que Serrano publicó originalmente en 1963, con Nascimento. Medio siglo después, es reeditado por EB Libros. El volumen cierra una de las trilogías más atípicas de la narrativa chilena: este viaje al interior que hizo en el Oriente, empezó con Ni por mar ni por tierra (1950), un retrato místico de Chile, para seguir con Quién llama en los hielos (1957), la crónica de su viaje al Antártica buscando al "elegido".

Parte de la generación literaria del 38, en donde junto a Braulio Arenas y Juan Emar luchó contra el criollismo, Serrano fue sobre todo el símbolo del nazismo chileno. Fue despedido al morir, en 2009, entre proclamas nazis: "¡Heil Hitler! ¡Heil Miguel Serrano! ¡Viva Chile!". Odiado mil veces, también fue un gurú que creía en La Ciudad de los Césares y que vio el universo desde perspectiva mitológica, cruzando tradiciones germánicas, indias y chilenas. El más controvertido de todos esos ingredientes fue el hitlerismo esotérico.

Amigo de Carl Gustav Jung y Herman Hesse, con quienes formó el llamado Círculo Hermético, Serrano también tuvo amistad con la líder política india Indira Gandhi (en la foto) En La serpiente del paraíso, el escritor define así su naturaleza: "Llevo sangre y espíritu de guerreros. Me obsesiona la aventura. Cayéndome y levantando seguiré, seguiré adelante, hasta que ya no pueda más".

Otra dimensión

Ciudades, valles, ríos sagrados, altas cumbres, templos y "ashrams" de India, fueron visitados por Serrano en su búsqueda. Su destino es muy preciso, el Monte Kailás, pero ya antes de llegar, avanza por el Mediterráneo con una sospecha: "Allá, en la India, posiblemente exista una antigua sabiduría que sólo necesita ser traducida a nuestro idioma para enriquecernos", escribe en La serpiente del paraíso.

A pesar de su evidente contenido espiritual, el libro también funciona como la crónica de un viajero que se deslumbra con un mundo nuevo. Más cómodo en el caos de la Vieja que la Nueva Delhi, Serrano pasa páginas y páginas escribiendo sobre el color y el aroma de las calles "alucinantes". Se pierde entre las multitudes, se deja llevar por las procesiones religiosas envueltas en incienso: "Muchas veces me he encontrado en medio de estas procesiones que avanzan en la noche fabulosa, chorreante de estrellas, de sudor y olores. Y he marchado con ellas sin saber ya quién soy, adónde voy ni si podré regresar jamás a mi patria", anota.

Serrano se mueve. Prueba el opio con un europeo en Delhi; navega por el Lago Dal en una casa bote; se aloja frente al Taj Majal en una carpa, donde padece de malaria; llega caminando exhausto al templo de Konarak y en Cachemira visita la tumba de un profeta de leyenda: ahí, dicen, podría estar enterrado Jesús. En Rishikesh, en las puertas del Himalaya, Serrano conoce e "ashram" -o monasterio- de Swami Sivananda, quien le dice lo que no quiere oír: en el Monte Kailás, donde su maestro chileno ubicó a sus guías, no habita nadie. Allá donde él va no hay nadie esperándolo.

Pero Serrano sigue su viaje, conociendo a otros Swami -gurúes-, sumergiéndose en las historias y creencias que dan forma al hinduismo. Medita en decenas de casas. Dice llegar incluso a sostener una lucha contra el Abominable Hombre de las Nieves, en el Valle de los Dioses del Himalaya, para conseguir una llave. Como dice el hijo del escritor, José Miguel, en el prólogo del libro, su padre buscaba una "entrada que le permitiera acceder a esa otra dimensión, donde él creía que habitaban los gigantes y los héroes de antaño".

De India a Chile y de regreso a la India, La serpiente del paraíso avanza paulatinamente hacia terrenos místicos. Serrano, al inicio histórico y naturalista, cierra su libro en el misterio. Nunca deja de ser la crónica de un viaje. Aunque no lo quiera: "Ya el hecho de escribir libros es una violación a las reglas del caminar. Los viajeros antiguos y silenciosos tendrán que perdonarme. Escribo no sé por qué".

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