Residentes relatan cómo vivieron el terremoto en la torre de Irarrázaval

<P>Los residentes del edificio Emerald, ubicado en Irarrázaval 2931, aseguran que la madrugada del sábado fue una jornada de pánico e incertidumbre. En primera instancia no se dieron cuenta de los daños que sufrió la construcción, pero con el correr de las horas se percataron de sus graves daños.</P>




Roberto Leiva se acostó a las 2.30 en la madrugada del sábado. Había estado preparando sus maletas para viajar, con su esposa y su hijo de un año, a Foz Iguazu. A las seis de la mañana partirían de vacaciones rumbo a Brasil.

"De repente mi señora me despierta y me dice que está temblando. El movimiento se hizo fuerte, entonces me paré y sujeté a mi hijo como pude. Lo agarré de uno de sus brazos e intentamos caminar, pero no pudimos. Así que tuvimos que quedarnos en la puerta de la pieza. El departamento se movía de una forma increíble". Así pasó el terremoto la familia Leiva Ñúñez, propietaria de uno de los departamentos del edificio Emerald, ubicado en Irarrázaval 2931.

El matrimonio es parte de las 300 personas que se encuentran viviendo en uno de los tres apart hotel dispuestos por la inmobiliaria Paz Corp. Ello, luego de que la construcción fuera desalojada por los graves daños que sufrieron sus pilares, lo que provocó que el edificio se inclinara seis grados.

"El edificio se movía mucho, empezamos a escuchar el grito de pánico de la gente. Más encima no podíamos salir, porque las maletas, que estaban en la puerta, impedían el paso para poder escapar. Ya cuando terminó el terremoto empezamos a sentir el crujido en las paredes del edificio", recordó Leiva.

Michell Concha vivía junto a su madre en el piso 12. En octubre habían llegado al Emerald con las esperanzas de que el departamento fuera su hogar por muchos años. Sin embargo, el sismo cambió sus proyectos. "Comenzó a moverse muy fuerte, incluso no se podía caminar bien. El movimiento me movía de pared a pared", sostuvo Concha, aún impactado por el fuerte movimiento.

Temor de derrumbe

Juan Jiménez es venezolano. Hace un año se trasladó a Chile, junto a su esposa e hijo, en busca de mejores condiciones de trabajo.

Durante todo este período habían vivido en el departamento 805 del edificio de Irarrázaval con Exequiel Fernández. El ciudadano extranjero se despertó cinco minutos antes del terremoto por el llanto de su hijo. Jiménez contó que "no me pude mover de la cama, teníamos miedo de golpearnos y quedar inconscientes (...). Nos quedamos encerrados en la habitación y nos costó mucho abrir la puerta".

Para Patricio Alvarez, la intensidad del movimiento telúrico hizo pensar a mucha gente que el edifico se iba a caer. Alvarez vive solo en el piso 15. "Pensé que la torre se caía, yo sentía que los pisos iban a caer como panqueque, uno encima de otro. Así que me agarré de mi virgencita y me despedí de mis padres y de mi hija". Una hora después se dio cuenta de la real magnitud del siniestro: "El edificio se veía bien por fuera, pero a alguien se le ocurrió bajar al subterráneo para ver los autos y ahí se vio realmente el daño de los pilares".

La misma situación pasó María Soledad Feito. Según asegura, no se le cayó nada al interior del departamento. Sin embargo cuando bajó a buscar su automóvil identificó los graves daños que había sufrido la construcción. "La verdad es que en ese minuto no asimilé lo que estaba pasando, pero después vi que quedó la escoba. Ahí me di cuenta de que era un desastre total. Era como si una bomba hubiera reventado todos los vidrios", comentó.

La totalidad de los propietarios de departamentos del edificio Emerald se encuentra a la espera de ser trasladada a otros inmuebles de la inmobiliaria y algunos de ellos, incluso, solicitaron la devolución de su dinero. Quienes opten por esta última alternativa, tienen hasta el 31 de marzo para realizar su petición.

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