Roberto Farías y su nueva cinta: "Me gusta actuar, pero dirigir me vuelve loco"
<P>El actor está dirigiendo su tercera película, <I>Perkin,</I> la que espera estrenar en septiembre.</P>
Hace dos semanas, Roberto Farías estaba en Berlín celebrando que El club, la película en que comparte elenco con Alfredo Castro, Jaime Vadell y Marcelo Alonso, entre otros, ganó el Oso de plata en la categoría Gran premio del jurado. Pero cuando habla de su nuevo proyecto, queda claro que el paso por la Berlinale con la cinta de Pablo Larraín -sobre un grupo de curas que no pueden ejercer el sacerdocio por distintas razones- no es lo más importante en su vida profesional en lo que va del 2015.
A los 45 años, no le hace asco a la televisión -el año pasado estuvo en Secretos en el jardín, Sudamerican Rockers y Los archivos del Cardenal-, ni menos al teatro: aparte de reponer Acceso en el Centro Mori Bellavista el 28 de marzo (también dirigido por Larraín), en mayo comienza a ensayar Sunset limited de Cormac McCarthy con Alvaro Viguera.
Pero es otra cosa la que Farías quiere hacer realmente. Y eso es escribir y dirigir sus propias historias para llevarlas al cine. Ya lo ha hecho con Déjame entrar (2011) y Bareta (2013), y prepara Perkin. "Estoy tratando de hacer el cine que quiero hacer, que puedo hacer, con mis amigos, una agrupación que se llama 'La reina de Conchalí'".
Sobre Perkin, cuenta que trata de unos juniors del centro de Santiago interpretados por Sebastián Layseca, Willy Benítez, Eduardo Sepúlveda y Aldo de la Barra (Muñeca, Bigote, Laucha y Pirulato, respectivamente). "Es una historia de este mundo olvidado, de esta gente olvidada, que es la que sostiene finalmente el sistema: a la que explotan, a la que le sacan el jugo, la que vota. La que sirve para todo, pero, aparentemente, es invisible. Es un día especial para ellos y lo viven así". Se niega a dar más datos, como cuál es el rol de Daniel Alcaíno, por ejemplo: "Ahí, cuento la película", explica. "Me gusta escribir y dirigir, si pudiera vivir de eso lo haría un buen rato. Me gusta actuar, pero esto me vuelve loco". Y por si queda alguna duda de su devoción, agrega: "Todavía no he terminado esta y ya estoy pensando en la otra".
Cine de guerrilla
No tiene interés en pedir fondos estatales, no tanto por un tema ideológico, sino por un asunto práctico; la velocidad en que se mueven esos aportes va a años luz de cómo trabaja Farías. Escribió el guión de Perkin en tres días y ya lleva ocho de los 10 días de rodaje, que quiere terminar este mes. No es una excepción, ya que los rodajes de Quiero entrar y Bareta duraron cinco y 10 días, respectivamente. "Como siempre, trabajo en locaciones reales, en la calle, no pido permiso. Trabajo en pocos días, pero es con amor, es bonito y el equipo se siente parte. Generalmente las películas son del director, él es el que brilla, el que pasea. Pero acá, es de todos, todos se sienten parte". Y agrega: "Es una fiesta, difícil de olvidar".
La idea de Perkin nació hace alrededor de un año, cuando estaba en San Antonio con Agustinas, donde solía estar la oficina de Dimacofi en la que trabajó entre los 21 y los 24 años haciendo encuadernaciones y sacando fotocopias. El mismo lugar donde hoy hay una óptica. Pidió bajar al subterráneo del local que no veía hace ya dos décadas, pero no tuvo suerte. "Voy saliendo y ¡tuc! ahí se me ocurrió la película", recuerda.
"Yo siempre trabajo desde la rabia, desde el dolor. No porque mis películas sean rabiosas, pero creo que es fundamental, para no olvidar", dice, y aclara que no es una cinta sombría: "Tiene mucho humor, siempre trabajo desde la entretención".
Sus anteriores películas no han contado con distribución a gran escala, pero espera conseguirlo esta vez. Y siente que la idea tras Perkin puede resonar en el público: "Toda la gente se va a identificar: de alguna manera, todos somos perkins de alguien. Es un sector ninguneado, aplastado y aquí los levanto, los visto de fiesta. Son las estrellas".
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