Salinger traicionado: libros que rompieron su privacidad
<P>Su hija Margaret Salinger y su ex novia Joyce Maynard filtraron su intimidad y lo retrataron como un tipo obsesivo y cruel. El escritor no pudo evitarlo, pero sí defendió su obra de cualquier intento por representarla. </P>
"Se acabó", le dijo él. Fue en un viaje a Daytona Beach, en Florida. Después de 10 meses, J.D. Salinger ponía fin a su relación con Joyce Maynard. Era 1973. Ella tenía 18 años; él, 52. "Regresa a casa, saca tus cosas antes que regrese. ¿Y sabes? Me arrepiento de haberme fijado en ti: ni siquiera sabes escribir".
Veinticinco años después, Joyce Maynard decidió vengarse: rompió el cerco de privacidad que el escritor ha guardado con tanto celo. Primero, vendió sus cartas y luego publicó Mi verdad, un libro de memorias donde ventila su relación y donde ofrece un retrato despiadado y a menudo caricaturesco del gran mito de la narrativa estadounidense.
Hasta entonces Salinger había impedido todo intento de filtrar su vida privada. A mediados de los 80 llevó a tribunales al biógrafo Ian Hamilton, ex editor de The Times Literary Supplement, por intentar una biografía. Salinger se opuso a colaborar con él, pero Hamilton entrevistó a conocidos, viejos amigos y encontró un conjunto de cartas inéditas en archivos universitarios. Así, escribió J. D. Salinger: A writing life. Pero antes de que saliera el libro, Salinger compró las cartas y demandó a Hamilton por violar su privacidad. Este último acabó publicando En busca de Salinger, la historia de su biografía frustrada.
Sin embargo, no pudo evitar el libro de Joyce Maynard, escritora cuyo mayor éxito es Todo por nada (llevada al cine con Nicole Kidman). Maynard ha hecho de su vida su mayor tema. Así partió, de hecho: en 1972 publicó un artículo autobiográfico en The New York Times, Una chica de 18 años contempla la vida. Era una estudiante de Yale, anoréxica y obsesionada con su virginidad. Salinger le escribió, celebrando su artículo y advirtiéndole de los riesgos de la fama. Ese fue el inicio de su relación: al poco tiempo, Joyce abandonó Yale y se instaló en el rancho del escritor. En sus memorias, Joyce se presenta como una víctima de Salinger, al que describe como un ogro maníaco y cruel, obsesionado con la homeopatía, las chicas jóvenes y la TV basura.
Maynard -lo subraya en su libro-* era dos años mayor que Margaret, la hija de Salinger. Ella es la autora del segundo libro que rompió la intimidad del escritor, El guardián de los sueños. Si Joyce Maynard escribió sus memorias para encontrarle "sentido" a esa breve y antigua relación, Margaret Salinger lo hizo -asegura- para "darle sentido" a su infancia. Desde luego, su retrato no es amable: "Mi padre era patológicamente centrado en sí mismo", afirma. "Era abusivo con mi madre, Claire Douglas, a la que mantenía como una eventual prisionera en su casa de Cornish, N. H., impidiéndole ver a amigos y familiares".
La hija no conoce pudores: cuenta los ritos de depuración de Salinger a base de orina y abstinencia sexual, su paso por la cientología y su incapacidad para amar. "No me extraña en absoluto que su mundo esté tan vacío de personas reales ni que sus personajes de ficción se suiciden tan a menudo".
Salinger no pudo impedirlo, pero sí defendió su obra y se negó a cualquier intento por representarla. Rechazó ofertas de Elia Kazan y Steven Spielberg para filmar El guardián entre el centeno, demandó al cineasta iraní Dariush Mehrjui por hacer una versión no autorizada de Franny y Zooey, y el año pasado detuvo la publicación de Sesenta años después, atravesando el centeno, secuela no autorizada de su obra maestra.
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