Santiago se levanta más temprano
<P>Hoy, los capitalinos funcionan a las seis de la mañana, tal como antes lo hacían a las ocho: a esa hora salen de sus casas para evitar los tacos, trotan, trabajan, van al gimnasio, aprovechan de hacer vida familiar. Se trata de un cambio tan concreto, que reordenó nuestras vidas y las pautas del comercio. </P>
SON las seis de la mañana de un lunes, en el gimnasio O2 Balance & Wellness Club del mall Los Trapenses, en La Dehesa. Aún está oscuro, pero lo que impera es la energía de las personas que rápidamente comienzan a llenar las trotadoras y las máquinas de pesas. No es que sean obsesivas. Es porque no les queda tiempo en el resto del día. Oscar Oyarce es uno de ellos. Ingeniero civil de 45 años, cuenta que antes entrenaba de 21 a 23 horas, pero las consecuencias eran nefastas: dormía mal y no alcanzaba a ver a sus hijas. "Ahora me levanto temprano. (Antes) estaba poco en la casa y mis hijas necesitan que coma con ellas".
A más de 25 kilómetros de ahí, Leonor Jañas aprovecha la alta afluencia de público matutino en su puesto de sandwichs y dulces, ubicado a un costado de la entrada del Metro Las Mercedes, en Puente Alto. A más tardar, llega a las 05.15, mucho antes de que se abran las puertas del Metro, para vender desayuno a la enorme cantidad de personas que pasa a esa hora. "Faltan manos para atender a tanta gente", dice Leonor, y eso pasa especialmente en la hora de más público, las 7.00. En el centro de Santiago son recién las 6.30 y el paradero de micros ubicado frente a La Moneda bulle de personas tratando de subirse al transporte público.
Aunque pudiera parecerlo, estos no son casos extremos, sino ejemplos cotidianos del reacomodo que ha venido haciendo una buena parte de los santiaguinos. Cansados de tener que lidiar con los tacos interminables -para los autos y para el Transantiago- de la hora peak o ansiosos de hacer alguna actividad de tiempo libre en el único horario que sus apretadas rutinas les deja disponible, cada vez más capitalinos le roban horas al sueño para comenzar su día cuando aún no sale el sol. Basta salir a la calle a las 6 de la mañana para darse cuenta de que, fruto de un cambio ya evidente y profundo, Santiago se ha convertido, en los últimos cinco años, en una ciudad que ha adoptado una jornada nueva, que comienza mucho antes de la estrictamente laboral.
El desayuno en la calle para evitar el taco
"Son las 7.20 y Pedro Fontova, en Huechuraba, completamente parada con un taco de la calle completa. Para salir nos tardamos 40 a 50 minutos, algo que en otro horario demora cinco. Esto no puede seguir", dice el extracto de una desesperada queja de un usuario de reclamos.cl, publicada el 16 de marzo. Obviamente, no es el único. Ya todos, de cierta forma, nos hemos acostumbrado al taco interminable de una ciudad asediada por los autos a cualquier hora del día, pero sobre todo en las mañanas. Varios elementos cruzan este fenómeno. Por una parte, el cuestionado funcionamiento de Transantiago, desde 2007, ha retrasado los tiempos de viaje, lo que obliga a sus usuarios a levantarse antes y, de paso, adelantar el atochamiento. Jorge Prado, conductor del alimentador C05, da cuenta de este cambio en el horario de congestión: "En los 90, la gente se despertaba más tarde. Antes, la hora peak era como desde las 7.30 en adelante. Hoy es desde las 6.30". En comunas como Puente Alto, el recorrido de colectivos hacia el centro comienza a agilizarse incluso desde las cinco de la mañana.
Otro factor es el crecimiento natural de la ciudad y con éste, el del número de autos. Según resultados del precenso del INE 2011, desde el 2002 aumentó en 24,8% el número de viviendas en la Región Metropolitana y, con estas, la cantidad de vehículos. Así, el cifra total de vehículos en la Región Metropolitana pasó de 930.507 en 2001 a 1.406.403 en 2010, según el INE. Alza que se nota inmediatamente en los estacionamientos. El guardia del Líder de Puente Nuevo -que abre a las siete de la mañana-, en Las Condes, cuenta que a las ocho el estacionamiento ya está lleno y que hace cerca de un año y medio nota que el alto flujo comienza más temprano. Lo mismo pasa en los estacionamientos de Presidente Riesco, cerca de Escuela Militar, cuyos cuidadores aseguran que actualmente están casi colapsados a las 7.30, mientras que hace poco más de dos años se llenaban recién a las nueve de la mañana.
Esta es precisamente una de las razones por las que los santiaguinos han comenzado su vida más temprano: intentar evitarse el estrés de la congestión vehicular saliendo antes de la casa y no arriesgarse a llegar tarde al trabajo. Cualquiera sabe que enfrentarse o no a un taco, depende de un par de minutos. Una ruta puede llevar media hora si salimos a las siete de la casa, y convertirse en 45 si salimos sólo 20 minutos después. Sobre todo ahora. Luis, colectivero desde 1995 en Escuela Militar, lo grafica: "En el 95 yo daba 28 vueltas en el día, ahora alcanzo a dar seis, siete vueltas. Antes me demoraba 20 minutos y ahora, una hora y media en el peak para subir por Apoquindo y Las Condes".
Por eso, muchos prefieren llegar antes de la hora señalada al trabajo con tal de no enfrentar las horas muertas del atochamiento. Y eso ha cambiado enormemente los hábitos matutinos, porque la llegada anticipada no implica comenzar a trabajar antes, sino dedicarle los minutos extra a otras actividades, como tomarse un café para planificar el día, aprovechar de ver las noticias -al 2009, cuando ya había comenzado este fenómeno, el encendido de televisores había aumentado en 56% entre las seis y ocho de la mañana- o pasar a comprar para tomar desayuno en la oficina.
En el centro de Santiago, por ejemplo, Bernardo Lorca, jefe del local Dominó, ubicado en Teatinos con Huérfanos, dice que en el último año ha comenzado a ver gente más temprano. De hecho, cuenta que la mayor afluencia del público consumidor de desayunos comienza a las 8.30, media hora antes de que comience la jornada laboral céntrica. La misma situación se da en el supermercado Los Alpes, a una cuadra de ese punto, donde dicen que este año, por disposiciones de la empresa, comenzaron a abrir a las siete en vez de a las ocho. "Al principio, pensamos que no iba a venir nadie", dice uno de sus vendedores, pero hoy calcula que las ventas han aumentado en un 20% por la gente que pasa a comprar para tomar desayuno en el trabajo.
Andrés Carranza, administrador del Tavelli de Apoquindo, también ha percibido un aumento de público, en este caso como resultado indirecto del funcionamiento matutino de los gimnasios: "Creo que abriendo temprano captamos a la gente que viene de los gimnasios cercanos y pasa a tomar desayuno antes de irse al trabajo".
El factor colegio también ha contribuido a sacar el desayuno de la casa. Los padres que pasan a dejar a los niños antes de las ocho, prefieren no perder el tiempo volviendo a la casa, y optan por tomar fuera de la casa un tranquilo café para preparar el día. Antes de las siete de la mañana, por ejemplo, esos mismos padres se pasean fuera del café El Vergel, ubicado en Pedro de Valdivia, esperando a que abra para sacar el notebook y actualizarse. En la cafetería Sana Tentación, en Vitacura, un mes antes de que finalizaran las clases el año pasado, hicieron el "experimento" de abrir a las 7.30 de la mañana. Ahí empezó a llegar el público, que, claro, varía dependiendo de la hora: entre la apertura y las ocho llega "gente de negocios a tomar desayuno antes del trabajo. A partir de las ocho y media llegan las mamás que van a dejar a sus hijos al colegio".
También el comercio informal se ha beneficiado. En La Florida, a una cuadra del metro Trinidad, el carro de comida rápida Janis ha visto crecer su clientela matutina. Marcelo, uno de los vendedores, dice que el mejor horario se da entre las 6.30 y las 7.00 de la mañana, cuando las personas pasan a tomar desayuno.
Ejercicio cuando está oscuro
Otro de los elementos clave ha sido el deporte. Y no es raro. Bombardeados por sus beneficios y el enorme impacto que pueden tener sobre la calidad de vida, muchos han comenzado a llenar los cursos en gimnasios y piscinas o a entrenar por su cuenta. Pero el obstáculo suele ser el tiempo, sobre todo para los de entre 25 y 50 años, que deben sumar familia y amigos a la jornada laboral. Por eso, ya a las seis, cuando todavía está oscuro y parece de noche, la plaza Pocuro, en Providencia, recibe a un buen número de trotadores que, por la costumbre de verse a diario, se saludan cuando se cruzan. Una de ellas, Jessica Garrido, dice que es el único horario en que puede ejercitarse de manera constante. "Lo intenté en la tarde, pero me resultó un día o dos y el trabajo ganó". Algo similar les pasa a Juan Pablo van de Wyngard (40 años, oficial de Ejército) y Juan Pablo Castro (37, ingeniero civil), que corren hace dos décadas, pero que sólo hace tres años decidieron optar por este horario. El primero dice que "mi familia nunca me ha puesto condiciones para mi entrenamiento, pero trato de ubicarlo a alguna hora en que no influya con ella. Lo principal es amoldar mis horarios para estar con ellos".
Afuera del Spa Club Providencia se da una situación que grafica en toda su magnitud esta necesidad: son las seis de la mañana y por lo menos tres personas, al interior de sus autos, programan las alarmas de sus celulares para despertar a las seis y media, el horario de apertura de la piscina. Luego reclinan el asiento, se acomodan la capucha del polerón y aprovechan esos minutos para dormitar. A las 6.15 ya hay cerca de 15 personas esperando, impacientes, en el hall. Claramente, la gimnasia a.m. es un negocio redondo. Para tratar de aprovechar esta demanda, los centros deportivos ya han reaccionado. Este lunes, por ejemplo, el de El Aguilucho, en Providencia, cambiará su horario y comenzará sus actividades a las siete y no a las ocho, como habitualmente lo hacía. La razón la entrega su coordinador de servicios deportivos, Rogelio Catrileo, quien dice que hace algún tiempo los clientes empezaron a preguntar si podían abrir más temprano. Se trataba de personas entre 27 y 60 años que no querían llegar tarde a la oficina por culpa del entrenamiento matutino. Tan fuertes fueron estas peticiones, que Catrileo cree que en los primeros tres meses contarán con 150 socios más que aprovecharán este horario para hacer fitness, nado libre y spinning.
Pero en este fenómeno de amanecer más temprano, el cambio de roles también ha tenido un efecto fuerte. La llegada de la mujer al trabajo y la mayor participación de los hombres en la casa y en la educación de los hijos, los tiene a ambos más ocupados, porque levantarse más temprano no significa, por defecto, acostarse más temprano. De hecho, según el estudio Uso del Tiempo, de Cimagrup, en 2005, sólo el 14,3% de los chilenos reconoció irse a dormir entre las 22 y las 22.15 horas. "Cada día tenemos más roles como seres humanos individuales. Tengo familia, pero también tengo hobbies, tengo varios grupos de referencia, uno del trabajo, otro del gimnasio y más. Hay una enorme diversificación y el gran salto lo ha dado la mujer con el ingreso al trabajo", explica el sociólogo y experto en uso del tiempo Carlos Catalán.
Por supuesto, Santiago está lejos de ser una isla en este sentido. En EE.UU., por ejemplo, los especialistas comenzaron a detallar este fenómeno hace varios años, cuando en 1997 los expertos John P. Robinson y Geoffrey Godbey plantearon en su libro Tiempo para la vida: las sorprendentes formas en que los americanos usan su tiempo, la "profundización del tiempo", es decir, la capacidad de hacer más cosas dentro del mismo horario, como respuesta a la "hambruna del tiempo", o sea, su escasez.
Y hace no mucho, en 2008, un estudio de la Future Foundation en el mismo país, anotó que el alargue de la jornada diaria no es debido al aumento de las horas laborales, sino de actividades de tiempo libre, cuyo número había pasado de 11 a 20 en el último cuarto de siglo, a pesar de que el tiempo libre sólo se había incrementado en 20 minutos diarios. El informe detalla que "pasamos de ser una sociedad de 24 horas, a una sociedad que podríamos llamar de 25 horas, donde se hacen más cosas en la misma cantidad de tiempo".
El momento para reunirse
Hace 30 años, los padres llegaban a almorzar a la casa. Los trabajos quedaban cerca y una buena parte del comercio aún conservaba la costumbre de bajar las cortinas a esa hora. Hoy resulta imposible contar con ese espacio de vida familiar y, de a poco, también se han ido acabando otros, como el de la noche, al terminar la jornada laboral. Valentina Ruiz vive en Santiago Centro y trabaja como vendedora en Las Condes. Durante mucho tiempo, se levantaba a la hora justa para llegar a la hora al trabajo, pero luego se dio cuenta de que ya no veía nunca a su marido, que se desempeña como mecánico y que llegaba a la casa cuando ella ya estaba durmiendo. Hoy se despierta a las 5.20 y toman desayuno juntos entre las 5.30 y las 6.15, lo que ha cambiado significativamente su vida de pareja: ahora tienen tiempo para contarse qué han hecho durante el día.
Lo mismo le pasa a Daniel Steinmetz, abogado de 45 años, que para cotidianamente en el Starbucks de Isidora Goyenechea, donde aprovecha de revisar su correo y adelantar trabajo en el computador. Hace cuatro años que sigue la misma rutina y le ha agregado un ingrediente: cada dos semanas se pone de acuerdo para tomar un café con amigos y conocidos de su edad, conversar de la vida extra oficina y, simplemente, disfrutar el tiempo libre.
Pero hay más actividades que se realizan en las mañanas. Francisca Sotoluque, una secretaria que vive en La Dehesa, se reúne frecuentemente con su amiga María Eugenia Duarte a tomar un café en Starbucks, pero esa no es su primera actividad del día. "Tiempo atrás salía a las ocho para llegar aquí a las nueve, pero el taco me desagradó tanto, que decidí salir de mi casa a las siete. En vez de estar una hora en el taco, prefiero ganarla haciendo cosas para mí. Por ejemplo, voy a misa. A las 7.30 voy a la Parroquia de Nuestra Señora de los Angeles, en El Golf. Me llama la atención que la misa es como en los domingos, está llena". Así lo corrobora su sacerdote, el padre Edgardo Muñoz, quien dice que en el verano, las misas se daban de martes a viernes a las 11 de la mañana, pero que desde marzo comenzaron a hacerlas a las 7.30, 9.00 y 11.00. Increíblemente, la de las 7.30 es la que más se llena y la que tiene la audiencia más diversa: jóvenes, ejecutivos, nanas y empresarios se juntan a esa hora y luego parten a cumplir con sus respectivas obligaciones.
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