Somos formales, no pesados

<P>Ni prendidos ni fiesteros. En los ojos de los vecinos de la región nos vemos introvertidos, apegados a las normas y… fomes. Y no nos molesta serlo: nos gusta la imagen de que respetamos las reglas. ¿Con qué palabra nos asocian? Por el vino. Obvio.</P>




IMAGÍNESE una fiesta con personas de todo el continente. Seguramente usted tiene claro cómo se desenvolvería un chileno en medio de esa fauna multicultural. Pues bien, ahora se va a enterar cómo lo vería el resto de los participantes. Créalo o no, el chileno sería el invitado más interesante por enigmático y misterioso. ¿Con quién conversaría? Elegiría al brasileño, pero para hablar de negocios. Nada de playas ni carnaval en la conversación. Y ojo: también quedaría como el más fome, porque sería el primero en irse para la casa por su responsabilidad.

A estas conclusiones llegó el estudio La imagen de Chile en algunos mercados, de la Fundación Imagen de Chile, al realizar este simulacro de fiesta entre diversos países de la región. Esto, sobre la base de varias encuestas que realiza el organismo desde 2009 entre los diferentes países de la región, además de Estados Unidos, México y España. "Es muy cierto. Sale mucho en las entrevistas que nos ven como personas apagadas, introvertidas y fomes, en buen chileno", sentencia Pablo Torche, sicólogo que realizó varios estudios sobre la percepción de los chilenos en Imagen de Chile. Y ese retrato que tienen de nosotros contrasta con lo que irradian los otros países latinoamericanos: alegres, extravertidos, espontáneos y hasta coquetos (eso va para las mujeres, en todo caso). "Por eso, el estadounidense nos ve como un país tan poco latinoamericano cuando viene", complementa Torche.

Es la misma impresión que tiene David Oyarzún (30), nicaragüense que lleva cinco años viviendo en el país. "Que Chile esté metido en un proceso de desarrollo hace que los chilenos estén disfrutando menos la vida. La competitividad es demasiado alta, hay que seguir trabajando y estudiando. En Nicaragua yo era más relajado, acá estoy encasillado en el logro y la competencia. Eso me deja casi sin fuerzas para disfrutar".

¿Nos molesta esta imagen de fomes y apegados a las normas? Para nada. Los estudios muestran que casi estamos orgullosos de ser así. Nos gusta esta sensación de formalidad y de que las reglas funcionan. "Que no somos tan despelotados como los otros países de la región", dice el sicólogo. ¿Por qué? Porque somos una cultura muy temerosa de la diferencia, nos gusta seguir la corriente de lo que todo el mundo hace y nos importa demasiado qué dirá el resto de nosotros. Esto ayuda al proceso de homogenización que apuntan los sociólogos: todos salimos de vacaciones en febrero, trabajamos de nueve de la mañana a seis de la tarde y nos vestimos igual. "Si alguien cuenta que trabaja en su casa en short y polera y que sale de vacaciones en mayo llamaría de inmediato la atención. Incluso, a algunos les podría llegar a molestar", ejemplifica Torche.

Esto también explica que nos vean como un país adolescente que requiere de la autoridad externa: necesitamos reglas y no estamos preparados para funcionar con libertades como los países desarrollados. Además, las normas no se respetan por convicción sino por miedo a la sanción.

Pero esto tiene otra consecuancia: cuando se les preguntó por una característica a personas provenientes de Estados Unidos, México, España e Inglaterra, la primera respuesta fue "confiables". Nos ven ordenados, limpios y seguros y eso les entrega a los extranjeros una visión de confianza hacia nosotros. Lo curioso es que los chilenos aparecemos como los que más desconfían del resto en la región.

Amistosos por ahí nomás

Hay más sobre cómo nos ven. Nation Brands Index 2011 (NBI), encuesta de percepción global donde participan más de 20 mil personas de los 21 países considerados más relevantes en el contexto internacional, evaluó a 50 países, incluido Chile, en diversos ámbitos. Cuando se hace la afirmación "dónde lo harían sentir acogido", nuestro país se ubica en la posición 33 entre esas 50 naciones. Harto abajo. "De entrada pude percibir que los chilenos no son de lo más cordiales y espontáneos. Eso sí, hasta que se rompe el hielo", comenta José Mujica (27), periodista colombiano que viaja frecuentemente a Chile.

La misma posición en el ranking (33) obtuvimos cuando se pregunta si "le gustaría tener a un amigo cercano chileno". Un puesto bien abajo en el ranking si se toma en cuenta que el chileno tiene fama de ser buen amigo, tal como ejemplifica el norteamericano Christian Ziccardi (30), a quien le llamó profundamente la atención que, a la semana de conocer a un chileno, lo invitó a la casa. "Me presentó a su hermano y su novia, y aunque esto pudo parecer normal para él, no es común para una persona como yo, que necesitaría mucho más tiempo. La aceptación y cuidado genuino lo pude observar y sentir con muchos chilenos".

¿Quiénes nos conocen más? Más datos de NBI dicen que quienes más saben de nosotros, más allá del nombre, son los argentinos (93%), seguidos por los mexicanos (77%) y luego por los españoles (70%). De manera inversa, quienes menos manejan información sobre Chile son los franceses (33%). Ellos se lo pierden.

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