Subiabre: potente de pies y manos

<P>Mañana sale a la venta <I>La Roja: historias de selección</I>, libro del periodista de <B>La Tercera</B> Carlos González, junto a Braian Quezada y Luis Navarrete, estadístico de este medio. Aquí, extractos del primer capítulo, dedicado a Guillermo Subiabre, el primer ícono mundialista chileno, quien dejó su marca en Uruguay 1930.</P>




Guillermo Subiabre Astorga fue uno de los primeros ídolos en la historia del fútbol chileno. Los mejores años de su carrera deportiva ocurrieron cuando todavía era amateur, pero, cuando nuestro balompié pasó de aficionado a profesional el año 1933, aún era jugador activo. Además, la FIFA lo considera el primer goleador chileno en la historia de los mundiales, aunque este dato, como muchos otros aspectos de su carrera futbolística, nunca podrá ser comprobado fehacientemente.

Apodado el "Chato" por su baja estatura (medía 1,58 metro) y contextura gruesa (pesaba 65 kilos), Guillermo Subiabre nació en Osorno el 25 de febrero de 1903. Desde el Rangers, club amateur de su ciudad natal, dio el salto a la capital, previo paso por Valparaíso, ciudad donde vistió el uniforme de la Marina y la polera verde de Santiago Wanderers. Después llegaría a Colo Colo, donde en un principio participaría solo como refuerzo en la gira por América y Europa de 1927 (anotó un gol en el triste partido de Valladolid que segó la vida del fundador colocolino, David Arellano), pero terminó quedándose en la tienda alba (y en el corazón de los primeros fanáticos del cuadro popular hasta su retiro en 1934. A modo de homenaje, ese mismo año el club le entregaría el pomposo título de Jugador Honorario Vitalicio.

En tanto, a nivel de Selección fue un indiscutido entre 1926 y 1930, y defendió la camiseta de Chile (que no era roja, sino blanca) en tres competiciones oficiales: el Sudamericano del '26, disputado en nuestro país y cuya única sede fue el ya inexistente estadio Campos de Sports de Ñuñoa; el torneo olímpico de Amsterdam 28; y, por último, el primer Mundial de la historia, en Uruguay el año 30. En todos estos logró marcar, a lo menos, un gol.

La primera edición de la Copa del Mundo se llevó a cabo el año 1930 en Uruguay. La mayoría de las selecciones europeas se excusaron de viajar a la lejana Sudamérica, por lo que solo 13 equipos estuvieron presentes en el campeonato. De los cuatro grupos en que estaría dividida la fase inicial, apenas uno tendría cuatro equipos, y los restantes, tres. Solamente el ganador de cada lote accedería a las semifinales y, naturalmente, a Chile le tocó el grupo "excepcional", junto a México, Francia y Argentina.

Tradicionalmente se repite que Subiabre convirtió cuatro goles en Uruguay 1930. Por ello, junto con Leonel Sánchez y Marcelo Salas serían los máximos artilleros de Chile en los mundiales. Sin embargo, tal afirmación no tiene sustento estadístico, ni siquiera matemático. Al revisar la prensa de la época -y posterior- encontramos algo que no cuadra. Las dudas surgen en el partido del debut, frente a México (16 de julio de 1930), que se saldó con triunfo por 3-0 para Chile. Existe consenso en que los goles fueron a los 3', 51' y 65', y los documentos oficiales le dan el primero y el tercer gol a Carlos Vidal, y el segundo, al mexicano Manuel Rosas, tras batir con un frentazo a su propio arquero. ¿La fuente principal? Un cable de la agencia United Press, al que se le hicieron innumerables rectificaciones. Incluso se llegó a publicar que el primer gol fue de Subiabre, el segundo de Eberardo Villalobos, y el tercero de Vidal.

Donde sí no hay dudas es en que el "Chato" anotó en el triunfo 1-0 sobre Francia (19 de julio de 1930), ya que existe una fotografía que lo muestra anticipando de cabeza al arquero francés Alexis Thépot para abrir la cuenta a los 65'. En este partido, además, Chile pasó a la historia de los mundiales por ser la primera selección que se perdió un penal. En el minuto 30, Eberardo Villalobos es derribado dentro del área, y aunque Subiabre estaba designado, sorpresivamente aparece Vidal y lanza él, pero el tiro es contenido por el meta de los galos. No sería la última vez que esto le pasaría a Chile en una Copa del Mundo.

Con dos partidos ganados, Chile no estaba clasificado a la siguiente fase. Le basta el empate para clasificar por goal average, pero tenían que enfrentarse con un rival por ese entonces invencible: Argentina. Los transandinos tenían que quedarse con la victoria casi por inercia, y les bastó un minuto para tener enrielado el triunfo con dos goles de Guillermo Stábile (12' y 13'). Sin embargo, en pleno festejo de uno de estos tantos, el delantero argentino Francisco Varallo quedó al alcance de Guillermo Subiabre, quien no dudó en propinarle una patada de mal perdedor a la altura de la rodilla del transandino.

Chile también descontó con rapidez, con un gol en el minuto 15 de ¿Subiabre? Nuevamente tenemos dos versiones para una misma jugada: mientras unas le dan el gol al "Chato", quien habría capturado un balón que se le soltó al arquero argentino Angel Bossio tras un remate de 30 metros de Eberardo Villalobos, otras le dan el tanto a Guillermo Arellano; él habría sido quien probó desde los mismos 30 metros, y sí habría dado con el arco. Otra duda más de las muchas que dejó la participación chilena en el primer Mundial.

Pero la "obra maestra" de Subiabre todavía estaba por ocurrir. Su víctima sería uno de los jugadores más rudos de su tiempo: el imponente centrohalf argentino Luis Monti. Apodado "Doble Ancho", jugaría las dos primeras finales de la Copa del Mundo -para dos selecciones diferentes-, y pasó por el terrible trance de haber recibido amenazas de muerte en ambas. En Uruguay 30, jugando por Argentina, salvaba el pellejo si perdía, y perdió. Y en Italia 34, jugando por el anfitrión, salvaba el pellejo si ganaba (mandaba Il Duce Mussolini en esos años), y ganó.

El caso es que Subiabre, quien jugó de centroforward (o sea, de "9" en la nomenclatura actual), no se sintió lo suficientemente abastecido y se retrasó hasta la mitad de la cancha en busca de balones: el mismo terreno donde Luis Monti imponía su ley. Se cuenta que "Doble Ancho" comenzó a "chuletear" de lo lindo al pequeño jugador chileno, hasta que este último, aburrido de recibir varias de estas "entradas fuertes pero leales", decidió tomarse la justicia por sus manos y, sin dudarlo, le pegó un puñete al grandulón argentino. El "Chato" recuerda así ese momento:

Salté para parar con el pecho la pelota y el argentino me dio un puntapié que me hizo caer medio muerto. Me levanté del suelo, y con toda la rabia que me producía el dolor del golpe, le fui a decir que no siguiera pegando, y me echó a volar a mi mamá, metiendo hasta mi bandera en la pelea. Me enceguecí y le tiré el puñete. Vi que se derramaba esa mole y que luego lo paraban y se volvía a caer, como billete viejo.

Monti vuelve a cometer otra falta y nuevamente se arma la gresca. Este segundo intercambio de golpes termina con la intervención de la policía uruguaya para calmar tanto a los jugadores como también al público local, que arrojando piedras trataba de hacer puntería con las cabezas argentinas, e invadía la cancha para ponerse de parte de los chilenos. Y lo más llamativo de todo, el árbitro belga John Langenus (quien pitaría la final de la Copa del Mundo, y pidió un seguro de vida para dirigirla) no expulsó a Subiabre de la cancha pese a sus dos brutales agresiones.

Finalmente, Argentina ganó 3-1, y eliminó a la selección chilena del Mundial. A los ya mencionados goles de Stábile se sumó en el segundo tiempo el de Mario Evaristo (51'), y pese a la caída en el duelo decisivo, Chile redondeó su mejor actuación mundialista fuera de casa, con dos triunfos y el quinto lugar. Uno de los grandes ganadores fue Subiabre, que dejó impresionados a los uruguayos por haber botado al piso a un adversario que le sacaba casi 30 centímetros de ventaja. Incluso, una marca de cigarrillos de la república oriental habría llegado a colocar una lámina del "Chato" en sus cajetillas, y se diría que en las fuentes de soda de Montevideo se vendía un schop llamado "La piña a Monti".

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