Temporada de zorrones

<P>En el bestiario de tipologías sociales chilenas hay una incorporación relativamente reciente: el zorrón, un animal masculino y nocturno que de acuerdo al estereotipo proviene de la precordillera -o el sector oriente de la capital-, actúa en manada y vive y muere para sus amigos, los "perritos", "perrines" o simplemente "zorrones".</P>




En el mundo universitario, estudiantes y profesores empezaron a hablar crecientemente de él hace unos cinco años, e incluso algunos connotados académicos se han permitido pelarlos en Twitter, pero la temporada pública de caza de zorrones se abrió la semana pasada cuando un estudiante de la UDD que se postulaba a dirigente de la carrera de ingeniería comercial, hizo un llamado de campaña a sus compañeros para que aprovecharan su pertenencia común al ABC1, lo pasaran bien, y los invitó a un asado con música y Redbull en las canchas para que se motivaran a votar. La actitud fue inmediatamente calificada como "zorrona", entre otras cosas y el troleo fue tal que terminó sepultando, al menos por ahora, su incipiente candidatura política.

El hábitat natural de esta especie son las carreras ligadas a los negocios, ingeniería comercial sobre todo. Su casa matriz inicialmente fueron universidades como la Adolfo Ibáñez, la UDD o la de Los Andes, pero se han ido expandiendo hacia otras instituciones y se han avistado zorrones en la UC y la Universidad de Chile. Pero su desplazamiento no ha sido uniforme: el zorrón no estudia literatura o antropología. Difícilmente sociología.

No es además un tipo fácil de describir porque parece no estar atento a las modas y ondas, pero no hay que dejarse engañar, porque la suya también es una pose y cultiva un estilo. Por estos días, por ejemplo, se lo puede encontrar vestido con polera, shorts o pantalones que llegan hasta la mitad de la canilla, calcetín mini y zapatilla. Si hace frío usa polerón, nunca chaleco. El descuido es cuidado porque al zorrón su apariencia le importa. Es deportista, va al gimnasio y tiene o sueña con tener músculos bien marcados. Se peina. Su estética recuerda más la de un rapero o futbolista exitoso que la del cuico tradicional o la del joven bohemio con pretensiones artísticas. Hay que reconocer, que si hay algo de este personaje que es entrañable es su independencia respecto a las pretensiones globales de la moda. Y su sinceridad para demostrar sus ganas incombustibles de fiesta y mujeres, a tal punto que puede ser profundamente políticamente incorrecto, sin ni siquiera darse cuenta.

El estereotipo dice que el zorrón tampoco tiene complejos para admitir que le gusta la plata. Tiene o quiere un auto grande y caro. Es simpático -o pretende serlo-, le gusta pasarlo bien y reírse fuerte. Para un zorrón en caso de que haya un cielo, este sería un quincho o una pool party. Años atrás los comerciales del desaparecido Pisco Ruta Norte, capturaron su moral y espíritu, cuando todavía era un grupo incipiente. Al zorrón obviamente le gusta mucho el fútbol y es un animal carnívoro: su mejor panorama será siempre un asado con piscola, cerveza y Redbull para poder estirar la noche. Las mujeres obviamente importan, pero nunca tanto como su banda de zorrones, que son su caja de resonancia.

La palabra vintage, por ejemplo, no ha penetrado en su vocabulario y en sus sueños de vida independiente no se imagina en un departamento antiguo con parquet vitrificado y sillas Valdés; tampoco sueña con París. La guarida zorrona perfecta es una casa rodeada de pasto y ojalá una piscina con un sistema que deje el agua temperada. El verano ideal es una versión mejorada de su viaje de estudios o una cabaña en la playa con sus amigos.

A su modo, es un tipo sencillo. No le gusta el rebuscamiento, ni las pretensiones de sofisticación. Su peor enemigo es el "princeso", un tipo sensible, que entiende a las mujeres, es empático, atento y demasiado fino. A su juicio el "princeso" es un impostor que usa demasiadas palabras, aun cuando él mismo, tras 12 años de educación particular pagada, a veces bilingüe, debe tener escondido en algún lugar de su cerebro un vocabulario más amplio. Pero alguien con "la media perso" como él, no necesita de tanto para darse entender, y bueno, además sufre de cierta fatiga en la mandíbula que le impide pronunciar correctamente.

El polo opuesto del zorrón, o su némesis, es el hipster de pantalón pitillo, que anda en bicicleta, promueve los huertos urbanos, la comida orgánica, tiene reparos con el mall y se precia de estar al tanto de las tendencias de Chile, el mundo y por qué no, la galaxia. El zorrón, a quien las galerías de arte, la poesía y la ensalada de rúcula con quínoa le dan ganas de vomitar, reivindica a un macho más rudo y sospecha del rebuscamiento y la sofisticación del hipster. A su vez, este último, desprecia la virilidad teatral del zorrón y lo considera un ser prehistórico que desafía la teoría de la evolución.

Pero a ciertos grupos el zorrón no les cae mal por lo que es, sino que por la proyección que a veces se hace de él. "La otra vez pensaba en la siguiente imagen", dijo en septiembre el periodista Juan Cristóbal Guarello en una entrevista en Paniko.cl. "Ese zorrón, que está ahí curao en la barra del Amanda, va a ser tu jefe. ¿Qué pensai? Ese zorrón enfermo de flojo, que lleva diez años estudiando la misma carrera, que piscolea de martes a domingo, va a ser tu jefe".

Entrando al territorio incierto de la psicología social, se especula que el zorrón es hijo de una madre consentidora y de un padre para quien Whitesnake es rock clásico. Una especie como ésta naturalmente prolifera tras años de bonanza y ausencia de grandes conflictos políticos y sociales (no así personales y familiares). Por eso, aunque se lo suele vincular a la derecha, es un tipo más bien apolítico. Él no marchó por las calles en 2011, y todavía no se conoce zorrón PC.

Tratándose de una tipología relativamente reciente es prematuro adelantar qué pasará con él en el futuro. Los expertos no saben con seguridad cómo va a evolucionar después de ingresar al mundo laboral, pero imaginan que se va a domesticar y terminará viendo con nostalgia cómo nuevas especies ocupan el lugar que él tuvo que dejar, al menos de lunes a viernes, para ponerse la chaqueta y la corbata.

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