Trepar árboles, no sólo cosa de niños
<P>Disfrutar de la altura y libertad desde un cedro de más de 100 años es una de las gracias que ofrece la trepa de árboles, práctica que se ha convertido en un deporte con reglas y medidas de seguridad. </P>
TODOS LO HICIMOS, o lo intentamos, de niños: subir a un árbol y observar el mundo desde la altura, escondernos en sus ramas de algunos amigos molestosos e incluso soñar con construir una casa, donde pudiéranos ser amos y señores y jugar hasta el agotamiento. ¿Se imagina volver a hacerlo?
El tree climbing, o trepa de árboles, es una actividad recreacional que consiste en ascender y moverse alrededor de las ramas superiores de un árbol. Esta es una actividad no invasiva, es decir, no daña ni transforma de ninguna manera al árbol y requiere de un equipamiento mínimo: casco, arnés y cuerdas. A pesar de esto, no es llegar y subir. Un "protector de corteza" es necesario para evitar dañar el árbol, así como conocer los nudos específicos para esta actividad y la constante supervisión de un guía certificado y entrenado por la Tree Climbers International, lo que garantiza que este deporte se realice de manera segura y mantenga su récord de cero accidentes.
Pero no siempre fue un deporte. En un comienzo, la trepa de árboles sólo se realizaba por arboristas, personas dedicadas al trabajo en altura sobre árboles. Sin embargo, desde principios de los años ochenta se organizó como una actividad recreacional gracias al arborista Peter "Treeman" Jenkins, quien fundó la Tree Climbers International en 1983 y estableció así las primeras reglas de seguridad y entrenamiento necesarias para este ejercicio de bajo impacto.
Con este trasfondo, Érika Muñoz (42), de Turismo Trekana (www.trekana.cl), decidió participar en un fondo de innovación en turismo que otorgó Corfo en 2012 y traer la escalada de árboles de manera oficial al país. Durante marzo de este año ella, junto a cinco integrantes más de Turismo Trekana, agencia que se especializa en experiencias al aire libre para toda la familia, recibieron la formación necesaria para desarrollar esta actividad de forma segura, tanto para los deportistas como para los árboles. Las clases estuvieron a cargo del instructor profesional Tim Kovar, estadounidense quien lleva más de 20 años dedicado al tema.
La marcha blanca se realizó durante las vacaciones de invierno y dejó clara la necesidad de divulgar y expandir esta nueva manera de acercarse a la naturaleza. Por esto, Tree Climbing Chile, la rama chilena que forma parte de la asociación internacional, se encuentra realizando trepa de árboles en el Jardín Botánico Nacional en Viña del Mar, justo frente al sector de canopy. Un enorme cedro, cuya edad se estima en más de 100 años, sirve como soporte para las cuerdas o líneas necesarias para la experiencia.
Una visita deja en evidencia lo sencillo e interesante que resulta subir un árbol y alcanzar una altura donde el viento es lo único que acompaña a quien se atreve a escalar. No es necesaria una preparación exhaustiva o contar con un estado físico privilegiado, tampoco hay un rango de edad específico para realizar esta actividad. Según cuenta Víctor Parra (28), otro de los guías oficiales de este deporte en el país, "niños desde cuatro años han subido al árbol y el cliente de más edad estaba bordeando los 65 años".
Es que el sistema funciona de tal forma que, una vez tomado el ritmo, pareciera que sólo es necesario simular el movimiento de sentarse y pararse para comenzar a poner metros de separación entre la persona y el suelo. A pesar de lo simple que parece, Muñoz destaca que es necesaria la constante supervisión de un guía certificado, que sepa elegir el árbol y la rama adecuada para la escalada, instale las cuerdas y se asegure de que los nudos y los mosquetones están en su posición correcta.
Nayarett Riquelme (33) decidió aventurarse y subir por una cuerda que la dejó siete metros sobre el suelo y con una vista exclusiva del Jardín. "Si bien al comienzo crees que no te la vas a poder, por no hacer mucho ejercicio y pensar que todo el esfuerzo está en los brazos, al poco tiempo te das cuenta de que es muy sencillo llegar hasta el otro extremo de la cuerda y disfrutar la sensación de estar sobre las ramas más altas de un árbol enorme. Como no es una subida repentina, sino una especie de paso a paso, tienes tiempo de acostumbrarte a la altura y, al llegar arriba y sentarte sobre una rama, casi olvidas que el suelo está varios metros más abajo".
Algo similar ocurre con Richard Mumford (61), piloto comercial estadounidense que desde hace años tiene la escalada de árboles como su deporte favorito: "Como adulto, significa un regreso a mi juventud y a las cosas simples de la vida y la naturaleza. Me permite poner mi vida en perspectiva cuando observo y paso tiempo en un gran organismo vivo que es mucho más grande que yo y que ha visto a las generaciones ir y venir, el árbol ha visto cambiar civilizaciones. Trepar a los árboles puede absorber toda mi concentración y me permite dejar todo atrás".
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