Ingresar 

Última entrevista de Raquel Correa: "Me desespera cuando se tiran contra la política"

<P>El lunes pasado, horas antes de fallecer, Raquel Correa fue entrevistada por dos estudiantes de Periodismo de la U. Central.</P>




Eran las cuatro de la tarde del lunes cuando se abrió la puerta del departamento de Raquel Correa, en la comuna de Las Condes. Tras esta esperaba Juan Eduardo Amenábar (38), el único hijo de la periodista, quien de un momento a otro desapareció para ir en busca de su madre.

La antesala del living era sencilla. Una mesa de arrimo de madera en un costado, frente al pasillo que daba al interior del hogar. Sobre una mesa destacaban tazas de porcelana, de diferentes colores. Dos cuadros grandes, uno de ellos con la figura de Jesucristo, colgaban en las paredes.

También resaltaban dentro de la decoración una máquina de coser con pedales y una máquina de escribir.

La periodista, de 78 años y quien en 1991 obtuvo el Premio Nacional, lucía jovial y distinguida: vestía botas y una polera púrpura, bajo una chaqueta negra. Una bufanda roja envolvía su cuello.

Sin embargo, cuando comenzó a hablar, su voz se escuchaba más baja que en los tiempos en que desafiaba con preguntas directas e incisivas a diversos personajes de la contingencia, en programas como La entrevista de Raquel Correa o De cara al país.

Entre sus entrevistas más recordadas están las que hiciera al general (R) Augusto Pinochet; al brigadier (R) Manuel Contreras y al ex Presidente Ricardo Lagos.

Varias veces durante la conversación se disculpó por una tos seca que -explicó- se debía a una bronquitis obstructiva que la aquejaba hace varios días y que calificó como "crónica". Al referirse a sus actividades laborales actuales, mencionó que "estoy haciendo clases y colaborando en la revista Sábado, pero hace tiempo que no me piden nada. Me hace falta...".

Raquel Correa tomó asiento, se acomodó, como probablemente acostumbraba a hacerlo cuando hacía entrevistas para Reportajes de El Mercurio o la televisión, y empezaron las preguntas. Esta vez, a ella le tocó responder.

Gran parte de los chilenos la conocen como una entrevistadora de personalidades de la política. ¿Qué opina de las críticas que hoy recibe esta actividad? ¿Comparte o no la visión de que hay una crisis de algunas instituciones?

¡A mí me desespera cuando se tiran contra la política y los políticos! Sin política no hay democracia. ¿Qué quieren, que vuelvan los Pinochet? Hay que mejorar a los políticos; yo no quiero parecer nostálgica, pero antes la gente se apilaba en el Senado para escuchar los discursos de Radomiro Tomic (...). ¡Qué senador de hoy le llega a la altura a Gabriel Valdés, por ejemplo! A mi juicio, ninguno.

Usted es un referente para varias generaciones, pero hoy no tiene una tribuna como la de antes. ¿Qué pasó con el espacio que se le ofreció en CNN?

Me achapliné. Me dio susto, porque ya no soy la misma de antes. Porque la gente iba a decir: 'Está más vieja, más arrugada, se le olvidan las cosas'. Además, querían tres (entrevistas) a la semana. Yo dije: 'Máximo dos', pero después me puse a pensar y me dio pánico escénico... Tal vez en un grupo, no sola.

Esa oferta era de una estación del cable. ¿Qué diferencias ve usted entre los distintos noticieros que hoy se emiten?

Todos los canales compiten por lo mismo: mientras más cosas trágicas, mejor. Alargaron los noticiarios a una hora y media, y no ponen deporte, sólo fútbol (...). Yo digo: 'Si un solo canal se atreviera a hacer algo distinto...'. El otro día enseñaban a hacer calzones rotos o a preparar un asado. ¡En ningún país del mundo te encuentras con eso!

¿Qué le parecen programas como Tolerancia cero o Estado nacional?

Yo los veo. Tolerancia cero me parece discursivo y autorreferente. Los panelistas son los personajes del programa, y no los entrevistados. El entrevistado pasa a segundo plano. En Estado nacional encuentro que los opinantes son los que informan; además, se transmite en una pésima hora. De Tolerancia cero, Matías del Río me parece una promesa muy importante.

¿Y quién cree usted que podría ser la próxima Raquel Correa?

Un tiempo pensé que podría ser Constanza Santa María, porque tenía características de mi estilo, pero después me di cuenta de que era más insolente que incisiva; la pregunta debe ser a concho, pero no como un flechazo. Yo digo: 'Las preguntas hay que hacerlas, pero con una sonrisa en la cara'.

¿Hay algún otro entrevistador que le llame la atención?

Mauricio Bustamante. Lo encuentro equilibrado, sereno, bien informado. Me gusta mucho, pero no hace bulla.

Luego de responder, Correa empezó a toser con fuerza y permaneció así un momento, tapándose la boca. Se hizo un silencio, que fue interrumpido por el sonido de varias campanas de iglesia.

Raquel Correa tomó un sorbo de jugo para calmar la tos y dijo: "Me encantan las campanas... Me encantan cuando suenan". El tiempo ya había pasado. A las nueve y media de esa noche, luego de jugar cartas con su hijo y familiares, la periodista falleció producto de un paro cardiorrespiratorio. Tenía 78 años y más de 40 de experiencia en el periodismo.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.