Un rapero chileno en Suecia
<P>Pato Pooh dejó Playa Ancha cuando niño para ir en busca de su padre, quien había partido para mejorar la vida de la familia. Allá creció en Rinkeby, un barrio de inmigrantes en Estocolmo donde la música somalí, etíope y sudanesa se fundía en las calles. Allí, escribió los versos de rap que le han valido una nominación al Grammy y más de dos millones de descargas desde la web. Esta es su historia.</P>
Le apellidaron Pooh cuando niño en el colegio. Había que diferenciarlo de otro Pato inmigrante que había llegado antes y que ya era dueño de la marca Pato, a secas. A él y a otro les buscaron adjetivos que los identificaran: a uno le pusieron Pato Basura, por su afición a rebuscar en los cubos de desperdicios, y a él Pato Pooh, porque era un niño que amaba al osito Winnie.
Pato Pooh se llama Patricio Silva. Nació en Playa Ancha hace 28 años. Llegó a Estocolmo con su madre, Jacqueline, a reunirse con su padre, Alejandro, estibador temporero de trabajo escaso y paga precaria.
Pato Pooh vive solitario en un departamento de Rinkeby, barriada de los extramuros sudoccidentales de Estocolmo, uno de los distritos más pobres de Suecia, pero que en Chile sería una especie de clase media. Por esas calles correteó su niñez escuchando músicas en vivo de todos los rincones del mundo. Allí aprendió inglés para entenderse con sus nuevos amigos de locuciones indescifrables.
En su barrio hablan un sueco peculiar, el rinkebiano, que comparten inmigrantes somalíes, etíopes, yemenitas, sudaneses, filipinos, chilenos y otros latinoamericanos. Visten todos como en sus países originales, aunque asombran combinaciones audaces y únicas de sus chadores, burkas, saris y minifaldas, infiltradas por la impronta sueca del diseño que hace que el barrio sea hoy una zona caliente cultural y se haya transformado en parada obligada de todos los premios Nobel de Literatura que, después de brindar con el rey, tienen la obligación protocolar de visitar a los niños de su escuela pública para contarles su vida.
Pato Pooh es una de las estrellas de Rinkeby. Los niños siguen imitándolo y decenas de adultos asienten cuando pasa frente a sus corrillos heredados del bar de La guerra de las galaxias. De allí también han salido magos, funambulistas, bailarines, actores famosos, como el Huguín, que participó en la película Dinero fácil, producida por Martin Scorsese para otro chileno-sueco notable, el director Daniel Espinosa. Huguín palmotea a Pooh felicitándolo por su última creación. "Eramos partners cuando chicos", dice Pooh.
¿La razón de su éxito? Con sólo unas 20 canciones raperas, Pato Pooh lleva más de dos millones de descargas en la web, presentaciones en 12 países, una nominación al Grammy, cientos de programas de televisión y radio, y, en los últimos meses, un promedio de cinco conciertos por día.
Pooh, además, ha inventado una nueva manera de vivir de la música trastocando los parámetros de la industria discográfica. No tiene mánager ni equipo de prensa. Sólo gana dinero en sus conciertos en vivo y en las presentaciones en televisión. Sus canciones son un regalo para su público callejero, dice. Cualquiera las puede bajar gratis de la red.
Alejandro Silva, padre de Pooh, hoy gerente de su propia empresa de remodelación de edificios y vecino de un barrio de clase media sueca, dice que Pato se formó en Rinkeby, que fue un niño distinto porque veía harta tele, no salía mucho a la calle y leía harto. Aunque también era un aventurero, uno de sus juegos favoritos era subirse a la mala a la parte de atrás de las camionetas, para bajarse en el semáforo siguiente. También le dio por tirarse debajo de los autos para que le pasaran por encima, sin tocarlo.
Estas jugarretas no le gustaron a Jacqueline, la madre, separada hace tiempo de Alejandro. Quiso mandarlo a Valparaíso para que fuera un niño bueno. Pero el papá se opuso. "¿Qué sería del Pato ahora en Chile?", se pregunta Alejandro.
Jacqueline marcó su obra. Pato dice ser el hijo de una madre que trabaja más duro que él, intentando lo mejor para salir de la pobreza. Hasta hoy, ella tiene tres trabajos para pagar el arriendo y alcanzar a estirar la plata para mandar algo a Chile.
Pato Pooh rapea, en inglés, con su historia: Mira al cielo arrodillada la crisis la tiene haciendo turnos extra/ trapeando pisos/Le digo Mami para qué/Para darle buena vida a mis hijos, dice/Pero mamá ya somos grandes, tienes que cortar con todo eso/Tienes que vivir para ti/Si soy un trabajólico/es porque soy el hijo de Jacqueline.
Su mamá siempre le decía, de niño, que cuando estaba en su casa estaba en Chile, y que cuando salía a la calle estaba en Suecia.
Pooh dice que por eso siempre se sintió chileno, hasta la primera vez que visitó Valparaíso, a los 14 años. Unos vecinos gritaron "llegó el sueco", y lo asaltaron cuchillo en mano para quitarle su gorra que amaba más por vieja que por cara. En las calles de Rinkeby, sin embargo, él es "el chileno". Y a pesar del mal recuerdo, le gusta mucho serlo.
Cuando Pato Pooh empezó, los pocos raperos que había en Suecia cantaban en inglés copiando a sus pares norteamericanos, denunciando problemas que no interesaban en los barrios de Estocolmo.
A Pato y sus mentores, los productores y músicos también chilenos, The Salazar Brothers, les pareció ridículo que en las canciones se hablara de crack o de revólveres, porque en Suecia no los hay entre los ciudadanos comunes. Los problemas no son iguales; las drogas son otras, las peleas son a cuchillo, la violencia es casual, nunca buscada, afirman.
Pato, mientras crecía en un Rinkeby más duro que el de hoy, ambicionaba hacer música. Quería sacar las canciones que llevaba dentro. Intuía que iba a gustar y que podía hacer de su canto una profesión. Pero no sabía cómo.
Un día se imaginó un tema y dijo, "esto es algo que nadie ha escuchado, es lo que el hip hop sueco necesita en este momento, ¿me entiende?", recuerda.
Ahbow, ahbow, la canción que lanzó al estrellato a Pato Pooh, es una voz más rinkebiana que sueca y significa ¡¡¡guaaa!!!!, como quien dice ¡cresta! El explica que es un llamado de atención frente a lo repentino, sea por bello, inesperado o amenazante. La canción dice en el coro: Look up to the sky, it is a bird, it is a plane, look up to the sky, man… El explica que es como en los cómics antiguos, cuando venía Superman y toda la gente decía: ¿Es un avión, es un pájaro? No, es Superman. "Sentía la frase en el alma, porque quería gritarle al mundo aquí vengo yo y nadie me puede parar, desde chico que tengo este sueño y lo voy a hacer realidad", cuenta.
Y no se detuvo hasta que encontró una fórmula para que toda Suecia lo escuchara. Contactó a raperos amigos, novatos y legendarios, les mostró Ahbow y los conquistó para que cada uno sumara su verso. Así se dio a conocer ante los fans de todos ellos.
Desde entonces canta lo suyo, lo que le sale de haber sido Pooh en un colegio de inmigrantes con profesores suecos que le enseñaban que todos eran iguales, aunque pocos se lo creyeran. Aunque sí constató, cuenta, que allí los rubios podían ser obreros, pescadores o choferes de micro. Y que las bellas rubias, en su patria inalcanzables para él, podían estar disponibles.
Una canción llamada Quiéreme como Jeiji tiene que ver con una novia que lo quiso cuando él era gordo y desconocido, cuando aún no era famoso. Ella vio venir el cambio cuando Pooh se hizo un bypass gástrico y adelgazó 45 kilos y se fue de gira, sin decirle ni adiós. Entonces ella lo abandonó y ahora Pato la echa de menos y con ese sentimiento hizo una canción que llora sangre en www.patopooh.com.
A lo de ABBA, Roxette, Europe o Ace of Base, productos pop de primera, de clara denominación sueca de origen, Pato Pooh le agregó los alientos de Rinkeby y su música arrasó, primero en Escandinavia para luego saltar las fronteras. Ha estado en España, Grecia, Polonia , Lituania, Finlandia, Dinamarca, Noruega, Alemania e Italia. Sus clips pueblan MTV y él ya trabaja en su próximo álbum virtual. Los sellos discográficos lo buscan, pero él dice que no, que no quiere perder el control.
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