Uno de cada cinco jóvenes chilenos, entre 18 y 24 años, ni estudia ni trabaja

<P>Estudio de Siteal revela que los chilenos están entre los menos inactivos de la región, ubicándose novenos entre 12 países.</P>




Lorenzo Tobar (19) se levanta todos los días a la una de la tarde. El joven rindió la PSU el año pasado, pero prefirió no estudiar: decidió que su objetivo es irse a vivir a Australia en 2012. Por eso ha estado todo este año dedicado a su hobby favorito -hacer figuras de masilla-, ver a su polola y salir con sus amigos. El engrosa la lista del casi medio millón de "ninis" que hay en Chile: jóvenes entre 15 y 29 años que ni estudian ni trabajan, según cifras de la última Encuesta Nacional del Instituto Nacional de la Juventud.

El problema se focaliza en nuestro país en los mayores de 18. Así lo revelan los datos del Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (Siteal). Allí, Chile aparece noveno entre 12 países analizados, con un 20% de "ninis" en ese segmento etareo muy cerca de los peores índices del ranking: El Salvador (26%) y Honduras (25%).

Ignacio Naudon, director del Injuv, dice que la cifra de Siteal se explica porque los menores de 18 años en Chile están resguardados por la cobertura del sistema educacional, mientras los mayores de 18 se enfrentan a un sistema laboral donde sienten que no tienen cabida.

Maya Zilveti, sicóloga e investigadora en temas de empleo y juventud, concuerda con esa tesis. Según la especialista, las dificultades que presenta el sistema laboral chileno es un punto clave para explicar el fenómeno. "En esta generación hay un desbarajuste entre las expectativas que tienen los jóvenes y las precarias condiciones de inserción que el mercado les entrega en todos los segmentos", dice.

Es el caso de Claudio Seguel (19), quien hace tres años cursaba segundo medio y en forma simultánea trabajaba en una imprenta, lo que le trajo problemas con su polola de la época, Lisa. "Ella me decía que nunca la veía y me puso un ultimátum: el colegio o yo". La decisión que tomó fue el inicio del problema. Siguió trabajando de manera exclusiva, aunque tuvo un par de fallidos intentos por retomar segundo medio en un establecimiento nocturno. A principios de año terminó con Lisa y fue despedido de la imprenta, fecha desde la cual sale todo el día, para no estar en su casa, donde le piden que estudie o trabaje. Cuando se le pregunta por qué no retoma los estudios, dice que necesita dinero (a pesar de los 30 mil pesos que le entregan sus padres como mesada). Y cuando se le pregunta por qué no trabaja, dice que en todas partes le piden 4º medio. "A veces me imagino en mi cabecita que puedo estudiar, pero siento que es difícil", dice.

Despreocupados

Según datos del Injuv, en el paí s hay 445 mil jóvenes entre 15 y 29 años que no hacen nada. De ellos, el 55,5% pertenece a los estratos bajos (D y E), el 21% a la clase media -C3- y un 20% a los sectores más acomodados -ABC1 y C2-, es decir, casi 100 mil jóvenes que teniendo herramientas y oportunidades no estudian ni trabajan.

Ignacio Naudon, director de Injuv, reconoce que este problema alcanza en Chile todos los estratos sociales, con mayor incidencia en los sectores vulnerables, donde se han enfocado los estudios y programas del organismo. En este grupo, Naudon cree que el problema está en que los jóvenes desconfían del sistema laboral, pues piensan que no les entregará posibilidades de surgir. En los estratos altos, en cambio, el fenómeno pasa principalmente por dos factores: aquellos que no saben cómo lidiar con oportunidades perdidas, por ejemplo, los que han repetido de curso varias veces o los cesantes ilustrados, que no están dispuestos a trabajar en lo que no estudiaron. Y los jóvenes que o no tienen expectativas o quieren logros inmediatos y que cuentan con el soporte económico de sus padres para no hacer nada, hasta que "aclaren" sus ideas.

Es lo que le pasó a Favrizzio Violani (18), un joven de San Felipe que ingresó este año a estudiar Derecho en una universidad privada, pero dejó la carrera a los dos meses, porque encontró un obstáculo. "Derecho Romano me jodió, me empezó a ir mal y me di cuenta que no era para mí", explica. Después empezó el aburrimiento y la soledad, debido a que todos sus amigos estudiaban. Esto lo impulsó a trabajar en una cadena de comida rápida con magros resultados. "Me di cuenta que lo mío no era trabajar, no me gusta que me manden", detalla Violani, quien rescata de su experiencia laboral una epifanía: descubrió que lo suyo era el modelaje, proyecto que pretende cumplir en una academia de Santiago en 2012.

Zilveti dice que estos "ninis" son parte de una generación que no heredó la lógica que tienen sus padres del sacrificio presente para el beneficio futuro y que reniegan de la "cultura del esfuerzo" que éstos les trataron de inculcar. "Ellos crecieron viendo cómo la vida de sus papás se desgastaba por la presión laboral y entienden que trabajar a tiempo completo no entrega una mejor calidad en el futuro, ellos quieren beneficios inmediatos", dice. Además, privilegian sus redes sociales y tiempo libre a la imposición del trabajo. "En este aspecto, tienen una capacidad mucho más fuerte para decir que en ciertas cosas no transan", dice Zilveti.

Los mini "ninis"

Otro sector de los "ninis" nacionales son los menores de 18 años, quienes están en este grupo por motivos conductuales en los establecimientos donde estudiaban. Uno de ellos es Alejandro, quien con 15 años debería estar cursando segundo medio, pero llegó a séptimo básico y hoy no está haciendo nada. ¿El motivo? Después de repetir de curso dos veces en tres años fue expulsado de su colegio en Ñuñoa y ahora busca un establecimiento que le permita hacer dos cursos en un año, opción que no existente aún en enseñanza básica. Mientras espera, hace malabarismo en avenida Los Leones, porque no quiere estar en su casa, donde dice: "Me recuerdan todo el tiempo que estudie y no quiero que me toquen el tema". Según Ana Marina Briceño, siquiatra infanto-juvenil de Clínica Alemana, esta realidad en jóvenes entre 15 y 18 años, dentro de los estratos económicos altos, responde a que los adolescentes abandonan el sistema escolar para desafiar a los adultos responsables. Aunque hay excepciones: "Ultimamente han aumentado mucho los casos de abandonos por adicciones a internet, videojuegos y alcohol", dice la especialista.

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