Vivir en grandes ciudades aumenta en 39% riesgo de enfermedades mentales
<P>Estudios publicados en Nature revelan que citadinos sufren más esquizofrenia, estrés y ansiedad.</P>
Diversos estudios han mostrado que las personas que viven en grandes ciudades tienen más trastornos mentales que aquellos que viven en zonas rurales y que el culpable es el estrés. Un tema no menor cuando más de la mitad de la población en el mundo vive en las grandes metrópolis.
Por eso ayer la revista Nature dedicó una cobertura especial a esta tema, donde un grupo de expertos hace una revisión de estudios que confirman que existe una clara relación entre vivir en la ciudad y la mayor incidencia de males siquiátricos. Los datos son claros: en Alemania, el número de días de licencias por dolencias siquiátricas se duplicó entre 2000 y 2010; en América del Norte, hasta el 40% de las ausencias laborales están relacionadas con la depresión, mientras que los estudios muestran que los casos de esquizofrenia se duplican en quienes viven en urbes y que aumenta en 21% la incidencia de trastornos de ansiedad y en 39% los trastornos del estado de ánimo (revista Psychiatrica Scandinavica).
Uno de los casos citados en el informe en Nature es el de Camberwell, un barrio del sur de Londres que incrementó la cantidad de pacientes esquizofrénicos, depresivos, con trastorno bipolar y otras condiciones siquiátricas en un período de 30 años: el mismo tiempo en el que esta zona pasó de ser un barrio tranquilo a uno densamente poblado. Lo que más sorprendió a los científicos fue que la esquizofrenia aumentó al doble: de una tasa de 11 por cada 100.000 habitantes por año, en 1965, a 23 por 100.000 en 1997.
Según la OMS, hoy las enfermedades mentales son la carga de morbilidad más grande después de los males infecciosos. De hecho, en Chile, según cifras de la Superintendencia de Salud, en el año 2011 las licencias tramitadas por trastornos mentales en el sistema Isapres llegaron a 191.173, el segundo lugar después de las enfermedades respiratorias (210.889).
Según el presidente de la Sociedad Chilena de Salud Mental, Raúl Riquelme, "las grandes ciudades nos enferman, porque nos hacen perder la escala humana". La presión por producir cada vez más, los turnos de noche, la interrupción del ciclo sueño-vigilia, tener que recorrer grandes distancias entre el trabajo y la casa, el pasar buena parte del tiempo en lugares estrechos (metro, locomoción colectiva, calles con taco) y hasta las alarmas y sirenas que suenan constantemente, nos estresan. Y ese estrés constante, tan propio de la ciudad, tiene consecuencias.
Cambios estructurales
Los científicos están analizando cómo los cerebros de las personas que viven en ciudades y aquellas que lo hacen en zonas rurales procesan las situaciones estresantes. El año pasado, Andreas Meyer-Lindenberg, director del Instituto Central de Salud Mental en Mannheim-Lindenberg, probó que nacer o vivir en la ciudad modifica las regiones cerebrales que se encargan de regular el estrés, lo que aumentaría el riesgo de enfermedades mentales. Ahora trabaja en un nuevo estudio que busca confirmar su teoría con imágenes de resonancia y dispositivos digitales para ver cómo personas de ciudad y de zonas rurales procesan el estrés. "Todo el mundo quiere que la ciudad sea hermosa, pero nadie sabe lo que eso significa. ¿Calles más anchas? ¿Edificios más altos? ¿Más árboles? Los arquitectos teorizan mucho, pero este tipo de proyecto podría ofrecer una base científica para un código de ciudad", dice.
Alterar genes
Daniel Weinberger, director del Instituto Lieber para el desarrollo cerebral en Baltimore (Maryland), está trabajando en un gran proyecto que busca identificar los factores de riesgo ambientales y genéticos para esquizofrenia en China, país que está creciendo en forma exponencial y donde la proporción de personas que vive en las ciudades se ha duplicado en las últimas dos décadas. Según publica Nature, junto con la U. de Pekín estudiarán a miles de personas que han llegado a vivir desde el campo antes de los 12 años y antes de los 18. Con imágenes del cerebro y análisis genéticos intentarán explicar cómo la crianza urbana puede alterar genes, cognición y razonamiento, las funciones que a menudo están alteradas en la esquizofrenia.
Meyer-Lindenberg sospecha que existe una modificación genética que aumenta el riesgo de esquizofrenia. En Islandia ha estudiado las imágenes cerebrales de más de 500 personas que han sido identificadas con una mutación que aumenta el riesgo de esquizofrenia y las sometieron a ejercicios estresantes, los mismos que se les hicieron a quienes crecieron en ciudad. Los resultados aún no se han publicado, pero el investigador adelanta que han encontrado que en estas personas se activa la misma zona del cerebro que está modificada en quienes viven en la ciudad.
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