Walter Isaacson: "Steve Jobs conservó la esperanza de curarse hasta el final"
<P>El autor de su biografía, relata nuevos aspectos de la vida del creador de Apple.</P>
Cuando Steve Jobs eligió a Walter Isaacson para escribir su biografía en 2004, justo antes de ser operado de cáncer, el gurú de Apple aseguró que no leería borradores ni pondría condiciones. Sólo se enfadó e intervino al ver la portada del libro. "¡Es horrible! Feísima... y con una broma tonta", exclamó.
"Tenía razón. Era horrible... Con una foto suya dentro de una manzana. Es la única vez que se enfadó, pero me dijo: 'Te voy a ayudar a rediseñarla'", explica Isaacson.
La cubierta, publicada el lunes, parece ahora un anuncio de Apple: una simple foto en blanco y negro de Jobs con su inseparable polerón negro. El título cambió a simplemente Steve Jobs.
La biografía retrata a un genio maniático y controlador, que aprendió a mirar fijamente sin parpadear y que quería cambiar hasta la torta elegida por la Casa Blanca para una cena de Barack Obama con empresarios. Isaacson reconoce que se convirtió en fan de Jobs en sus más de 40 entrevistas con él. Alaba al genio, pero también cuenta su mal humor y su obsesión por corregir a los demás.
Pese a la debilidad de los últimos meses y a que cada visita tenía aire de despedida, Jobs "nunca quiso pedir perdón a los colegas" por sus enojos. "Su prioridad era tener y gestionar el mejor equipo en Apple. Y eso requiere ser un jefe duro a veces", cuenta Isaacson . "Lo he visto enfadarse... Pero lo hacía por su pasión por la perfección", dice el autor, ex presidente de CNN, ex editor de Time y que acabó escribiendo sobre Jobs sólo por el deseo del protagonista.
Quería un periodista
"El quería un periodista, lo que es peculiar, porque era una persona muy reservada y no se sentía cómodo hablando de sí mismo. Al principio, estaba muy incómodo también conmigo. Después se fue abriendo", dice el biógrafo, convertido casi en confesor. "Tuvo la esperanza de curarse hasta el final. Siempre la conservó", cuenta Isaacson, quien vio por última vez a Jobs cuando estaba demasiado débil como para bajar las escaleras de su casa en California.
Los últimos meses de su vida se los dedicó, sobre todo, a su familia. "Se sentaba con sus hijos en la mesa y charlaba con ellos y con su mujer. Le gustaba ir de excursión en barco, hizo alguna por el Mediterráneo", dice el biógrafo.
Jobs "estaba preocupado por su legado", pero "estaba convencido de que había creado una compañía con un equipo de estrellas, capaz de sobrevivir sin él". "A veces criticaba a HP por haber traicionado el legado de sus creadores, pero no pensaba que fuera a pasar con Apple", dice. Aun así, Jobs era muy consciente de su toque especial. "Se consideraba un visionario, una persona capaz de unir arte y tecnología. Creía que tenía la capacidad de inspirar a la gente para que creyera que podían hacer posible lo imposible", dice Isaacson.
Jobs siguió trabajando, aunque fuera a distancia, hasta poco antes de su muerte. Lo que más le interesaba era una nueva versión de Apple TV y los libros de texto.
Su vida estaba rodeada de sus inventos, aunque no tenía más que cualquier cliente. "Su iPhone estaba lleno de música de Bob Dylan y los Beatles... En el iPad tenía 'Toy Story', su favorita".
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.