Zapallar, Cachagua y Maitencillo viven tranquila jornada post emergencia
<P>Luego del fuerte sismo, varios residentes de esos balnearios optaron por regresar de inmediato a la capital, lo que generó atochamientos en las bencineras. Unos pocos, en cambio, aprovecharon el escaso público para dar paseos por la playa. Puente que une Llolleo con Santo Domingo fue cerrado debido al riesgo de colapso de la estructura.</P>
"Parece marzo", dice María Paz Rajevic para ejemplificar la tranquilidad que presentó durante todo el día de ayer Maitencillo, uno de los balnearios tradicionales de la Quinta Región.
Junto con su marido y sus cuatro hijos soportaron la intensidad del movimiento sísmico, y también compartieron la disyuntiva de quedarse o volver a la capital, seguir en la casa de playa o escapar a zonas más altas, en previsión de un tsunami que finalmente no llegó.
Optaron por quedarse, "porque las autoridades dijeron que había caminos cortados, y por lo tanto sugerían a las personas quedarse en sus casas".
Ella y su familia fueron de los pocos que se quedaron para aprovechar los últimos días de playa tanto en ese balneario como en otros como Zapallar y Cachagua. Ayer la postal en esos lugares era de playas casi desocupadas y silenciosas, con gente que paseaba o tomaba sol, porque el rojo fue el color que se repitió invariablemente en todas ellas.
Pilas y bencina
La actividad, en todo caso, empezó temprano. En rigor no paró desde que se inició el terremoto, porque "mucha gente comenzó a marcharse de inmediato", recuerda un lugareño.
Según los residentes consultados, el peak de vehículos que abandonaban Cachagua y Maitencillo se registró entre las 4.30 y cinco de la madrugada. La situación trajo como consecuencia el atochamiento de las estaciones gasolineras, cuadro que se prolongó al resto de la jornada.
Si bien no se observaron daños de magnitud, se podía apreciar vigilancia por parte de Carabineros y personal de la Armada.
Entre el susto y la oscuridad -debido al corte de suministro eléctrico- los vecinos recuerdan que en esos tres balnearios personal de Carabineros hizo un llamado a abandonar las casas, ante un inminente riesgo de tsunami.
Paula Maldini no se quiso ir, y ayer aprovechó de pasear junto con su padre. "Cerca del 80% de las personas (de Cachagua) se fue anoche".
Una cosa llamaba la atención de Maldini. El mar estaba calmo, con muy poco oleaje, "e incluso se puede caminar hasta la isla. Lo más probable que esta noche (ayer) haya marejadas".
En Zapallar, en tanto, los restaurantes estaban cerrados, y solo unos pocos negocios abrieron sus puertas temprano. Los comerciantes señalan que las pilas alcalinas y el combustible pasaron a ser el bien más preciado en la localidad, debido a que el corte de luz que se prolongó por gran parte del día obligó a usar linternas y equipos electrógenos autónomos.
En tanto, en centros de veraneo como Marbella la situación era de absoluta normalidad. Según indicaron en el lugar, los pasajeros que se fueron no lo hicieron anticipadamente, e incluso llegaron normalmente quienes tenían sus reservas tomadas con antelación.
Donde sí se notaron los efectos causados por la intensidad del sismo fue entre las localidades de Llolleo y Santo Domingo. Ello, debido a los daños estructurales que presentaba el puente que une ambas localidades, y que conecta con la vía de acceso a la capital.
Ante el inminente riesgo de colapso, el Ejército decidió en la tarde de ayer habilitarlo sólo para uso peatonal, situación que impidió el tránsito vehicular y obligó a los conductores a ocupar rutas alternativas como el Camino de la Fruta. Los que insistieron en atravesar por ese viaducto debieron soportar esperas de hasta una hora y media.
Otros, a esa misma hora, daban sus últimos paseos por la playa.
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