En poco más de dos siglos, la capital de Chile perdió su aspecto “soñoliento y aldeano”, hasta transformarse en una conurbación donde conviven, trabajan y se desplazan ocho millones de personas. Aunque durante siglos ha contado con la visión de autoridades y urbanistas que han velado por un crecimiento armónico, hoy -como acusa el gobernador de la Región Metropolitana- Claudio Orrego hay falta de visión “del Santiago que queremos”, que sea compartida por distintos actores y gestionada por una autoridad con atribuciones. En esta nota, arquitectos, estudios y la historia aportan para entender qué se hizo y qué se puede hacer para rescatar nuestra capital.