Boric-Milei: choque de trenes al fin del mundo
A lo largo de un año, Boric y Milei han hablado “muy brevemente” sólo en tres ocasiones, lo que refleja la distancia política y falta de sintonía que hay entre ambos. Pese a sus diferencias, hasta ahora, ambos habían logrado surfear sin grandes sobresaltos, en un esfuerzo de sus cancillerías por evitar contaminar la relación bilateral, algo que se rompió definitivamente el lunes pasado.
El jueves 21 de noviembre pasado, el embajador de Chile en Buenos Aires, José Antonio Viera-Gallo, recibió un inesperado llamado del nuevo canciller argentino, Gerardo Werthein. El breve mensaje que transmitió el transandino encendió las alarmas en el gobierno chileno, pues dejó en la incertidumbre la forma en que llevarán en adelante la relación política con La Moneda en lo que resta de gobierno del Presidente Gabriel Boric.
Con un tono “cordial” y “caballeroso”, afirman fuentes diplomáticas chilenas, el empresario y expresidente del Comité Olímpico Argentino le informó que ni él ni ningún otro funcionario viajaría desde Buenos Aires a Roma para asistir al Vaticano, como estaba acordado hace varios meses, al encuentro convocado por el Papa Francisco para conmemorar los 40 años del Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina, que evitó la guerra por el canal del Beagle.
Los titubeos de un Werthein incapaz de explicar las razones que justificaran el “faltazo” -como tildó la prensa argentina al desaire del gobierno de Milei a la Santa Sede y a La Moneda- sorprendieron al diplomático chileno tanto o más que el anuncio que le estaba haciendo el nuevo canciller transandino.
Werthein habló de problemas de agenda, pero también de que no era un buen momento para reunirse después del “desencuentro” que habría ocurrido el día anterior entre Boric y Milei en el G-20 -durante el último plenario de jefes de Estado realizado el 18 y 19 de noviembre en Río de Janeiro-, pero sin precisar cuál habría sido la causa de la molestia del mandatario argentino con su par chileno. En la cumbre, ambos cancilleres habían conversado brevemente, ocasión en la que el transandino le ratificó que encabezaría la delegación argentina a los actos del Vaticano. No se mostró particularmente entusiasta, admiten fuentes de la Cancillería chilena, pero hasta ese momento él iba y no manifestaba la existencia de algún roce o problema.
Sólo el jueves 21, la diplomacia argentina dejó entrever -aunque sin dar detalles ni a través de una explicación formal- que la molestia de Milei se debía a las diferencias que había marcado Boric en su discurso en el G-20 durante el plenario a puertas cerradas con el mensaje de Milei. El jefe de Estado argentino -quien ha dicho que su “desprecio por el Estado es infinito”- manifestó ante los gobernantes de los países del G-20 que “por múltiples causas, la mayoría de los gobiernos han insistido en un error, el error de creer que combatir la pobreza y el hambre implica gran intervención estatal o economía planificada”. Milei reiteró, además, su llamado a desregular la economía. Por el contrario, Boric defendió la labor del Estado y señaló que en Chile el neoliberalismo había profundizado la desigualdad.
Las diferencias ideológicas entre ambos mandatarios son conocidas. Pero en ningún momento hubo una confrontación directa, aseguran fuentes diplomáticas chilenas. El Mandatario chileno tampoco fue el único que marcó distancia con el discurso libertario y anti Estado de Milei. Hace algunos días, el jefe de Estado de Colombia, Gustavo Petro, a través de sus redes sociales divulgó extractos de los discursos que él y Milei habían hecho en el G-20, para remarcar sus diferencias con el argentino. Incluso, la jefa de gobierno de Italia, la derechista Giorgia Meloni, también tuvo distancia con algunos puntos de vista más extremos del argentino.
Lo que no imaginaban en la Cancillería chilena es que desde la Casa Rosada hicieran trascender a la prensa y al embajador Viera-Gallo que la molestia de Milei se debía a algunos gestos faciales que habría hecho el Mandatario chileno mientas Milei leía en inglés su discurso en el G-20.
Viera-Gallo transmitió el mensaje a Santiago. No fue el único. La representante de Chile ante el Vaticano, Patricia Araya, también llamó ese jueves al canciller Alberto van Klaveren para contarle la información que había recibido recién la Santa Sede de boca del jefe de la diplomacia argentina. Esta era igual de genérica y ambigua que la que había recibido antes Viera-Gallo. También le informó que la Secretaría de Estado Vaticana había decidido seguir adelante con los actos de conmemoración.
Varias fuentes diplomáticas chilenas señalan que Werthein no llamó directamente a Van Klaveren para avisarle que no irían al Vaticano, algo que llamó la atención en Santiago.
A pesar del “desencuentro” en sus discursos, Boric no menciona directamente a Milei en ningún momento. No lo hizo en el G-20, tampoco lo ha hecho públicamente antes.
Algo que no puede decir el propio Milei. Sólo unos días antes de la queja de la Casa Rosada sobre un eventual “desencuentro” que aún no ha sido explicado, el 14 de noviembre pasado, el presidente argentino se refirió en duros términos al Jefe de Estado chileno y a los expresidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. En la Fundación Faro, Milei parafraseó al libertario chileno Axel Kaiser para hablar de la contracción del modelo chileno, el que se debería a los gobiernos de izquierda empobrecedores.
Y antes de asumir la presidencia, en medio de su campaña, Milei también había criticado en público a Boric: “Así como esperamos sacar la plaga kirchnerista, en realidad toda la plaga socialista que azota a Argentina por más de 100 años, espero que ustedes tengan la dicha y la altura como para poder sacarse también a este empobrecedor de Boric”, dijo a mediados de 2023 en una visita a Chile.
Sólo tres conversaciones
Pese a la lejanía política, señalan en la Cancillería chilena, el Presidente Boric entendió la importancia que tiene la relación vecinal con Argentina y que esta supera a los gobiernos de turno, por lo que era imprescindible separar una mala relación personal entre los mandatarios de la relación entre los estados.
Por lo mismo, Boric viajó el 10 de diciembre de 2023 a Buenos Aires para asistir a la ceremonia de asunción de Milei a la Casa Rosada. Un gesto que fue agradecido por el mandatario transandino. El chileno fue el único jefe de Estado de izquierda de la región que participó en esos actos.
Ese 10 de diciembre del año pasado fue una de las tres ocasiones en que Boric y Milei han conversado brevemente en lo que llevan de mandato. La primera, fue días antes de ese encuentro, el 19 de noviembre, cuando el chileno llamó a su par argentino para felicitarlo tras su triunfo en el balotaje.
La última conversación también fue formal y muy breve, señalan fuentes de la Cancillería chilena. Ocurrió a mediados de junio pasado, en Suiza, cuando ambos se toparon en el pasillo rumbo a uno de los plenarios de la Cumbre por la Paz, donde Boric se alejó de las posiciones de mandatarios de la izquierda sudamericana como Lula da Silva y Gustavo Petro, y apoyó a Ucrania ante la invasión sufrida por Rusia. Una decisión que lo acercó a Milei.
Esa vez, mientras caminaban por uno de los pasillos del hotel Bürgenstock en Suiza rumbo al salón plenario, Boric le comentó a Milei sobre la existencia de un problema en Tierra del Fuego, por la instalación de unos paneles solares en territorio chileno.
Miembros de la delegación chilena, que acompañaban al Mandatario chileno en la gira a Suiza, comentan que Milei dio a entender que no estaba enterado de ese hecho, sin darle mayor importancia.
El argentino reaccionaría días después, luego de que Boric, desde Magallanes, lanzara un ultimátum: “O los sacan ellos o los sacamos nosotros”.
En Cancillería chilena argumentan que la falta de reacción inicial de Milei por el tema de los paneles solares no se habría debido a una intencionalidad de escalar el conflicto con Chile, sino a su falta de interés en temas regionales. Para Milei su prioridad es la economía y en política exterior sus ojos están puestos en un acercamiento con Estados Unidos e Israel, con miras a convertir a Argentina en uno de sus principales aliados en la región y destino de inversiones estadounidenses.
Una Cancillería argentina paralizada
Durante los primeros 10 meses de convivencia, la mala relación personal entre Boric y Milei no tuvo efectos en la agenda bilateral, afirman fuentes de la Cancillería.
“Mientras estuvo Diana Mondino al mando de la Cancillería, la relación política fluyó bien”, dicen diplomáticos chilenos. Los problemas partieron tras su abrupta salida.
“Teníamos la duda sobre la capacidad institucional de la Cancillería argentina para resistir la presión de la Casa Rosada”, señalan diplomáticos chilenos. Por algunos meses, admiten en Santiago, hubo esperanzas de que la Cancillería argentina fuera capaz de contener los arranques más extremos de Milei en política exterior y “llevar por el lado” las relaciones con los demás países con una mirada de Estado, tal como lo hizo la diplomacia brasileña en el gobierno de Jair Bolsonaro.
Pero Itamaraty es por lejos una de las diplomacias más profesionales y sólidas de la región. La Cancillería argentina, en tanto, no fue capaz de resistir el embate de Milei.
La primera señal de intervención desde la Casa Rosada y el núcleo más estrecho a Milei se produjo en julio pasado, con la designación de la abogada de familia ultraconservadora Úrsula Basset como “asesora” de la Cancillería. Basset es íntima amiga de Karina Milei, la hermana y principal asesora del mandatario argentino.
Sin experiencia en temas internacionales, Basset se instaló en la oficina contigua a la de la entonces canciller Mondino y, pese a no tener un cargo específico, comenzó a revisar en forma crítica todo lo relacionado con la Agenda 2023 de la ONU en materia de género e infancia.
El 30 de octubre pasado vendría el golpe mayor desde la Casa Rosada. Molesto por la votación de Argentina en la ONU a favor de una resolución no vinculante presentada por Cuba en contra del embargo económico, Milei echó a la canciller Mondino, reemplazándola por el empresario Gerardo Werthein. Milei también expulsó al representante de Argentina en la ONU y en entrevista en el programa de su pareja, Amalia “Yuyito” González, el mandatario transandino amenazó directamente con echar de la Cancillería a todos los funcionarios diplomáticos argentinos que no siguieran sus órdenes explícitas.
“Estoy para echar a todos los involucrados en esa gestión, son traidores a la patria. Estamos viendo el formato legal para echarlos, la política exterior la fija el Presidente, no puedes ir y votar cualquier cosa”, remató en la entrevista con su actual pareja.
Desde entonces, señalan diplomáticos argentinos y chilenos consultados por La Tercera, la Cancillería argentina entró en una parálisis casi total.
“Todas las decisiones, hasta las más mínimas, las toman desde la Casa Rosada, el Presidente Milei, su hermana Karina, el asesor Santiago Caputo, Úrsula Bassett, y el subsecretario de Culto, Nahuel Sotelo”, señalan las fuentes consultadas.
Nahuel Sotelo (29 años) es diputado de la provincia de Córdoba por el partido La Libertad Avanza, de Milei. Católico ultraconservador y que ha negado el terrorismo de Estado en dictadura y los efectos del cambio climático, es un férreo seguidor de Milei. Antes de asumir en la Cancillería no trepidaba en criticar a Lula da Silva y otros jefes de Estado de izquierda a través de su cuenta en redes sociales X.
Con la salida de Mondino se fue la plana mayor de la Cancillería. Muchos de los cargos aún están vacantes. Los diplomáticos argentinos de niveles intermedios hacia arriba simplemente rehúyen asumir puestos de dirección por el temor a que los echen al primer problema. Y ahora saben que los traspiés pueden surgir por cualquier cosa con un mandatario que no tolera discrepancias y que actúa de manera impulsiva en materia internacional, tal como ocurrió días atrás con la abrupta decisión de no enviar al Vaticano a una delegación desde Buenos Aires encabezada por el nuevo canciller Werthein.
En Argentina, Werthein se apresuró el domingo pasado en señalar que “la relación con Chile está intacta”. Así lo demuestra la enorme cantidad de reuniones y comisiones técnicas que funcionan normalmente en los más diversos ámbitos. Desde entonces, la frase ha sido repetida como un mantra en Buenos Aires y Santiago, en un esfuerzo por no contaminar las relaciones entre los dos Estados con las diferencias y distancias que hay entre los mandatarios, pero la incertidumbre por la forma en que se llevará la relación entre ambos ya está instalada.
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