Cristóbal Bellolio: “Ni el PC ni el FA pueden reclamar que Boric se derechizó de forma arbitraria”

Cristobal Bellolio
El analista político Cristóbal Bellolio. Foto: Andres Perez

Para el analista, son las condiciones del país las que hicieron girar la agenda. Y agrega que si los temas prioritarios son economía y orden público, “es mejor que la conducción la tome el Socialismo Democrático, que tiene menos tejado de vidrio”.


La agenda de seguridad no da tregua. El violento asesinato de un tercer carabinero en menos de un mes golpeó al país. La frenética discusión parlamentaria para despachar leyes que doten a la policía de mayores herramientas sometió al gobierno a una máxima presión interna y externa.

En medio de la vorágine, Cristóbal Bellolio, doctor en Filosofía Política y Máster en Teoría Política y Legal, reflexiona sobre los factores que se han puesto en juego tanto en la izquierda como en la derecha. Pero él va más allá. Hurga en los símbolos que han empezado a caer de lo que algunos llaman el “octubrismo”, pero que él define como el “ethos” del estallido social.

Bellolio llama a la mesura. Alerta sobre el riesgo de que se instale una batalla por quién tira más fuerte la primera piedra. “Esta manera de relacionarnos está matando, envenenando la convivencia y la cultura democrática chilena”, dice.

El asesinato del cabo Daniel Palma, el tercero en un mes, alteró el clima país. ¿Cómo y de qué modo cambia el escenario para el gobierno?

Diría que acentúa las dificultades de un gobierno cuyos protagonistas estaban preparados para hablar de derechos sociales, feminismo y abusos empresariales. Ahora tiene que administrar con urgencia y eficacia una agenda económica y de orden público que no estaba en su repertorio original. Más aún: son dos temas en los cuales tienen cierto tejado de vidrio. Pero esto no es de hoy. El gobierno asumió cuando estos temas ya eran prioritarios. Eso explica el ascenso de José Antonio Kast y la desconexión de la Convención Constitucional con el nuevo clima país.

¿Este nuevo escenario le exige al oficialismo un cambio radical?

Creo que el giro del gobierno para encarnar los sentidos más comunes y menos vanguardistas, por así decirlo, comenzó la noche del 4 de septiembre del 2022. Obviamente, los últimos sucesos confirman ese giro y obligan al gobierno a hacer gestos más concretos y visibles. Y, claro, si eso significa tensionar la coalición oficialista, así tendrá que ser. Boric no es sólo el líder de su coalición. Gobierna para todo Chile.

Pero necesita de su mundo político para apoyarse. ¿Eso implica superar la grieta con sus dos coaliciones o no necesariamente?

Es que mientras sigamos pegados en el eje orden público, el oficialismo y la izquierda la tendrán difícil. Ahora bien, sabemos que si los temas son economía y orden público es mejor que la conducción la tome el Socialismo Democrático, que tiene menos tejado de vidrio. Y si eso profundiza una grieta en el oficialismo, así tendrá que ser hasta que encuentren otra agenda de convergencia. Tampoco es para dramatizar.

¿No?

No, porque todas las coaliciones ideológica y culturalmente amplias tienen momentos de tensión. Los tuvo la Concertación y hasta la derecha en Piñera 1. Lo importante es que el Presidente esté situado donde debe estar, encarnar el sentir mayoritario del país.

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06 Abril 2023 Entrevista a Cristobal Bellolio, doctor en Filosofía Política. Foto: Andrés Pérez

¿Mano dura?

La situación actual, ¿podría legitimar la necesidad de actuar con “mano dura”?

Más bien, lo que se legitima es que el gobierno tiene que alejarse de su ADN original y se ponga más duro en un tema donde antes era blando. Eso sin dudas. El gobierno no puede regalarle el orden público a la derecha. Y si lo hace bien, con sentido de urgencia, señales políticas claras y consistencia en la autocrítica, puede salir de este pantano.

Me refiero más que nada a si el clima favorece el surgimiento de un estilo como el de Bukele.

Es cierto que se percibe un tufillo de regresión autoritaria y esa cancha le favorece a la derecha en lo inmediato. De hecho, es probable que gane en la próxima elección de mayo. Pero el gran error del mundo político suele ser el hacer diagnósticos concluyentes por climas contingentes. Ni cayó el capitalismo en el 2019 ni ahora necesitamos a Bukele.

Entonces, ¿le resta dramatismo?

Creo que la mayoría de los problemas que tenemos en orden público no tienen que ver con exasperar las penas, sino con recursos y efectividad. Y el gobierno tiene esas herramientas.

¿Fin del octubrismo?

La semana cerró con un acuerdo entre el gobierno y la oposición para despachar la llamada Ley Nain-Retamal. Esto incomodó a sectores de la izquierda. Usted ha hablado de una derrota del “ethos del estallido”. ¿Hay algo de eso aquí?

Primero, entiendo que ambas partes cedieron y algunos de los aspectos más problemáticos para el gobierno -desde la perspectiva de derechos humanos- fueron limados, pero el clima en el cual se dio este debate ya es indicativo de la derrota del “ethos” octubrista.

¿En qué sentido?

El debate gira en torno a darle mayor facultad y más respaldo político a la policía. En cierto sentido, mezcla el combate a la delincuencia común con la dimensión violenta de la protesta, todas cuestiones en las cuales el entorno del Presidente Boric opinaba otra cosa hasta hace poco tiempo.

¿Y eso quiere decir que hay una suerte de derrota del octubrismo?

Creo que la derrota más resonante del “ethos del estallido social” fue el plebiscito del 4 de septiembre. Y cuando hoy se dice que hay una especie de segunda derrota de octubre, creo que tiene que ver con que en el estallido social había una generación que condonaba o era ambigua respecto de la dimensión violenta de la protesta.

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06 Abril 2023 Entrevista a Cristobal Bellolio, doctor en Filosofia Politica. Foto: Andres Perez

El propio Presidente hizo un mea culpa y llamó a reflexionar sobre lo que habían dicho o hecho cuando no eran gobierno…

Sí, el Presidente ha hecho otras autocríticas también. Lo que yo estoy viendo es que hay un ecosistema político-generacional, que es el del Presidente Boric, que hasta hace poco tiempo estaba ebrio de convicciones justicieras. Era porque veían muy lejos la posibilidad de gobernar. Y convengamos que ser oposición es bastante fácil en este país. Pero ahora les toca gobernar y se han dado cuenta de que eso requiere responsabilidad, tener la cabeza fría. Eso me parece bien.

¿Qué es lo que le parece bien?

Que se produzca ese cambio de actitud. La gente critica las volteretas, bueno, yo prefiero que alguien que haya estado equivocado hoy asuma la posición correcta. Algunos dicen que su apoyo a Carabineros es una moda. Yo espero que lo esté haciendo desde la profunda convicción de que la primera función del Estado es asegurar el orden público. Si es su convicción, entonces enhorabuena.

¿Diría que Boric y el Frente Amplio han tenido que madurar a la fuerza?

Creo que entendieron que gobernar es navegar. Y cuando te enfrentas a una tormenta en materia de economía y otra en el orden público, tu responsabilidad es llegar a puerto y aprender a superar las tempestades.

¿El problema de Boric es su coalición política originaria, el Frente Amplio y el PC?

Lo primero es que el PS le hace muy bien a este gobierno. Ni el PC ni las fuerzas más de izquierda del gobierno pueden reclamar que el Presidente se derechizó de forma arbitraria. Lo que pasó es que cambió el escenario político y social.

En medio de ese ajuste de fuerzas políticas, ¿a Boric dónde lo ve?

A Boric lo veo tratando de ajustar su buque a condiciones climáticas distintas a las que inicialmente pensó. Su dificultad es tener que transar entre esas dos coaliciones. Una que debe estar tremendamente frustrada, porque cambió el plan original, y otra que llega justamente a ayudar porque tiene más experiencia para conducir este buque en el nuevo clima...

Justo ahí se trasluce la tensión entre esas dos almas…

Es normal que eso ocurra. Pero sus partidos tienen que ser capaces de leer la agenda país. Sería absurdo que la izquierda renunciara a entender el fenómeno de la delincuencia desde una perspectiva más compleja. O sea, tiene que ocupar el garrote para resolver la urgencia de una delincuencia desbandada, pero debe seguir comprendiendo el fenómeno como una cuestión vinculada a la injusticia social, a las carencias materiales. Dejaría de ser izquierda si no lo hiciera o si se dejara de preocupar por los derechos humanos.

El dilema entre seguridad y derechos humanos es otro de los nudos más complejos de desatar, ¿no?

Hay que encontrar un equilibrio. Los liderazgos se prueban cuando haces lo correcto, independiente de lo que dicen las encuestas. El Presidente Boric no puede renunciar a una agenda de derechos humanos porque las encuestas digan que hay que moler a palos al primer delincuente que encontremos en la esquina. Si lo hiciera, renunciaría a ser el Presidente de un país democrático. Renunciaría a ser de izquierda. Y no puede renunciar a su identidad.

Una cosa es la renuncia y otra cosa es lo que ha dicho Daniel Mansuy: que Boric ha tenido que traicionarse a sí mismo. ¿Es lo mismo?

No. Yo creo que Boric todavía se está construyendo a sí mismo. Él siempre ha sido un personaje complejo, de convicciones socialistas libertarias. Desde mucho antes que otros, ha tenido una mirada muy escéptica respecto de los procesos políticos latinoamericanos de izquierda que derivan en autoritarismo. Boric es un antiautoritario. No creo que él se esté subiendo al carro I love police por moda…

Parece ser bastante más compasivo con la figura del Presidente que otros analistas como Carlos Peña, por ejemplo…

No es de compasivo. Lo que me preocupa, la gran enfermedad que tenemos hoy, es que estamos con los bolsillos cargados de piedras para lanzárselas a otro. Y como el Frente Amplio, digámoslo, fue especialmente generoso en tirar piedras durante el pasado gobierno, eso se potenció. Lo hacen los actores políticos, las personas en redes sociales. Todos andamos con los bolsillos cargados de peñascos esperando que nuestro adversario tenga la más mínima caída para molerlo a piedrazos o exagerando los pecados del rival.

Cristobal Bellolio
06 Abril 2023 Entrevista a Cristobal Bellolio, doctor en Filosofia Politica. Foto: Andres Perez

¿Por qué diría que llegamos a eso?

Muchas veces la conversación se da entre dos turbas que se están tirando piedras. Algunos líderes moderados deben sentir que si no se matriculan rápidamente con una posición, los van a tratar de tibios, de traidores. Nos hace falta tener líderes más valientes, porque esta manera de relacionarlos está matando, envenenando la convivencia y la cultura democrática chilena.

Como síntoma, ¿es lo más preocupante?

Es el problema que más me preocupa. Yo lo llamo el “primera-piedrismo”. Pasa que mucha gente de derecha está picada con el Frente Amplio por cómo fueron como oposición. Lo lamentable es que ellos están repitiendo el libreto de una oposición odiosa. Eso incentiva un carrera armamentista. Se va subiendo la apuesta para hacerle más daño al rival. Esto es tremendamente autodestructivo para el sistema.

Hasta ahora, la derecha no ha logrado capitalizar la caída del gobierno. ¿De qué depende que se levante como una opción?

Hoy no veo mucha articulación. Y el ascenso de Rodolfo Carter complejiza el escenario. O sea, Carter es una complicación tanto para Evelyn Matthei como para José Antonio Kast...

¿Por qué? ¿Qué podría cristalizar Carter?

Carter es un personaje interesante, porque insiste en una estrategia que la derecha quiso desplegar, pero en la que todavía no le ha ido bien; la del líder que no proviene de la élite. Lo intentaron en su momento con Laurence Golborne, no funcionó. Lo intentaron con Sebastián Sichel y se desplomó a pesar de que pegó en el palo y logró ganar la primaria…

Siempre se dice que, al final de cuentas, la derecha no deja que un exógeno entre a su mundo. ¿Eso es?

Puede ser algo de eso, pero Carter es interesante en otro aspecto. Se subió a surfear una agenda que para la derecha es grito y plata. Pero, además, puede traer otra sorpresa: es un alcalde de una comuna tremendamente populosa y si el día de mañana abre su vida privada, podría empezar a complejizar aún más al personaje y demostrar que la derecha no es tan cartucha.

La otra élite

Otro punto a despejar después del estallido es si se mantiene o no el clivaje élite versus pueblo. ¿Cómo lo ve?

En mi opinión, no hay que leer el antiestallido social del 4 de septiembre o esta ola de temor frente a la delincuencia que pide más facultades para las policías como si fuera el regreso de la tecnocracia. Tampoco hay que entenderla como un regreso a la adoración de la élite.

¿Cómo habría que leerlo, entonces?

Me atrevería a apostar que parte del discurso antielitista que se dio en el estallido social finalmente fue vehiculizado por Gabriel Boric en la elección presidencial y por algunas figuras como Parisi, que también apuntaron a la élite como enemiga. En ese sentido, creo que las élites no se han rehabilitado en este país.

¿Pero sí ha habido un giro respecto a la percepción?

Es que si te fijas en los discursos del 4 de septiembre, lo que ha pasado es que el foco se desplazó. La élite, ubicada en las tres comunas, se veía como divorciada de la sensibilidad nacional. Con el proceso constituyente más bien parecía que en algunas cosas el viejo de La Dehesa estaba más en sintonía con el viejo de Angol y con la señora de Sierra Gorda que el cabro joven de Ñuñoa que habla de disidencias sexogenéricas y plurinacionalidad. Ese lenguaje de ONG que se importó de manera crítica al texto constitucional parece haber provenido de otra élite que se desplazó de Vitacura a Ñuñoa.

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