Jackson otra vez en la cornisa
En un plano silencioso, pero activo, el fundador de RD ha seguido el derrumbe del proyecto político del cual es el líder indiscutido. Aunque en su mundo insistan en que ya no tiene el ascendiente de antes, y que hay que “desgiorgizar” el partido, el pedido de su cabeza vuelve a estar sobre la mesa.
Desde el viernes 16 de junio, tal como lo hacían cuando vivían sus mejores momentos en el Congreso, el Presidente Gabriel Boric y el ministro Giorgio Jackson hablan todos los días por teléfono. Pero a diferencia de antes, los llamados y mensajes no son para hablar del futuro, sino que para ver cómo enfrentar la peor crisis por la que ha pasado Revolución Democrática y que golpea también duramente al gobierno.
-“No tenía idea de nada”, fue lo primero que Jackson, hoy ministro de Desarrollo Social, le dijo al Presidente apenas entendió que la crisis que enfrenta RD, el partido que fundó tras su salto a la fama en el movimiento estudiantil y del cual es la principal figura, era más grande de lo esperado.
Al leer la publicación del medio Timeline, Jackson se enteró de la primera hebra de un entramado que parece expandirse a medida que pasan los días: Daniel Andrade, entonces pareja de la diputada Catalina Pérez -otra de las autoridades emblemáticas de RD-, y el entonces seremi de Vivienda de Antofagasta, Carlos Contreras -quien además había sido jefe de gabinete de la parlamentaria-, habían suscrito tres convenios por $ 426 millones a través de la fundación Democracia Viva para una intervención socioterritorial de asentamientos precarios.
El conflicto de interés evidente era solo la superficie de un caso que en un primer momento Revolución Democrática no supo calibrar, y que sacudió los fundamentos del proyecto político y personal al que Jackson ha dedicado la última década de su vida: los mismos que habían construido su identidad sobre la base de tener “una escala de valores diferente de la generación que les antecedió” ahora eran protagonistas de un escándalo que tenía todo lo que criticaban y que tiene olor -según ha advertido el propio oficialismo- a corrupción.
Lejos de los juicios vociferantes que han ido subiendo el tono con el correr de los días, o de buscar ser el líder de un proceso de reestructuración y limpieza del partido, Jackson ha optado por mantenerse distante y ver la crisis desde otro lugar. Por mucho que aún aparezca como el gran líder de RD, ha asumido que ya no pesa lo mismo que en sus días de gloria, cuestión que incluso acomoda a su equipo, que prefiere mantenerlo al margen de la crisis y concentrado en sus funciones como ministro de Desarrollo Social.
El mismo Presidente le ha pedido que se enfoque en su rol en la emergencia por las inundaciones y que se despliegue por el país, algo que lo ha mantenido ocupado y viajando a distintas regiones para viabilizar las ayudas.
Ese rol “menos político” y “más social”, reconocen en La Moneda, ha apuntado -entre otros efectos- a resguardar su figura, la que se ha convertido en un flanco permanente para el gobierno. Primero, luego de los errores en la Segpres por sus juicios contra el Socialismo Democrático y su mala relación con parlamentarios de ese mundo, que sellaron su salida del comité político y el movimiento a Desarrollo Social en el primer cambio de gabinete. También por los cuestionamientos por su gestión en su actual cartera, que lo llevaron a sortear una acusación constitucional en enero, que fue rechazada con lo justo.
Por lo mismo, habían pasado solo algunas horas desde que estalló el escándalo cuando sectores de la derecha, e incluso integrantes del oficialismo, como el senador Fidel Espinoza (PS) -quien se ha comunicado reiteradamente con autoridades del gobierno para pedir que tomen decisiones sobre la figura de Jackson-, ya pedían su cabeza.
El peso de esas críticas es algo que el ministro ya tiene asumido, y aunque le afecta a ratos, también ha transmitido que lleva tiempo recomponiendo relaciones con algunos sectores y que le tranquiliza que Boric, de quien además sigue siendo amigo personal, considere que es un aporte importante a su administración.
Así se lo ha hecho ver a sus cercanos: “Yo seguiré en el gobierno en la medida en que le sea útil al Presidente”.
Fiebre
El lunes 19, a tres días de que explotara el escándalo, a Jackson le dolía la cabeza. Luego de participar de una ceremonia de We Tripantu en Peñalolén, su equipo le recomendó acudir al centro médico de La Moneda. Tenía 37,8 de fiebre. El consejo fue que iniciara tratamiento con antibióticos e hiciera reposo.
Desde su casa en esa misma comuna, el ingeniero vio la primera conferencia de prensa de la diputada Pérez. Fue el martes antepasado. Acompañada por otras diputadas del partido y por el presidente de RD, Juan Ignacio Latorre, la parlamentaria deslindó responsabilidades en los “dos hombres adultos” involucrados. Parte de esa estrategia se la había anticipado al propio Jackson, en el único intercambio que han sostenido estos días y en el que -según quienes conocieron de su tenor- apenas cruzaron algunas palabras sobre el plan de contención que activaría la representante por Antofagasta. Desde entonces no hablaron más.
Para Jackson, que Pérez sea la apuntada no es un tema menor, ya que tienen una relación de cariño y estrecha confianza. Ambos se conocen desde la movilización estudiantil de 2011 y luego compartían en el “tercerismo”, sector de RD. Por el mismo grupo fue que el ahora ministro promovió la candidatura de la diputada a la presidencia del partido, enfrentándose a los “pantalones largos”, sus eternos compañeros de militancia y con quienes fundó el partido (Miguel Crispi, jefe del Segundo Piso de La Moneda, entre ellos). Pero no tardaron mucho en alejarse, ya que tras ganar la elección Pérez creó su propio bando por algunas diferencias.
Con esos antecedentes, en el equipo del ministro tenían claro que los focos del escándalo ahora lo apuntarían a él.
Ese martes Jackson se comunicó con su jefe de asesores, Claudio Castillo, para pedirle que pusiera prioridad en revisar todas las transferencias a fundaciones vía trato directo y recabara antecedentes que pudieran afectar a su ministerio.
“Está claro que ahora irán por nosotros”, comentaron en el equipo más íntimo de Jackson. Y tenían razón: en las últimas semanas les han llegado varios oficios y solicitudes de transparencia de parlamentarios de oposición con el objetivo de fiscalizar convenios y contrataciones. Una de ellas, la de Liliana González (RD), excandidata al Consejo Constitucional por Antofagasta y cercana a la diputada Pérez, quien se incorporó a la Conadi -dependiente de Desarrollo Social- solo 18 días después de perder la elección. De todas formas, la semana pasada dejó de trabajar en la cartera luego de que estallara la crisis. Según explicaron en la repartición, no hubo renuncia, porque su contrato no alcanzó a tramitarse.
En el equipo de Jackson hicieron un control de daños entre sus colaboradores: Diego Vela, su jefe de gabinete y uno de los militantes más cercanos a él por su pasado en la Nueva Acción Universitaria (NAU) en la PUC, había sido director ejecutivo de la fundación Rumbo Colectivo. La organización está ligada a varias figuras de Revolución Democrática que tienen hoy funciones en el gobierno. Por eso, buscaron asegurarse de que la entidad no hubiese recibido fondos estatales y así se despejó.
Durante estos días también algunos parlamentarios miraron con atención el vínculo entre la asesora del ministro, Nicole Martínez (RD), y Daniel Andrade. Ambos fueron líderes estudiantiles en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile por la UNE (Unión Nacional Estudiantil), el movimiento que más tarde entró a ser parte de RD. En todo caso, en el gabinete siempre estuvieron tranquilos, porque Martínez “cortó su relación hace tiempo con esa facción del partido”.
Frustración
Pese a que ha buscado mantener un bajo perfil, Jackson ha estado en diálogo constante con Juan Ignacio Latorre y ha participado de conversaciones e instancias con los ministros y subsecretarios de su partido. Es más, en el grupo de WhatsApp que comparten autoridades de RD -en el que también participan Crispi, y el director de la Secom, Pablo Paredes-, el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, los convocó el miércoles 21 de junio a una reunión en su casa, en la que solo participaron ministros, subsecretarios -como Tatiana Rojas, quien tuvo que renunciar a Vivienda luego de que los antecedentes salieran a la luz- e integrantes de la directiva, como Latorre.
Entre los presentes tienen claro que el partido está en una posición compleja: de los ocho subsecretarios que asumieron al principio del gobierno, solo dos se mantienen en el listado, lo que se suma a la pérdida de influencia en las decisiones políticas de Jackson, quien ya en septiembre del año pasado tuvo que abandonar su rol en el comité político. Además, hay otras responsabilidades que le cobran al partido, como su influencia en los nombramientos de autoridades y los seremis que hoy están cuestionados: sin ir más lejos, antes de asumir Boric designó a Crispi para nombrar las secretarías regionales y negociar con las autoridades, conversaciones en las que Jackson también participó.
En la casa de Ávila no estuvo la subsecretaria Carolina Pérez, quien es una de las autoridades del partido vinculadas a Democracia Viva, pues ejerció como directora de metodologías de la fundación en 2021. De hecho, junto a la delegada presidencial del Biobío, Daniela Dresdner (RD), son las autoridades mencionadas en la querella que presentó el partido.
En el encuentro, las autoridades aseguraron que tenían que acelerar las acciones de RD para impulsar la querella, expulsar a Andrade y Contreras -decisión que el Tribunal Supremo del partido hizo oficial el viernes pasado-. También dieron un respaldo al presidente Juan Ignacio Latorre, ya que consideraron desproporcionadas las críticas que había recibido entonces, que han ido aumentando con el correr de los días.
Recién el viernes 23 Jackson regresó a La Moneda a enfrentar el temporal tras sus días de reposo. Ahí conversó por primera vez el tema con el Presidente de manera presencial. Ambos compartieron sensaciones: coincidieron que estaban frustrados y que sentían rabia e impotencia.
Esa misma tarde Jackson habló por primera vez en público: “Es un caso absolutamente inaceptable para quienes hemos tratado en nuestro historial de aumentar los estándares en materia de probidad y de transparencia”, dijo, a la vez que recalcó que “nos duele y nos decepciona más aún, porque por supuesto que queremos aumentar los estándares, y creo que la ciudadanía ha venido demandando eso”.
A la semana siguiente el giro en el tono de RD fue evidente. Junto a la presentación de la querella, poco a poco los parlamentarios se fueron desligando de la figura de Pérez. Lo mismo hizo después Latorre.
Jackson también endureció su juicio. Este miércoles dijo que “ya hace hartos días que no estoy en contacto con ella y me imagino que tendrán ahora que ir respondiendo a las distintas instancias, tanto al interior del partido como también en el plano judicial y la Contraloría”.
El cambio de tono causó confusión en los demás partidos del Frente Amplio y así lo cuestionaron en el comité político ampliado del martes en La Moneda, y en una reunión que sostuvieron los presidentes del FA junto a la ministra Antonia Orellana el viernes, en donde se pidió que existiera mejor comunicación en el sector para evitar descuadres en las salidas.
La crítica tiene que ver con que han notado un desorden en el actuar de los diputados y han criticado que no haya articulación. Jackson, por ejemplo, ni siquiera ha hablado con algunos parlamentarios de su partido desde que estalló el escándalo.
No mezclar
En el gobierno la instrucción ha sido no mezclar todos los casos. Así lo hizo ver el Presidente cuando -cambiando el tono, ya que el martes había asegurado que no ponía las manos al fuego por nadie- blindó al ministro Carlos Montes (PS); al seremi de El Maule, Rodrigo Hernández (RD), y a la delegada Daniela Dresdner (RD).
“Es importante que seamos capaces de distinguir y no metamos a todos en un mismo saco, porque cuando se presume que todos son igualmente responsables por hechos distintos, al final nadie termina siendo responsable. Y, por lo tanto, yo tengo el deber también de diferenciar. He hecho valer la responsabilidad política en los casos que en mi criterio corresponde, pero eso no significa que acá, ante el festival de renuncias que está pidiendo la oposición o algunos personeros, yo vaya a decir que sí a cualquier cosa. En la medida en que me forme la convicción de que hay irregularidades que implican una responsabilidad política, se hará valer”, dijo Boric desde el Biobío.
Lo mismo les ha transmitido a las bancadas. Al mediodía del martes, Boric aprovechó de reunirse a solas con el senador Gastón Saavedra (PS) en la oficina municipal de Alto Biobío. En esas conversaciones la intención que ha planteado el Mandatario es apuntar los dardos a quienes son verdaderamente responsables y hacer llegar el mensaje a las bancadas.
Pero hay quienes insisten en los cuestionamientos y creen que el cambio de tono del Mandatario es para proteger a los ministros Montes y Jackson.
“Presidente, no siga blindando a la delegada del Biobío y seremi de El Maule. Esto es un escándalo de marca mayor que ya tiene a dos ministros sin piso alguno para seguir. No dilapide su capital político. Permita que primero se investigue todo, que fue lo que comprometió con el país”, escribió el senador Fidel Espinoza.
Mientras, en Revolución Democrática también han buscado desligar a Jackson del conflicto. Es más, dicen que no está articulado en su sector -el “tercerismo”- y que hoy hay grupos más fortalecidos en el partido buscándole una salida a la crisis, entre los que están los “pantalones largos” -donde participa Miguel Crispi- y el “ecofeminismo”, con cercanía a autoridades como el ministro Ávila.
Los más escépticos miran con distancia la movida. Piensan que la idea de “desgiorgizar RD”, como se les ha escuchado decir a sus fundadores, tiene bastante de necesidad. Pero también bastante de conveniencia.
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