Jaime de Aguirre: “A veces se mira a TVN como un terreno en disputa, más que como un patrimonio social que hay que cuidar”
El exdirector ejecutivo de TVN habla del rol social de la televisión pública, a semanas de la controversia en torno a Matías del Río en Estado Nacional. Para que el canal pueda cumplir su misión de defensa del pluralismo y la democracia, dice, necesita “recuperar el afecto de sus dueños o administradores”, la clase política. El autor del himno del No se refiere también a la campaña del Apruebo.
Toma su teléfono que está sobre la mesa y dice: “La gente mira un aparato y cree que lo que dice ahí, en las redes, es verdad. Sabemos que no es así”. Jaime de Aguirre (1952) usa ese ejemplo para referirse a un tema que le apasiona. En medio de la nube digital, donde conviven informaciones de toda estirpe, campañas del terror y fake news, el exdirector ejecutivo de TVN piensa que la televisión pública tiene un rol. “Mientras más ruido mediático hay y más contenido irresponsable, se hace más necesaria una televisión pública que marque estándares de calidad, de profesionalismo y de periodismo independiente”, afirma.
Ex Mapu y compositor del himno de la campaña del No (Chile, la alegría ya viene), en 1991 Jaime de Aguirre asumió como director de programación de TVN. Fue una década donde el canal consolidó su liderazgo con una destacada oferta de información, entretención y cultura. Tras asumir la dirección de Chilevisión en 2002, regresó a TVN en 2016 como director ejecutivo y renunció dos años más tarde acusando presiones del gobierno de Sebastián Piñera.
Hoy se desempeña como consultor de la productora AGTV, de Pablo Ávila, y es socio de Felipe Heusser -coordinador del comando del Apruebo- en Súbela Radio. Desde esa posición observó el conflicto que provocó hace unas semanas la salida y retorno de Matías del Río a Estado Nacional. Y a 30 años de la ley que creó TVN, en el inicio de la transición, defiende el rol de la estación.
-Nunca ha sido fácil que TVN encuentre un espacio cómodo en la sociedad. No necesariamente se ha asumido en plenitud el rol de lo que tiene que ser una televisión pública. En primer lugar, porque no todo el mundo piensa lo mismo acerca de qué tiene que ser una televisión pública. Hay gente que piensa que la televisión pública tiene que ser la televisión del gobierno de turno. Hay otros que pensamos que es una organización estatal que trasciende a los gobiernos, no obstante sean estos los que la administran temporalmente en cada período. Yo creo que la televisión pública corresponde a uno de los roles que debe asumir el Estado. Hoy, cuando las comunicaciones son tan importantes en todo ámbito, tenemos la posibilidad tecnológica y profesional de desarrollar medios de comunicación que propongan estándares de calidad, que contribuyan a la identidad nacional y que ayuden a fortalecer la democracia.
¿TVN logró cumplir esos objetivos en sus primeros 30 años?
Yo no lo dividiría en los primeros 30 o los segundos 30. Creo que es un desafío permanente y evidentemente, porque las sociedades van cambiando, nunca la misión está cumplida al 100%. Creo que es más importante tener clara tu misión y el enfoque, la dirección hacia dónde quieres apuntar, y eso depende en gran medida del dueño. La dificultad es que el dueño es todo el país, representado de alguna manera por la clase política, que es la que administra. Por lo tanto, puede que se haga difícil obtener el afecto del dueño, lo que es una lástima, porque cuando se deja de tener el afecto del dueño se hace más difícil llevar adelante la misión.
¿Cuando estuvo a cargo de TVN experimentó esa falta de afecto?
Sí. Fue bien difícil conseguir, por ejemplo, que se hiciera un aporte de capital después de 25 años. Fue muy difícil que se entendiera, lleno de sospechas y tironeos, fue muy complejo. Lo que refleja que a veces se mira el proyecto de Televisión Nacional como un terreno en disputa más que como un patrimonio social que hay que cuidar.
Siendo un canal público, TVN tiene que autofinanciarse como canal privado
A mí no me molesta tanto que se financie en gran parte por el mercado, porque es un termómetro de cómo está siendo recibido por las audiencias. Pero creo que si algo ha cambiado es precisamente la necesidad de encontrar una manera de financiar TVN sin que esto signifique que el canal comienza a depender del gobierno de turno. No es imposible, pero es difícil. Y requiere de la voluntad de todos quienes participan en las tomas de decisiones con respecto al canal, básicamente la clase política. Y también los profesionales que trabajan al interior.
¿Aprecia hoy voluntad o interés de la clase política?
Yo estoy lejos de Televisión Nacional en este minuto, por lo tanto, no sé exactamente lo que ocurre. Espero que Televisión Nacional recupere el afecto de sus dueños o administradores, los dueños somos todos los chilenos. Pienso que hay que recuperar el foco y un ejercicio útil es leer la ley de Televisión Nacional, es muy inspiradora.
La ley estableció un equilibrio político en su directorio, basado en dos grandes bloques. ¿Tiene sentido hoy?
La ley es extraordinariamente sabia: el Presidente de la República propone a los directores, pero el Congreso los ratifica. Eso me parece un muy buen punto de partida. Probablemente ahora haya que pensar en algunas modificaciones, dado el tiempo que ha pasado, como ya no existen políticamente los dos grandes conglomerados de inicios de los 90. Quizá una manera de resolver eso es, por ejemplo, aumentar la cantidad de directores. Puede ser. Pero yo creo que está bien inspirado el proyecto de ley que actualmente rige a Televisión Nacional.
No creo que sea conveniente para el país tener un canal público que se transforme en instrumento de propaganda del gobierno de turno”.
De todos modos, no está libre de las presiones políticas.
El problema no es que haya presiones, el problema es cómo se enfrentan presiones.
A Ud. le tocó enfrentar presiones directas de La Moneda.
No me gustaría referirme al caso particular, pero evidentemente las presiones existen. Yo creo que han existido siempre.
¿Cómo se resuelven?
A veces se resuelven y a veces no. En mi caso no se resolvió la última vez que pasé por TVN, pero hay maneras de resolverlas, conversando, argumentando, con nexos de comunicación fluidos. Pero no son solo los gobiernos los que presionan: los grandes grupos de poder y los pequeños también. Todo el mundo tiene el sueño del canal propio.
TVN acaba de vivir un conflicto producto de la salida y luego el retorno de Matías del Río de Estado Nacional. ¿Se manejó bien?
Yo creo que hubo declaraciones públicas de más. Creo que no fue un episodio ni tan grande ni tan profundo. Es habitual que la administración del canal quiera hacer cambios, está en todo su derecho. Pero se transformó en un tema público, en un tema político, sin serlo. Esa es mi impresión.
¿No hubo presión política como acusó parte del directorio?
No me consta que eso haya ocurrido. Yo estoy muy lejos de Televisión Nacional como para opinar, pero quiero decir, primero, que la administración de un canal tiene todo el derecho de hacer cambios que tendrá que justificar internamente y para eso tiene todos sus canales. Y en segundo lugar, tengo un respeto profesional por Matías del Río. De repente pasan estas cosas y hay que resolverlas de la manera que yo creo que se resolvieron internamente.
¿Afectó la imagen de TVN?
Puede ser, no lo sé. Yo lo hubiera evitado. No conozco los detalles, pero siempre es preferible no armar escándalo por cuestiones que no sean estrictamente el objetivo central de TVN.
¿Es muy delicado dirigir el canal en período de elecciones?
Requiere de una sensibilidad, pero en TVN se supone que existe esa sensibilidad, porque es un canal acostumbrado, por ser canal público, a lidiar con elecciones. Son 30 años y no sé cuántas elecciones, y en TVN se han administrado de manera muy adecuada. Siempre es delicado y la política está presente todos los días, en cada uno de los horarios de programación. No hay que hacer un gran tema de eso.
¿El modelo de financiamiento de TVN es sostenible?
Yo creo que esa no es la prueba que debe salvar TVN, la prueba es si es útil socialmente. Es como si pusieras como ejemplo el BancoEstado. Depende. Si se hacen las cosas profesionalmente, de tal manera que haga sentido que exista, que tenga estándares de calidad en los productos de comunicación que ofrece, por supuesto se sostiene. Está ocurriendo ahora una revolución tecnológica que la hace un poco más difícil. Pero yo no percibo el peligro de la desaparición de los canales de televisión abierta. Al revés. Creo que han ido reencontrando su espacio: han sido importantes en la discusión política, fueron muy importantes durante la pandemia y la gente hace uso de ellos. Creo que sigue siendo el medio de comunicación colectivo más importante. Quizás ahora se relativiza un poco su poder por las plataformas y las redes sociales.
¿Qué le parece un financiamiento mixto?
Yo no tengo problema que el Estado financie, siempre que se encuentre la fórmula para que no pueda intervenir en sus contenidos, que no se transforme en una herramienta del gobierno de turno. Eso ya lo vivimos en dictadura y no creo que sea conveniente para el país tener un canal público que se transforme en instrumento de propaganda del gobierno de turno.
¿Está siendo capaz TVN de diferenciarse de los canales privados?
Esa es una gran pregunta que se ha hecho siempre. ¿Tiene sentido Televisión Nacional si va a hacer lo mismo que los demás? Televisión Nacional dio muestras suficientes en los primeros 20 años de que sí es diferente: instaló en Chile un área dramática extraordinariamente exitosa, instaló programación matinal, programas de cultura abierta que hasta hoy se recuerdan. Por lo tanto, creo que la capacidad de desarrollar un rol así la tiene, hay que adaptarla a los tiempos de hoy.
Hoy no hay nada como eso que menciona.
Bueno, eso lo tendrá que ver la actual administración, ver los pasos para recuperar el liderazgo, que no siempre significa ser el primero, sino de alguna manera marcar pauta, fijar estándares de calidad.
¿Deberían integrarse nuevos miembros al directorio?
Darle una voz al ámbito cultural me parece interesante. Tampoco se trata de transformar esto en una asamblea popular. No tiene sentido.
El cineasta Marcelo Ferrari, entre otros, ha hablado de refundar TVN.
No es necesario refundarlo. TVN tiene un enorme espacio ganado. Refundarlo es darse gustitos innecesarios. Hay que agiornarlo, en algunos ámbitos modernizarlo, en otros recuperar las tradiciones que venía desarrollando. Ahí hay que discutir y conversar mucho.
La campaña
Desde el plebiscito de 1988, Jaime de Aguirre ha participado en numerosas campañas políticas. Ahora colaboró con un tema para el Apruebo.
¿Qué le parece como se ha desarrollado la campaña?
Ninguno de los dos lados tiene el grado de unidad que uno espera para una propuesta como la que estamos discutiendo, una Constitución. No me gustaría hoy día hacer un juicio perentorio, pero en el caso del Apruebo creo que hubo algunas pelotas en la red, se cometieron errores que se podrían haber evitado y se habría evitado que se confundiera el mensaje. Me habría encantado ver una campaña unitaria, potente, poderosa, con los temas centrales, y no esta especie de popurrí de cosas. A la derecha le pasó lo mismo, quizás con menos errores.
¿Había más cohesión el 88?
No necesariamente en lo que cada organización era en esa época. Por darte un ejemplo, las diferencias entre el Partido Socialista y la DC se parecían mucho a las de ahora, pero hubo la capacidad de una manera pragmática de decir tenemos el propósito de recuperar la democracia y para eso vamos a hacer todos los esfuerzos. Hicimos una campaña muy positiva, muy coherente, con mucha templanza y funcionó muy bien.
Me duele ver a gente que estuvo peleando contra la dictadura, construyendo el país, con todos sus defectos, con todos sus aciertos, en una posición de rechazo a los cambios”.
¿Hoy falta más alegría?
Me hubiera gustado ver más. Creo que hay piezas muy notables en la campaña del Apruebo. Hay otras muy notables en la campaña del Rechazo. Hay elementos que se parecen mucho a cosas que se hicieron en la campaña del No. Pero en el Apruebo hay cosas notables, hay piezas muy divertidas, como la que se hizo con Los Venegas. De todos modos, se podría haber hecho un esfuerzo mayor por mostrar cohesión y más claridad.
¿Qué piensa al ver gente de centroizquierda en el Rechazo?
Me duele mucho. Me duele ver a gente que estuvo peleando contra la dictadura, construyendo el país, con todos sus defectos, con todos sus aciertos, en una posición de rechazo a los cambios. Porque una manera de mirar el país que operó bastante bien, con los defectos que todos reconocemos que hubo, ahora comienza a romperse. Y eso a mí me parece que no es bueno para Chile.
¿No le da confianza el “rechazar para reformar”?
No creo que confianza sea la palabra. En el Rechazo hay de todo: hay gente que está equivocada, creo yo; gente que tiene intenciones detrás, gente que miente, gente que no miente y que piensa auténticamente le va a cambiar la vida y que por lo tanto hay que votar rechazo. Hay una variedad de fenómenos que ocurren al interior del Rechazo. Pero no me gusta verlo. Yo creo que ha habido errores comunicacionales de parte del Apruebo. El festival de tonterías que se hicieron al interior de la Convención no nos ayudó a los que creemos que auténticamente hay que hacer cambios. Pero bueno, así son las cosas. Y lamentarse no sirve para nada. Hay que ver de qué manera las personas que vivimos en este país podemos de alguna forma darle curso y echar para adelante los cambios que nos merecemos como país y que nos acercarían a una a una sociedad de bienestar mejor que la que tenemos.
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