Juan Obach: “A Chile le volvió la cordura, que la habíamos perdido por un ratito largo”
El presidente del Centro de Estudios Públicos (CEP) se declara hoy “muy optimista” sobre el futuro del país, a partir de los acuerdos en el proceso constitucional, y augura una amplia aprobación del nuevo texto. También valora los cambios en el gobierno, aunque asegura que “Boric es un demócrata, pero no así todos los que lo acompañan”.
El estallido, la pandemia y una enfermedad. Eso se le juntó al empresario Juan Obach González (71 años) en los últimos tres años, en los que confiesa que la violencia que se desató y la sensación de precariedad lo marcaron. A cargo de la presidencia del Centro de Estudios Públicos (CEP) desde fines de 2018, no había hablado públicamente desde 2020, al inicio de la emergencia por Covid en Chile. Cuenta que, por sus negocios, tuvo que seguir funcionando.
Actualmente Obach, junto a su socio de toda la vida, Félix Bacigalupo, con quien se conocieron en la Universidad Católica estudiando ingeniería comercial, tienen empresas forestales en Brasil y Chile, de packaging en esos mismos mercados más Perú, son socios con una firma inglesa en Vidrios Lirquén, están en el sector agroindustrial con una exportadora de frutas, y también en el negocio inmobiliario a través de Siena, junto a la familia Marinovic. Le dedica a todos ellos la mitad de su tiempo profesional, ya que el restante es para su labor en el CEP, think tank al que está ligado desde hace 30 años.
Pese a que valora todo el desarrollo de la tecnología que le permitió mantenerse contactado con su familia y amigos durante la crisis del coronavirus, enfatiza que “yo necesito el contacto del ser humano, soy muy de piel”. Uno de esos amigos es el expresidente Sebastián Piñera, de quien fue alumno en la UC. “Fue mi mejor profesor, es una mente brillante”, asegura.
Desde el CEP Obach ha seguido la evolución política y económica del país en todo este período, incluida la llegada de Gabriel Boric a La Moneda y los dos procesos constitucionales. Hoy, su mirada es de un gran optimismo, sobre todo luego de que los expertos que trabajan en el anteproyecto de una nueva Constitución lograran un acuerdo transversal. Después de un largo tiempo turbulento, dice que “a Chile le volvió la cordura”.
¿Cómo ha visto desde el CEP lo ocurrido en el país a partir del estallido?
En el CEP hemos desarrollado un software en el cual se analiza, en una forma sistemática, a través de las votaciones, las opiniones y los sentimientos, las evoluciones sociales que van ocurriendo. Lo hicimos con la Convención anterior y se observa que empezó bastante centrada, pero con una mayoría arrolladora de la izquierda. Poco a poco se fue funando a la gente centrada de izquierda y arrinconando a la centroderecha, y empezamos a ver en las votaciones de la Convención cómo se fue moviendo hacia la extrema izquierda. Hubo una especie de fiebre y gente que era muy centrada terminó votando por posiciones muy de izquierda. Entonces, eso fue lo que hizo que la ciudadanía votara por el Rechazo, porque el votante es bastante más racional y dice ‘quiero que mejoren mi pensión, quiero tener ingresos para educar a mis hijos y quiero que lleguen seguros a la casa’, pero no que le vengan a decir ‘aquí vamos a hacer un mundo nuevo’.
Y lo otro que pasó en este tiempo es que la gente tradicional de la Concertación se empezó a sentir avergonzada de lo que habían hecho, en vez de haberse parado delante de estos cabros y haberles dicho, ‘ustedes qué han hecho, a quién le han ganado’. Mientras que la Concertación tuvo gobiernos extraordinarios, con gente muy capacitada. Yo no fui de la Concertación, pero voy a admirar siempre a Aylwin, y Lagos, a quien le tuvimos miedo en su minuto, fue un tremendo estadista.
En esa mirada suya subyace una fuerte valoración de los cuestionados 30 años…
Claro que los valoro. Si en este país la pobreza se bajó del 40% al 10%, mientras en Argentina pasó al revés.
Pero pese a eso y a los otros avances del país, se aterrizó en el 18-0. ¿Por qué?
Por varias razones. Una de ellas, porque se generaron expectativas más allá de las que el país fue capaz de sostener. Desde Bachelet 1 empezamos a tener gobiernos con poco crecimiento, y la gente comenzó a sentir una insatisfacción generalizada porque quería tener otros bienes materiales y empezó a no dar el bolsillo.
Y a la inequidad y a los abusos, ¿qué valoración les da en lo que pasó?
Mucho. Los empresarios, si hay algo que tenemos la obligación, es a no caer en abusos, y yo me avergüenzo mucho cuando los hay. La gente, lo primero que quiere, es un trato digno de las empresas y del Estado. Hay mucho del abuso pequeño, de la gente que se siente impotente porque le cobraron un valor que no tenía que pagar, y no te escuchan el reclamo.
¿Y cree en la teoría del péndulo, porque con el triunfo del Rechazo y luego del Partido Republicano el 7 de mayo, la gente parece haberse movido en la otra dirección?
La gente votó por la Convención, pensando que iba a hacer una Constitución que la ayudaría a resolver sus problemas fundamentales, partiendo por la violencia. Pero la Convención fue realmente una locura y un extremismo. Quería acabar con el Senado, hacer un país plurinacional que nadie lo quería, ¡si los chilenos se sienten y quieren ser chilenos! Entonces, no es que el péndulo se vaya de un lado para otro, fueron los políticos y convencionales los que se fueron para un lado que no era el para que los eligieron. Por eso es tan importante lo que se ha logrado en este segundo proceso: con que se haya aprobado la cancha sobre la cual se va a escribir la Constitución, ya el camino está hecho en un 50%.
¿Entonces, está optimista sobre esta nueva propuesta constitucional?
Estoy totalmente positivo y confiado de que vamos a tener una muy buena Constitución. Una Constitución en democracia, aprobada por todos los partidos políticos…
¿Liderada por los republicanos?
Creo que el Partido Republicano ha demostrado que es democrático. Te podrán gustar o no sus valores, pero han jugado el juego democrático completamente y han sabido interpretar lo que quiere la gente. De hecho, son los que mejor supieron leer la última encuesta CEP al respecto. Pero no se le puede poner el peso sólo a ellos. Necesitamos a todo el resto para sacar una Constitución que sea de todos los chilenos, y que demos vuelta la hoja.
¿Usted votó por los republicanos?
No voté por los republicanos, voté por Gloria Hutt. Pero me indigna que los traten de no democráticos, es una mentira completa. Kast fue dirigente estudiantil, universitario, candidato a presidente de la Feuc y perdió, concejal, diputado, presidente del Partido Republicano, y jamás ha utilizado la fuerza, nunca ha sido populista, nunca estuvo a favor de los retiros.
Pero en 2019 usted dijo que veía “gérmenes de populismo” en José Antonio Kast. ¿Cambió de opinión?
He cambiado, porque lo he seguido y lo respeto.
¿Y cree que pese a su buen resultado no se llevarán la pelota para la casa?
Estoy convencido, sería muy miope, y no creo que sean miopes. De hecho, están respetando lo que ha sacado la Comisión Experta. No los veo pasando máquina. Todos aprendimos de la experiencia pasada, que fue muy traumática.
Por lo tanto, ¿augura un amplio apoyo al nuevo texto?
Así es. Puedo estar muy equivocado, pero estoy totalmente convencido. Es lo mismo que cuando se decía ‘los chilenos no van a ir a votar ahora para elegir a los convencionales’, y mira, tuvimos votación récord. Los chilenos quieren hoy una Constitución sensata, saben que no se les va a arreglar todo, pero si no sacamos la Constitución, no se va a arreglar ningún problema para adelante y vamos a seguir peleando por esto.
Usted dijo en una entrevista que el Frente Amplio le había hecho un gran daño al país, dado el ataque a los 30 años y a la Concertación…
Y porque instauró la violencia. Con el Partido Comunista avalaron la violencia, celebraron a la primera línea, y en democracia no se puede aceptar la violencia.
Pero fue al final la coalición que llegó al gobierno. A su juicio, ¿cómo lo ha hecho?
Hasta el minuto mi juicio es bien pobre. Pero en el último tiempo estoy viendo cambios importantes. Primero, haber traído a la ministra Tohá, y dos, haber cambiado entera la plana mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores. Después, lo que están haciendo en reconocer la violencia, donde tuvieron que recoger cañuela: lo primero es reconocer que la violencia no es el camino para una democracia, salvo que tú la quieras destruir.
¿Y estima que el Presidente Boric genuinamente se ha dado cuenta de eso?
Sí. Yo creo que Boric es un demócrata y le tengo respeto por eso, pero no así todos los que lo acompañan. Veo que él está teniendo una evolución muy importante. En una primera etapa se gobernó con mucha gente que le carga la economía de mercado, pero se llegó sin una alternativa. Ir contra los tratados de libre comercio es lo peor en materia de crecimiento. Y Boric ha tenido coraje e inteligencia para decir ‘señores del Ministerio de Relaciones Exteriores, se acabó, se van todos para la casa’, y poner a Van Klaveren, que es un diplomático de carrera, que sabe lo importante que son los tratados de libre comercio. Entonces, ese esfuerzo de Boric yo lo valoro. Él se preparó mucho para la oposición, pero no para gobernar. Y ahora está poniendo a la gente adecuada, que conoce cómo funcionan los gobiernos y que se dan cuenta de que la economía de mercado puede tener todas las imperfecciones del mundo, pero no tenemos otra.
¿Qué falencias debe subsanar aún?
Él perdió mucho tiempo en apoyar a la Convención fallida, pero se dio cuenta y estoy convencido de que Boric quiere que esta Constitución salga. Entonces, para que logre un gobierno bueno, número uno, tiene que hacer lo imposible por sacar esta nueva Constitución. Ya se logró un acuerdo marco que es notable, pero falta ahora hacer unos arreglitos y el diablo está en los detalles. Con una Constitución en democracia, derivada de la secuencia Piñera, Boric, republicanos… creo que podemos partir con un nuevo país en el que todos estamos diciendo: tiene que haber acuerdos.
Segunda cosa, enfocarse de lleno en la educación preescolar y primaria, porque ahí está la gran injusticia. Y tercero, la modernización del Estado, donde quien no funcione o cumpla, se tiene que ir para la casa.
¿Y el problema de la seguridad?
Es vital, sin resolver eso no llegamos a ningún lado. Pero no es una labor sólo del gobierno, sino de todos, incluida toda la clase política.
Mencionó recién a Piñera, de quien usted es cercano. ¿Han retomado las juntas de amigos, cómo lo ha visto?
Sí, hemos podido retomarlas. Hoy la mayor admiración que le tengo es que ha evolucionado mucho. Está dedicando todo su tiempo a tratar de que Chile sea un buen país: tiene una preocupación por la educación, porque los empresarios hagamos las cosas bien. Casi le tuvieron tomada La Moneda, pero logró llegar a un acuerdo y hoy día se va a hacer una Constitución, en gran parte, por el patriotismo que él tuvo en el estallido social, y que no se solucionó por la vía de la violencia, sino que de la democracia.
En cuanto a las reformas del gobierno, cómo empresario, ¿qué es lo que más le complica del proyecto tributario?
Chile es un país pequeño que, para crecer, necesita estar totalmente abierto al mundo. Por ende, nuestro sistema tributario no puede castigarnos en ese objetivo de crecer. La reforma tributaria, tal como estaba hecha, traía más pobreza. Entonces, hay que volver a la mesa de trabajo y sacar un proyecto mejor.
¿Eso quiere decir que los empresarios están dispuestos a pagar más impuestos, pero depende de la forma?
Los empresarios siempre van a pagar los impuestos que les pongan, pero si al final el impuesto es el 80%, uno se pregunta si vale la pena invertir. La economía es algo muy delicado. Es un engranaje que no lo puedes pinchar en un lado sin que no se te pinche en otro. Hay que ir haciendo las cosas con prudencia.
¿Al final verá la luz la reforma tributaria?
Habrá, estoy convencido. Pero tiene que ser una buena reforma tributaria, que impulse el crecimiento, que acabe con las injusticias, que se acabe la evasión y que ojalá se amplíe la base. Lo mismo con la reforma de pensiones, donde en el CEP sacamos un trabajo que señala que debieran ser 1,8 puntos para solidaridad y 4,2 puntos para las cuentas individuales, y ahora la discusión está yendo hacia allá, con un 2 y un 4. Creo que está todo el ánimo para que salgan…
Pero con un gobierno que va a tener que flexibilizar mucho sus posiciones…
Obviamente. Ojalá que no esté equivocado, pero creo que Boric se ha dado cuenta que tiene que hacerlo. Todos tenemos que dar un poco y lo importante es utilizar a los técnicos, si por algo existen. Hay que preguntarles a los que saben, con humildad.
En los últimos 3 años salieron de Chile capitales por US$ 30 mil millones. ¿Se frenará esa tendencia?
Lo principal porque se van los capitales es la incertidumbre. Y el indicador con que se puede medir la inseguridad respecto a un país es lo que pasa con el dólar, y acá el dólar superó los $ 1.000. Eso fue porque la gente creyó que el país no tenía destino. Pero ahora el dólar está en torno a $ 800. Ese es el primer indicador de que la gente empezó a agarrar confianza y empezamos a ver que nuevamente inversionistas chilenos compran acá, como los que están adquiriendo Fasa.
¿Y usted no ha pensado en irse?
No, jamás. Yo muero aquí en mi país, que lo amo. Tengo a mis seis hijos y 13 nietos, y no quiero que ninguno se vaya a ninguna parte; si somos chilenos. Por eso alego tanto porque se mantengan las libertades, porque no haya violencia. Y creo hablar por los empresarios que conozco y por la gran mayoría: yo no veo a los empresarios yéndose de Chile. Hay algunos casos, sí, pero son contados con los dedos de las manos.
¿Cómo ve al Chile de mediano plazo?
A Chile le volvió la cordura, que la habíamos perdido por un ratito largo. No se pueden manejar países desde un solo lado, ni de derecha ni de izquierda. Entonces, si la cordura se mantiene y todo el mundo hace un gran esfuerzo, y después de lo que pasó el fin de semana con el acuerdo constitucional, yo creo en el país. Y si los políticos, partiendo por el Presidente Boric, están todos a la altura, vamos a zafar en el tema de las isapres, vamos a tener una salud mixta, privada y pública, vamos a tener una educación mixta, pongámosle recursos a la educación de los niños con un compromiso por los próximos 20 años y que nos sintamos superorgullosos de nuestro Chile y que nadie más se quiera ir. Pero también, que volvamos a crecer, porque sin crecimiento no hay nada, pensando que necesitamos un país más justo, con una mejor distribución del ingreso. Pero para allá vamos. Yo estoy muy, muy optimista.
La menor llegada del CEP en los líderes de opinión: “Hoy estamos influyendo a través de la gente”
Hoy el CEP es un think tank donde trabajan 36 personas, de las cuales 20 son investigadores. Juan Obach es presidente desde fines de 2018 y ya está en su segundo período final, que concluye en 2025. Por su parte, Leonidas Montes fue reelegido recién para otros cinco años como director de la institución, tras lo cual también se acaba su mandato.
¿Tras el estallido y la pandemia, cuánto cambió el CEP?
El CEP cambió muchísimo. Un centro de estudios tiene sentido en la medida que logra traspasar sus conocimientos, sus estudios, sus creencias. En el caso nuestro, tenemos dos vocaciones muy grandes: una es el trabajo de los investigadores y la otra es el programa de encuestas, que es de una riqueza enorme. Y si bien todo el mundo mira en la encuesta del CEP a los personajes públicos con mejor nota, o quién puede ser el próximo presidente, hay en ella toda la evolución de lo que quieren los chilenos a través de las últimas décadas. Esa es su riqueza, y el que sabe leer la encuesta del CEP le puede sacar mucho partido. Entonces, con pandemia, el desafío enorme fue cómo seguíamos haciendo la encuesta, y dos, cómo seguir transmitiendo, cuando de la noche a la mañana quedamos sin público en nuestros seminarios.
¿Y qué hicieron?
Fue un cambio de paradigma tremendo. Pero nos adaptamos y utilizamos las redes sociales. Estamos en Twitter, en streaming. El año pasado hicimos cerca de 107 seminarios asociados con Emol TV y llegamos a tener en alguno de ellos más de 80 mil personas viéndonos en vivo. Entonces, antes nuestra manera de influir era a través de los líderes de opinión, bueno, hoy nos hemos extendido y estamos influyendo a través de la gente. El año pasado nos vieron más de un millón y medio de personas. Pero también hemos vuelto a las actividades presenciales y hemos generado un lugar de encuentro enorme.
Sin embargo, está la visión de que hoy el CEP influye menos en los líderes de opinión, en las autoridades.
Es cierto, esa es la sensación, pero lo que pasa es que hoy, con la manera de comunicarse en el mundo, todos los líderes han dejado de tener esa influencia que había antes, en el sentido de que se reunían entre unos pocos y con las autoridades. Hoy el consumidor de políticas públicas pasó a ser la gran masa de gente. Entonces, cambió la manera en la que hay que transmitirlas.
¿Hoy para ustedes es más central llegar a los ciudadanos que a los líderes?
Las dos son centrales y el mejor ejemplo es lo que arrojó la última encuesta CEP respecto a lo que la gente decía que son sus principales problemas, donde delincuencia, asaltos y robos saltó de un 40% a un 60%. Después los temas salud, pensiones y educación. Y esa fue la gracia del Partido Republicano, que leyó lo que a la gente le preocupa hoy. Entonces, eso es lo que hacemos nosotros, influenciamos mucho más dando a conocer esto. Nuestra encuesta es fundamental.
¿Han invitado al Presidente Boric?
No, no hemos invitado al Presidente Boric. Hemos invitado a muchos ministros, pero creo que él tiene suficientes problemas y no necesita estar viniendo al CEP.
Ustedes tienen un endowment para parte de su financiamiento. ¿Hoy cuánto proviene de ahí y cuánto de las empresas que les aportan?
El CEP básicamente gasta en sus investigadores, en las encuestas -que son bastante caras- y en los seminarios. Ahí tenemos un presupuesto del orden de US$ 3 millones al año, y de eso un tercio se financia con los intereses reales que gana el endowment, que es de US$ 50 millones de dólares que dieron entre 10 empresarios. Se puede gastar sólo el interés real, para que la institución esté protegida en su funcionamiento a largo plazo. Los otros dos tercios del financiamiento están dados por nuestras 90 empresas aportantes.
Ese número subió, porque antes de la pandemia eran 85 las empresas…
Así es. Estamos en 90 ahora y nadie es más de un 6%, ningún grupo económico. Tenemos una vara que ningún grupo económico puede dar más de un 10%. Y el objetivo de eso es que nadie le pueda imponer al CEP sus opiniones, ni qué estudia, ni a qué dedica su presupuesto, etc. Eso le da una independencia fundamental a los investigadores, donde tenemos gente de centroizquierda, de centroderecha, etc. Tratamos de que esta sea una casa donde se reciben todas las opiniones, en la medida que todos seamos demócratas. Esa es la única condición: pensamientos totalitarios ni de izquierda ni de derecha tienen cabida en el CEP.
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