La silenciosa batalla por liderar el Frente Amplio
Mientras sigue instalada la idea de convertir a la coalición en un partido único -por sus similitudes programáticas-, en Convergencia Social y en Revolución Democrática han decidido reforzar su identidad y no ceder en la disputa.
Hace pocas semanas, la directiva de Convergencia Social (CS), el partido del Presidente Gabriel Boric, se acercó a sus eternos compañeros de Revolución Democrática (RD) -fundado por el ministro Giorgio Jackson; el jefe de asesores de La Moneda, Miguel Crispi, y compañía- para hacerles una propuesta a sus pares del Frente Amplio: tener la misma sede para compartir los gastos.
Los lugares que han analizado para trasladarse están en el sector del Parque Forestal, en Santiago, y la idea imita la convivencia que tienen el Partido Liberal y el PPD, que arriendan en un mismo edificio en Londres 43, a pasos de sus otros compañeros de coalición, el Partido Socialista y el Partido Radical.
Pero el plan, además, se enmarca en un contexto en que ambos partidos buscan rearticular la izquierda con miras a ampliar su base social, y han debatido la idea de que el Frente Amplio (FA) -coalición que también está compuesta por Comunes y otros movimientos- se convierta en un partido único.
La conclusión de converger en una sola institución para varios resulta lógica -por las similitudes programáticas-, pero no prioritaria, porque hay un gallito en el que ni RD ni Convergencia quieren ceder: primero, la idea de que tendrían que renunciar a su identidad y, segundo, soltar la disputa silenciosa por quién conduce al FA.
Por un lado, en el partido del Mandatario no quieren renunciar al crecimiento que han tenido y al capital que han construido al llegar a La Moneda -de hecho, si es que mutan a un partido único quieren mantener el nombre de Convergencia Social-, mientras que en el partido de Jackson se jactan de tener una historia más larga, que empezó en 2012, y de haber sido pioneros en cada estrategia que ha tenido éxito para el sector, como ser los primeros en llamar a incidir en la política a través de la institucionalidad, o estar en el acuerdo del 15 de noviembre de 2019, en pleno estallido social, cuando Boric fue cuestionado por sus pares.
Los militantes históricos -que prefieren no dar declaraciones que generen mal clima entre los partidos de la coalición- reconocen que la disputa se ha convertido en una “batalla silenciosa de egos”. Para eso se han intensificado los llamados a los movimientos sociales para unirse a sus filas. Por un lado, Convergencia anunció la integración de Fuerza Común -donde participa el exconvencional Fernando Atria- y también ha anunciado fichajes como el de la diputada Emilia Schneider, que pertenecía a Comunes, partido al que han intentado sumar luego de la crisis que produjo el escándalo de Karina Oliva.
En RD, por su parte, han conversado con los movimientos Unir y Plataforma Socialista.
Patricio Rosas, diputado de Unir, asegura que han recibido llamados desde RD y de Convergencia.
“Nuestra postura es ser un solo partido. La identidad está con el Frente Amplio y eso es lo que la gente identifica. Las divisiones no las entienden, no las recuerdan o las confunden. Un sector de nuestros integrantes dicen que nos deberíamos unir a RD, donde tenemos más afinidades, y otros a Convergencia, por lealtad al gobierno”.
Juan Ignacio Latorre, senador y presidente de RD, reconoce los contactos: “Hemos tenido conversaciones políticas con Unir y Plataforma Socialista, pero no con un afán ni ansiedad de parte nuestra de incorporarlos, más bien acercamientos, conversaciones y conocimiento recíproco de nuestras orgánicas y cultura organizacional y política. Si ellos toman la definición de ingresar a RD, bienvenidos”.
De todas formas, la disputa no sólo es un tema de crecimiento, sino que también por su incidencia en La Moneda, y eso se hizo notar en el último cambio de gabinete. Ahí, reconocen en los partidos, Convergencia Social ha tenido que pagar más caro por ser el partido del Presidente: en el último ajuste perdió a Julieta Brodsky, exministra de Cultura; a Ximena Fuentes, exsubsecretaria de Relaciones Exteriores, y a Valeska Naranjo, exsubsecretaria de la Segegob, además de que pocos meses atrás había tenido que renunciar la entonces ministra de Justicia, Marcela Ríos, por las desprolijidades en los indultos.
El jueves, en una actividad del partido, se reconoció el sacrificio que habían hecho sus autoridades, y el énfasis estuvo en apoyar las difíciles decisiones del Presidente.
Pero en Convergencia Social también sacan cálculos, ya que mientras su presencia se ha visto afectada, en RD no ha sucedido lo mismo, y han realizado esfuerzos para mantener a las autoridades en sus cargos. ¿El más notorio? El ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, quien pese a protagonizar errores, logró sobrevivir al último ajuste.
Además, RD tiene un lugar muy importante en espacios clave de La Moneda: Miguel Crispi es el jefe de asesores; Pablo Paredes dirige la Secom; Rodrigo Echecopar, la división de coordinación interministerial, y Javiera Martínez, la dirección de presupuestos. Su presencia no es casualidad, todos son fundadores y de los militantes más emblemáticos del partido.
Espacios de poder
Actualmente, el Frente Amplio cuenta con seis ministros: Jackson (RD), Ávila (RD), Antonia Orellana, de la Mujer (CS); Nicolás Grau, de Economía (CS); Diego Pardow, de Energía (CS), y Javiera Toro, de Bienes Nacionales (Comunes). En ese diseño, el único que ha perdido presencia desde el cambio de mando es el partido del Presidente.
Mientras que a nivel de subsecretarías, Convergencia Social cuenta con cinco (Minería, Deportes, Ciencias, Medio Ambiente y Servicios Sociales), al igual que RD (Relaciones Económicas Internacionales, Evaluación Social, Salud Pública, Vivienda y Patrimonio). Comunes, por su parte, tiene dos (Trabajo y Educación Superior).
Pese a que han perdido espacios en los últimos ajustes, en el Frente Amplio cada partido ha buscado fortalecer sus áreas de interés.
Ante las críticas al ministro Ávila, en RD lucharon por mantenerse en esa cartera por su historia ligada al movimiento estudiantil y a ese ministerio, donde habían participado en el segundo periodo de Michelle Bachelet. Es más, en medio de las presiones para que Ávila saliera, en el partido recurrieron a ese pasado en la Nueva Mayoría y evaluaron la posibilidad de que el sociólogo Gonzalo Muñoz -muy cercano a Crispi y exjefe de la División de Educación General del Mineduc- asumiera. Pero Muñoz no podía dejar sus estudios en España.
En Comunes también han puesto el foco en temas educacionales, principalmente en lo vinculado a la condonación del CAE, un compromiso programático del gobierno de Boric, que el mismo Mandatario ha matizado por su financiamiento. En esa línea, no fue casualidad que el sociólogo Víctor Orellana ingresara a la Subsecretaría de Educación Superior.
Su llegada también marcó la señal más potente de reconciliación de Boric con su pasado en la Izquierda Autónoma y el quiebre que protagonizaron. Orellana, Giorgio Boccardo (subsecretario del Trabajo) y la ministra Toro -tres antiguos militantes del autonomismo- optaron por dividir su camino hace años, por debates como institucionalizar la incidencia del partido en elecciones, y ahora las confianzas se han vuelto a retomar. De hecho, Boccardo y otros militantes de ese mundo participan activamente en reuniones sociales con Boric.
En Convergencia Social, por su parte, también han puesto énfasis en ciertas agendas y para ello tienen presencia en ministerios como el de la Mujer, Energía y Medio Ambiente. Pero también, reconocen en el partido, han optado por concentrar esfuerzos muy grandes por acompañar al Presidente en su labor. Y eso ha significado que en los equipos de asesores la mayor parte de los integrantes sean del mismo partido, como el jefe de gabinete, Carlos Durán; la jefa de estudios, Luna Follegati, y Luis Eduardo Santa Cruz, también a cargo de estudios. Además, el Mandatario es muy cercano y tiene una muy buena evaluación de la delegada presidencial de la Región Metropolitana, Constanza Martínez.
Finalmente, dicen en los partidos, en Convergencia Social están quienes más influyen en el Presidente y prueba de ello es el rol que ocupó hasta enero el exjefe de gabinete Matías Meza-Lopehandía. El abogado -quien aún tiene un rol activo en el partido y conversaciones fluidas con el Mandatario- fue quien más concentró poder entre los funcionarios de La Moneda.
Al final -sostienen-, las diferencias son más de relaciones humanas y de la historia de cada uno que de asuntos programáticos, y por ello alargar el debate del partido único no tiene mucho sentido. Aunque para otros es mejor reafirmar su identidad.
Lucha identitaria
El domingo 5 de marzo, en el Liceo Manuel de Salas, en el hito de cierre del Congreso Estratégico de RD, la diputada Catalina Pérez, ante la presencia de sus militantes y dirigentes de partidos invitados -como el PS, Convergencia y el PC-, tomó el micrófono y dio un discurso para alentar a sus compañeros tras meses difíciles para RD: en enero Jackson se salvó apenas de una acusación constitucional, además de los cuestionamientos a Ávila.
En la instancia, el partido debió zanjar una postura ante el debate de si ser o no un partido único. Y pese a que se definió estar “abiertos a la discusión más adelante”, optaron por no darle prioridad.
“La verdad es que no veo grandes diferencias programáticas entre CS y RD. Ambos partidos tenemos un horizonte de superación del neoliberalismo, la profundización de la democracia, el feminismo y un modelo con sostenibilidad ecológica”, dice el senador Latorre, quien de todas formas explica por qué posponer la discusión: “Son procesos que requieren maduración y no hay apuro de corto plazo, también hay criterios de fortalecer la propia orgánica e identidad partidaria”.
En el fondo, los militantes de RD no están dispuestos a renunciar a su historia, y por ello la diputada Pérez fue ovacionada al hablar:
“¿Qué momentos de definiciones estratégicas hemos tenido?”, consultó. Y enumeró: “La disputa del poder institucional. Optamos pasar de las dirigencias estudiantiles, de exigir transformación en las calles, a exigir también en los espacios institucionales en un momento donde nos decían que era lo uno o lo otro. Pero se pueden las dos”.
Los aplausos interrumpieron la alocución. Luego continuó y cerró con un ejemplo que para muchos fue tomado como una indirecta a sus compañeros de coalición:
“Hay una última definición que tomamos en RD. Que un compañero, el entonces diputado Gabriel Boric, fuese candidato presidencial. Lo decidimos y fuimos a convencer a nuestros compañeros, defendimos que este era el momento”.
En RD sacan a colación que se sintieron más comprometidos con la campaña de Boric desde antes que los demás -por eso ovacionaron a Pérez-, y siempre recuerdan los coletazos que le trajo al ahora Presidente apoyar el acuerdo del 15N.
“Siempre hemos sido un partido que ha priorizado el proyecto político por sobre su interés corporativo, un partido que elabora y defiende propuestas, que busca siempre articular con otros y que abre camino; la apuesta por conformar coalición primero, una propuesta presidencial ambiciosa después o la apuesta constitucional es ejemplo de eso. RD es un partido que aporta muchísima claridad estratégica e importante perspectiva histórica”, dice la diputada Pérez.
Además, se jactan de tener un trabajo territorial más profundo que el de los demás partidos, sobre todo porque tienen cuatro alcaldías importantes: Macarena Ripamonti (Viña del Mar), Tomás Vodanovic (Maipú), Emilia Ríos (Ñuñoa) y Carla Amtmann (Valdivia).
La sensación, según uno de los fundadores de RD, es que ellos han sido quienes han liderado las estrategias de la coalición y que ese capital no se puede sacrificar. Mientras que a Convergencia Social -que reclama tener más identidad- lo ven como un partido “más instrumental, que creció en la campaña de 2021 y donde convergen líneas muy distintas, como la del presidente del partido, Diego Ibáñez -más cercana al mundo libertario- y la de Boric y de la vicepresidenta, Ximena Peralta”. Un ejemplo que se escucha en las conversaciones entre quienes tienen historia en RD es “CS es al Frente Amplio lo que el PPD es a la Concertación, pueden crecer, pero ¿eran el partido que la conducía?”.
De todas formas, no es un debate cómodo. Las amistades entre militantes de ambos partidos hacen que estas discusiones sean evitadas en muchos espacios, sobre todo en juntas sociales. El mejor ejemplo de ello es que al cumpleaños del Presidente, el 11 de febrero, asistieron Jackson -uno de los mejores amigos del Mandatario-, Crispi y Echecopar, quien este sábado invitó a Boric a su matrimonio.
Para institucionalizar y disipar esas dudas, en el congreso de RD se definió buscar una instancia en la que participe todo el Frente Amplio para volver a articularse, ya que nadie niega que Apruebo Dignidad -el nombre formal de la coalición- opera de forma separada: por un lado el FA y por otro el PC.
Pero en los espacios de articulación que ha generado el FA -como las reuniones semanales con la ministra Orellana o la mesa de directivas- no han logrado la efectividad que esperan, y en RD sienten que cuando ellos estaban a cargo la orgánica funcionaba mejor: con reuniones periódicas y vocerías. Por ello, volver a asumir esa conducción es un objetivo que se proponen en el partido.
En la instancia de debate podrán discutir cara a cara si les conviene fundirse, seguir separados pero bajo el mismo techo, o continuar la pelea por su identidad.
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