Las proyecciones para la escena política internacional: A qué estar atento
Desde el desarrollo de la guerra en Ucrania hasta las próximas elecciones en Argentina, expertos comentan a La Tercera los hitos que marcarán la actualidad del mundo y la región el próximo año.
La guerra en Ucrania, las protestas en Irán por la muerte de la joven Mahsa Amini, el fin de la política del Covid Cero en China y la recurrente crisis política en Perú fueron algunos de los episodios que marcaron el acontecer internacional durante 2022.
De cara al nuevo año, distintos analistas comentan a La Tercera la situación en América Latina y el mundo y proyectan la escena política para 2023. Un intenso año electoral en Argentina, el desenlace del conflicto entre Moscú y Kiev y la vuelta de Lula al Palacio de Planalto en Brasil, entre otros temas, marcarán la agenda en los próximos meses.
Elecciones en Argentina
De un año agitado y futbolero, Argentina pasará a uno completamente electoral: en octubre se vienen las presidenciales para decidir al sucesor de Alberto Fernández, pero antes de eso se discute aún si se realizarán las PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias). Además, en distintos momentos del año, 22 de las 23 provincias argentinas eligen gobernador.
El último desarrollo de la intriga política transandina vino con la etapa final de la Causa Vialidad, en la que los fiscales pidieron 12 años de prisión para Cristina Kirchner. Ella continuó alegando ser víctima del “lawfare” y los jueces sentenciaron a la expresidenta a seis años de prisión e inhabilidad para ejercer cargos públicos. Según las leyes argentinas, CFK solo podría ir a la cárcel cuando se agoten todas las instancias de apelación, lo que podría tomar dos años, pero de todos modos, la actual vicepresidenta adoptó una decisión sorpresiva para su sector político: “No voy a ser candidata a nada, mi nombre no va a estar en ninguna boleta”. Con esto, los presidenciables empezaron a multiplicarse en el peronismo.
Julio Burdman, analista político y académico de la Universidad de Buenos Aires, asegura que la retirada de Cristina Kirchner rompe totalmente los esquemas de la política transandina: “Tiene un impacto impredecible, porque básicamente la política argentina gira en torno a ella desde hace entre 10 y 15 años. Ella es, por un lado, quien lidera la coalición de gobierno, en parte gracias a ella la coalición de gobierno se armó”,
En camino a las elecciones de octubre, Burdman especula respecto de la irrupción de Javier Milei desde la extrema derecha y la existencia de tres polos electorales, a diferencia de la clásica disputa peronismo-antiperonismo. “Se abrió en Argentina, en los últimos años, una tercera opción por la derecha más dura, que es la de Javier Milei, y una opción que siempre ronda es que si la oposición no logra un buen acuerdo que los contenga a todos, una parte de Juntos por el Cambio se puede ir con Milei, o hacer una alianza con él para formar un espacio más amplio, más de derecha”, comenta el analista.
La suerte de Boluarte en Perú
Ya casi terminaba el año cuando Perú vivió otra crisis que terminó con un cambio en la cabeza del Poder Ejecutivo: fue el 7 de diciembre cuando una interpretación propia de la Constitución mediante, Pedro Castillo intentó cerrar el Congreso en un “autogolpe” que terminó revirtiéndosele en menos de cinco horas. Ese día, los legisladores consiguieron rápidamente la mayoría necesaria para declarar su vacancia, poniendo sobre Dina Boluarte, la vice de Castillo, la banda presidencial. Su deseo de completar el mandato que se extendía hasta 2026 pronto se esfumó.
Hasta el momento, el Congreso tiene un acuerdo de adelantar las elecciones para abril de 2024, aunque hay actores políticos que quisieran apurar el proceso de transición. En tanto, el primer mes del gobierno de Boluarte ha sido rechazado en las calles, donde durante semanas las protestas han aumentado la incertidumbre en la ciudadanía.
Según Luis Benavente, consultor de la consultora Vox Populi, Boluarte enfrenta tres desafíos importantes: lo político, lo económico y la agenda ciudadana. “A nivel político, que es velar por un cumplimiento ordenado del proceso temporal de transición, de las propuestas que pueda hacer el Ejecutivo para reformas políticas, mantener un clima de estabilidad política propiciaria”, señala.
Respecto del expresidente Castillo, al que ya le esperan mínimo 18 meses de prisión preventiva, se le vendría un año entre tribunales. “Como cualquier peruano, será sometido a la justicia. Él cometió y estrenó un delito el 7 de diciembre, que fue el delito de sublevación y de romper el orden constitucional, de dar un golpe de Estado fuera de la Constitución, de quebrar el ordenamiento jurídico del Estado peruano”, comenta Benavente.
El retorno de Lula a Planalto
Luego de su victoria contra Bolsonaro, Lula retorna este 1 de enero al Palacio de Planalto para iniciar su tercer mandato como Presidente de Brasil. Con la salida del líder derechista, que supuestamente estará en Florida, Estados Unidos, para evitar participar en la investidura de su rival, Brasil dejaría atrás sus cuatro años de “aislamiento internacional”, tomando un lugar central en la pelea contra el cambio climático. Según The Economist, “Lula buscará restaurar la normalidad en las golpeadas instituciones mientras impulsa agendas económicas y sociales de izquierda, aunque tendrá que luchar con un Congreso conservador y unir a un país polarizado”.
De todos modos, el presidente entrante tuvo buenas noticias este mes, cuando se le aprobó el presupuesto que necesitaba para sacar adelante sus promesas electorales en cuanto a ayudas sociales. Lincoln Secco, historiador y profesor en la Universidad de Sao Paulo, comenta al respecto: “Lula obtuvo una victoria gracias al Supremo Tribunal Federal, que volvió ilegal el presupuesto secreto, e indicó que el principal programa social de Brasil no debe estar sujeto al límite máximo de gastos públicos. Pero tiene muchos desafíos por delante, como la elección del presidente de la Cámara de Diputados y los problemas económicos, particularmente el desempleo”.
Después de la derrota del 30 de octubre, Bolsonaro disminuyó considerablemente sus apariciones, e incluso dejó de ir por largo tiempo al palacio presidencial. A pesar de su “retiro silencioso”, los expertos aseguran que su masa electoral seguirá siendo un actor importante en los años que vienen: 58 millones de brasileños votaron por él, y hubo quienes llegaron a bloquear las carreteras pidiendo una “intervención militar”.
En tanto, el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) se instala con el desafío de disminuir la desigualdad en Brasil. “No es algo que se resuelva en algunos años, pero el 2023 puede señalizar un rumbo. El mundo político mostrará si quiere impulsar una nueva estructura tributaria favorable a la distribución de la renta, si quiere un gasto público favorable a los más pobres, y si desea la reindustrialización, al menos parcial, del país”, detalla el profesor de la Universidad de Sao Paulo.
Ucrania: costoso conflicto
El 24 de febrero se cumplirá un año desde el inicio de la invasión rusa en Ucrania, y todos los expertos coinciden en que, de momento, no se ve en el corto plazo un fin del conflicto armado. Según The Economist, es posible que haya una creciente presión internacional para acabar con una guerra difícil de financiar: estadísticas de la OCDE señalan que la guerra le costaría al mundo 2,8 billones de dólares en 2023.
Luego de la serie de reconquistas que vio el Ejército ucraniano el año pasado, Kherson y Kharkiv entre ellas, ninguno de los bandos se muestra listo para bajar los brazos. Tanto para el Presidente ucraniano, Voldymyr Zelensky, como para su par ruso, Vladimir Putin, se trata de una victoria que no quieren ceder, y a pesar del lento avance de la lucha a favor de Kiev, Moscú tiene la ventaja en el largo plazo. “Putin podría llegar a usar armas químicas o nucleares, aunque eso no limpiaría necesariamente el camino ruso a la victoria. El año empezará con Putin esperando que algo cambie: el momentum en el campo de batalla, la ayuda militar china, la fragmentación de la unidad europea o la posibilidad de que (Donald) Trump reelecto abandone Ucrania”, apunta The Economist.
Maria Popova, profesora asociada de Ciencias Políticas en la Universidad McGill de Canadá, cree que hay dos posibles escenarios, con uno de ellos terminando todo en invierno, “con Ucrania agarrando momentum en la guerra y liberando significativos pedazos de las actualmente ocupadas zonas del Donbás, Kherson y Zaporiyia”. “Si consiguen desocupar Melitopol en el sur, Ucrania tendrá acceso al mar de Azov, y el pie de apoyo ruso en el sur de Ucrania y Crimea se volverá frágil, por lo cual los esfuerzos de guerra rusos podrían colapsar rápidamente”, comenta la investigadora, asegurando que desde ya el Ejército ucraniano está más motivado y ha demostrado a Occidente que puede beneficiarse bien de su ayuda.
“También es posible que los avances ucranianos sean lentos, y Rusia vaya sacrificando una gran cantidad de reclutas poco entrenados, poco equipados y poco motivados, en una guerra de trincheras en los territorios ocupados, y siguiendo con los ataques aéreos a la infraestructura energética de Ucrania. En ese escenario, la guerra podría seguir en tablas a través del invierno y más allá”, comenta Popova.
Un elemento clave en la resistencia ucraniana ha sido la ayuda que Occidente, y en especial Estados Unidos, le ha enviado en el último año. En ese sentido, Popova no ve motivo para que eso se interrumpa: “Tanto Estados Unidos como Europa continuarán apoyando a Ucrania, y es posible que ese apoyo crezca si una victoria ucraniana en la guerra se vuelve cada vez más posible. La exitosa visita de Zelensky en Washington demuestra que una coalición amplia y bipartisana apoya a Ucrania”.
China: su reapertura al mundo
El fin de año vio en Shanghái, Beijing y otras ciudades chinas una serie de protestas originadas por el descontento que la estricta política Covid Cero generó en la población. El hecho de que miles de personas se congregaran simultáneamente en varias urbes llamó la atención de la prensa internacional, que de cierto modo recordaba con esto los movimientos estudiantiles de finales de los 80.
Una “revolución de las hojas blancas” terminó por forzar a Xi Jinping a relajar las políticas e intentar volver a China a una normalidad prepandémica, y en las primeras semanas los hospitales y funerarias constataron un colapso inesperado. Según Noe Hirsch, fundador de China East is Red, medio especializado en el gigante asiático, el resentimiento entre los chinos es amplio: “Una parte más anciana de la población le teme a la apertura rápida, alimentados por el discurso oficial catastrofista, y no comprenden este cambio repentino por parte del Estado. Los jóvenes, en cambio, le cobran al gobierno haberles infligido tres años de sufrimiento ‘por nada’”.
A pesar de lo sorprendente de las protestas, Hirsch duda que se repitan. “Lo primero, la mayoría de los manifestantes no estaban para nada ideologizados, y solo los manifestantes de Tsinghua en Beijing y de Shanghái tenían eslóganes en contra del Partido Comunista. La mayoría de los manifestantes deseaba, sobre todo, protestar contra las empresas privadas que distribuyen falsos positivos, las irregularidades con los tests y la anarquía administrativa, en particular en los hospitales móviles. Puede que incluso la apertura de China hubiera ido más allá de los deseos de la mayoría de los manifestantes”, señala el sinólogo.
Según Hirsch, lo que se viene para China en 2023 es, en efecto, una reapertura al mundo, donde habrá que prestar atención a distintos elementos: “La retoma del control de muchos sectores por parte del Estado, en particular el tecnológico e inmobiliario, en lo que es un reflujo histórico en China. Por otro lado, el país va a retomar y acentuar su política de ‘reconquista’ de Taiwán”.
Irán: un régimen sin soluciones
A causa de la muerte de Mahsa Amini, Irán vio este año un movimiento enorme que desafía al régimen y tensa la relación entre el liderazgo clerical y el resto de la sociedad. Las manifestaciones continúan al día de hoy, pero a pesar de la persistente crisis, los expertos encuentran difícil que la República Islámica desaparezca o cambie en el mediano plazo, sobre todo por la manera en que la protege su sistema de seguridad. Además, el movimiento disidente no tiene líderes, por lo que la aparición de un nuevo orden político es más bien utópico.
Meir Javedanfar, experto en estudios diplomáticos y seguridad de Irán, de la Universidad Reichman en Israel, comenta al respecto: “Las manifestaciones siguen en Irán. Es difícil saber si es el mismo numero que antes, pero no han parado alrededor del país, y esto preocupa muchísimo al régimen. Esto no tiene precedente: desde la revolución iraní, en 1979, no hemos tenido manifestaciones que hayan durado tanto”.
Para el analista, a pesar de que las marchas pierdan su intensidad en algún momento, sus causas seguirán ahí, listas para prender otra llama. “Si baja, van a volver tarde o temprano, porque el régimen iraní no está respondiendo a los desafíos del pueblo iraní: desafíos relacionados con los derechos de las mujeres, la inflación creciente, la corrupción. El régimen no tiene ninguna solución a nada de esto, así que si las cosas siguen así, aun cuando las manifestaciones se acaben el próximo año, tarde o temprano la gente va a regresar a las calles”, asegura.
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