Las recriminaciones que confrontan al INBA
Un grupo de profesores denuncia que el 23 de octubre, día en que ocurrió una explosión en un baño debido al uso de bombas molotov, encontraron cerrados los portones del establecimiento, aumentando el riesgo de la comunidad. La directora defiende su gestión, y desde la dirección de Educación del municipio realzan sus números: la violencia en el internado ha ido a la baja.
El timbre del Internado Nacional Barros Arana sonó más largo que de costumbre esa mañana del 23 de octubre. Fue la señal de alerta para toda la comunidad del INBA: cuando el timbre suena largo, dicen los profesores, es porque hay un “despacho”. Es decir, todo el mundo debe evacuar el liceo por completo.
La razón del “despacho” era la “bajada de los cuartos”: un acto que se venía esperando desde el primer semestre, pero que fue aplazado repetidas veces. Año tras año, en ese evento un grupo de encapuchados provoca desórdenes, como una especie de despedida de los cuartos medios del colegio.
A las 10.45 llegó un mensaje de la directora, María Alejandra Benavides: “Despacho por San Pablo”, dijo.
En ese momento, un grupo de unos 20 encapuchados aparecieron en el Patio Amarillo. Desplegaron un lienzo negro con una serie de nombres escritos. Una “lista negra” de alumnos que no les caían bien. También lanzaron petardos.
Todo esto lo relatan en reserva de identidad tres profesores del INBA, que declararon ante Fiscalía sobre los hechos de ese 23 de octubre. Los tres docentes son parte del Colegio de Profesores y, al mismo tiempo, son de los que más tiempo llevan en el establecimiento.
La instrucción desde la dirección, dicen estos profesores, fue tomar asistencia en los cursos para verificar quién no estaba presente en las salas. Luego, hacer un “despacho”. Es decir, empezar a evacuar el colegio por completo. La orden fue hacerlo por la calle San Pablo.
Pero cuando la multitud llegó a ese portón, encontraron que estaba cerrado. En ese lugar, dicen, no hay un portero fijo.
-No sabemos por qué estaba cerrado. Pudo haber sido porque el portero no alcanzó a llegar, o porque la orden fue no abrir.
Los pocos que había vieron que el grupo de encapuchados trató de salir por la entrada principal, en la calle Santo Domingo. Sólo que lo encontraron cerrado y rebotaron. Según los profesores, la orden de cerrar ese sector vino desde la dirección 10 minutos antes de la salida de los encapuchados. La intención de eso, dicen, era evitar que entraran a la fuerza a sectores estratégicos del edificio principal del INBA, como el hall de acceso o la oficina misma de la directora.
Hay un detalle más. Los profesores aseguran que, hace meses, se repetía una estrategia de la directora.
-Lo que ella hace -cuenta un docente en reserva- es cerrar las entradas del colegio para forzar que los encapuchados, al no poder salir, se desesperen y vayan al baño a cambiarse de ropa. Luego, cuando salen, identifican quiénes son los alumnos que estaban encapuchados.
Los dos accesos del colegio, el de calle Santo Domingo y el de San Pablo, estaban cerrados con candado, dicen las profesoras.
Por eso, los encapuchados volvieron al Patio Rojo, que también estaba cerrado. Luego, los capuchas pasaron al patio Siberia, cuyo pasillo de acceso es uno cuyo ancho es de un metro y poco más. Se metieron al baño de ese patio.
-Fueron cerrando sectores hasta dejarlos encajonados en ese baño, para arrinconarlos- dice una de las profesoras.
Cuando todo el colegio estaba fuera de sus salas, preguntándose por dónde salir, viendo que estaban ambas entradas cerradas, fue cuando escucharon la explosión.
Eran las 10.56. En el grupo de WhatsApp los profesores pedían una “ambulancia urgente”.
Desde ese momento en adelante, todo fue caótico. Desde el baño donde entraron los encapuchados se escuchó un bombazo. Enseguida, decenas de adolescentes con uniformes salieron de allí aún con fuego en sus ropas.
En eso, profesores y auxiliares se prestaron a ayudar, tratando de subir a los afectados a varios autos. Lo que sentían, dicen las educadoras, era que estaban en una guerra. Veían niños con su rostro y piel quemados. Otros salieron caminando por la entrada de San Pablo, acompañados por profesores, con quemaduras en las piernas.
-Había niños que conocías desde chiquititos que te pedían ayuda -dice una profesora-. Lloraban y te abrazaban. Pedían perdón por lo que hicieron.
Otros alumnos iban preocupados en el auto que los llevaba al hospital a tratar sus quemaduras. “Preguntaban si los iban a echar o no”, dice un profesor.
La directora -comentan estos profesores en reserva- estaba fuera de sí. Se quejaba gritando. Preguntaba quién dejó salir a los profesores. Decía, traigan de vuelta a los que se llevaron. “Sacaron a niños quemados y ella se enojó. No quería que nadie saliera del colegio”, cuenta una profesora.
Otros adolescentes heridos fueron atendidos sobre mesas de pimpón.
El resultado fueron 35 quemados: ocho en estado crítico y dos en riesgo vital.
La búsqueda de explicaciones y responsables de la tragedia comenzó al día siguiente, añaden miembros de su comunidad.
Lo que critican estos docentes, dicen ahora, es que la decisión de la directora de cerrar los portones cuando supieron de la salida de los capuchas pudo poner en riesgo más vidas.
Lo creen porque en el mismo recinto en que un grupo de jóvenes corría con bombas incendiarias en sus manos, había toda una comunidad de niños y profesores también tratando de salir de allí.
-Nos evacuaron por el mismo pasillo que estaba quemado- se queja una profesora-. No había otro pasillo por donde salir.
Debidos procesos
María Alejandra Benavides fue nombrada directora del INBA en medio de una fuerte crisis.
Ella, educadora diferencial de la UMCE, ascendió a ese cargo por Alta Dirección Pública el 2022, tras la salida de Gonzalo Saavedra. Este último, quien fue inbano, enfrentó una fuerte crisis con los ataques de overoles y encapuchados al Regimiento de Ingenieros que colinda con el liceo.
Parte de ese contexto también le tocó a Benavides. Quienes conocen su estilo, indican que es marcado y tajante en las ideas que quiere aplicar. Es por eso que la evaluación sobre lo que pasó en la tragedia de octubre también recayó en ella.
El mismo 23 de octubre, Benavides y el cuerpo docente declararon ante la Fiscalía como testigos. Lo que investiga el Ministerio Público son los motivos por los cuales se generó la explosión en el baño. “Es parte de la investigación poder establecer si los estudiantes ingresan con este tipo de elementos, si los esconden dentro del colegio, si los profesores saben, si los profesores lo toleran o si los profesores están amedrentados”, dijo la fiscal María Cañas ese mismo día.
Al día siguiente, el 24 de octubre, los profesores del INBA asistieron a una asamblea convocada por ellos mismos. Pidieron que el Colegio de Profesores asistiera. Allí se planteó el tema de las entradas cerradas.
Luego de esa reunión, la directora también llamó a una reunión junto al director de Educación de Santiago, Rodrigo Roco.
Allí, manifiestan docentes que estuvieron presentes, se habló de que a los alumnos se les iba a iniciar un proceso penal. Para algunos profesores esto mostró falta de empatía: “Ya fueron marcados para toda la vida. Han sufrido suficiente”, dice una. La postura de la dirección, cuentan las mismas fuentes, era que enfrentar el proceso penal era una consecuencia de esos actos.
Esta misma postura tomaron Benavides y Roco posteriormente.
El lunes 18 de noviembre, la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados realizó una sesión extraordinaria para hablar sobre la tragedia.
A la instancia estaban invitados los ministros de Educación, Nicolás Cataldo, y de Salud, Ximena Aguilera. No obstante, ninguno asistió: argumentaron tener compromisos previos. Cataldo envió, en cambio, a la subsecretaria de Educación, Alejandra Arratia.
Tanto Roco como Benavides estuvieron presentes. El director de la DEM partió con un balance sobre su gestión. Expuso que, a diferencia de las críticas, su administración sí aplica el RICE (Reglamento Interno de Convivencia Escolar): en 2022 se llevaron a cabo 353 “debidos procesos”; 690 en 2023 y 193 en 2024. Lo otro que mostró fue que entre 2022 y lo que va de 2024 se registraron 115 expulsiones. En cambio, en el período 2018-2019 hubo 58. “Más de 20 de las 115 expulsiones entre 2022 y 2024 corresponden al INBA”, rezaba la diapositiva que mostró Roco. Y algo más: ya pusieron una querella y un sumario interno contra quienes resulten responsables de lo que pasó.
Benavides también habló. Dijo que su sello ha sido “aplicar la normativa. Eso nos dio resultado en varias líneas”. Y agregó: “Jamás hemos avalado los hechos de violencia como una forma de manifestación”.
La Tercera intentó contactar a la directora a través de la Dirección de Educación de Santiago. En vez de ella, respondió Rodrigo Roco por escrito. Afirma que el año 2022 se registraron más de 50 episodios de ataques de encapuchados. En ese número se cuentan también aquellos al Regimiento de Ingenieros. Luego, en 2023 esa cifra bajó a 13. Y hasta el 23 de octubre, solo se registraron tres “incidentes menores”.
Esto les hace sentido a los profesores que critican la gestión de Benavides.
-Los casos de salidas de encapuchados fueron bajando porque los fue echando de esa forma: los identificaba a la salida de los baños -dice una de las docentes.
Roco, consultado al respecto, responde que “el protocolo vigente ante la presencia de encapuchados es determinar el despacho de la jornada para el resguardo de la comunidad educativa”. Y, sin responder a si la directora realizaba o no ese seguimiento de alumnos, indicó: “Ante la presencia de armas o fuego, los adultos no deben aproximarse a quienes pueden agredirlos con ellas”.
Además, hace una última aclaración sobre el enojo de la directora ese día: “El Protocolo de Reglamento Interno de Convivencia Escolar establece expresamente que, en caso de accidente, los estudiantes deben ser trasladados solo por personal médico”.
Mientras la actual administración respalda a Benavides, el alcalde electo de Santiago, Mario Desbordes (RN), no piensa igual. “La voy a cambiar sí o sí”, dijo una vez electo el excarabinero en Mega. Luego, en La Tercera, volvió a mostrar esta postura, aunque más pausada. “Habrá que discutirlo”, dijo. Desde el equipo de Desbordes indican que, una vez asuma el cargo, se reunirá con la comunidad del INBA.
Actualmente, relatan en la comunidad del liceo, están tratando de cerrar el año. Lo que lamentan es que los niños quedarán marcados por este hecho para todas sus vidas. “Es que hay unos con el 80% de su cuerpo quemado, con quemaduras que llegaron incluso a los tendones”, dice una profesora.
Pero algo los alienta: de los 35 afectados por la explosión, 13 están hospitalizados. Y, lo más importante, dicen: ninguno está en riesgo vital.
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