Marco Antonio Ávila: “En RD necesitamos transitar por el desierto y reconstruir nuestra moral”
El exministro de Educación -uno de los damnificados del último ajuste ministerial- sostiene que en el lío de platas su partido terminó por complejizar la gestión del Presidente, pero que no sintió como un castigo su salida del gabinete.
“Sí, a medias”, responde el hoy exministro de Educación Marco Antonio Ávila cuando se le pregunta si lo sorprendió ser removido de esa cartera en el cambio de gabinete del miércoles 16. La primera mitad la explica porque un ministro siempre debe estar disponible a la voluntad presidencial, pero la otra mitad -la de la sorpresa- obedece a que recién había sorteado una acusación constitucional. “Sentí que mi relación con el Parlamento más bien se había fortalecido. Después de la acusación se abrieron muchos canales con otras fuerzas, incluida la derecha, que yo no había tenido antes”, sostiene. Pero no fue suficiente.
La primera impresión del ajuste ministerial es que hay un fuerte castigo a Revolución Democrática, partido en el que milita. ¿Cuál es la suya?
Hay una fuerte necesidad de hacer ver una conducción más clara de parte del gobierno en términos de cuál es su agenda. No suscribo tanto a la tesis del castigo, sino más bien, como lo ha señalado el propio Presidente, de un nuevo reimpulso. Y probablemente a las carteras que fuimos parte de este cambio es donde se veía la necesidad de poder hacer este reimpulso, con nuevas energías... no necesariamente, al menos así lo entiendo en mi caso, significa una mala evaluación de la gestión, sino más bien de poner un énfasis distinto ante un gobierno que ha tenido que enfrentar mucha obstaculización por parte de la derecha. Eso resulta ser coincidente con el caso de Democracia Viva y por eso podría entenderse como un castigo...
¿No terminó pagando RD los costos de todo el lío de platas? A nivel ministerial al menos...
Diría que en RD tenemos una alta responsabilidad en esta situación. Y probablemente esto termine siendo una oportunidad para hacer este proceso de reconstrucción del partido. Para que siga siendo un partido fuerte, que apoye la gestión del gobierno, es necesario transitar por el desierto, ¿no?
Cuando habla de responsabilidad de su partido ¿a qué se refiere en particular?
Fundamentalmente a la estrategia política para enfrentar situaciones como esta. Nadie está exento de tener militantes que puedan verse involucrados en casos de corrupción. Por eso es que se hace necesario contar con una muy buena estrategia política, con banderas rojas que se levanten frente a ciertas cosas, poner mucha atención, una institucionalidad fuerte. Comisiones políticas, consejos políticos, tribunales supremos, muy conscientes y claros de cuál es su función, y que actúen rápidamente y de manera equilibrada. Entendiendo, sobre la base siempre de la presunción de inocencia, que todos los casos tienen que ser llevados a la justicia.
¿Y eso no pasó en esta oportunidad?
Tuvimos una carencia de estrategia política, efectivamente. El partido tendría que haberse anticipado, tendríamos que haber puesto toda la información a disposición, porque complejizamos la gestión del Presidente también. Nosotros somos un problema para el gobierno y tenemos que dejar de serlo.
Señalaba que el ajuste permitía dar un reimpulso al gobierno ¿por qué darlo en su ministerio y no en Vivienda, por ejemplo? Algunos pensaban que usted estaba fortalecido tras sortear la acusación constitucional. ¿Qué razones le da el Presidente?
La necesidad de un reimpulso a la agenda educativa, con un importante mensaje de agradecimiento respecto de la gestión que yo había realizado. Y quizás lo que al menos a mí me deja más tranquilo es que uno es un cuadro de un partido, y como un partido de gobierno sabe que esto puede tener una duración y que las razones pueden ser múltiples, entre esas, la que señala el Presidente. Me parece justo ese ajuste.
Se lo vamos a preguntar en jerga de profesor, ¿fue o no castigado?
Yo no me sentí castigado, no, en ningún caso.
¿Este cambio de gabinete le parecía necesario?
Se hacía necesario en el marco de esta apertura que hace el Presidente a conversar con la derecha para las grandes transformaciones. A lo mejor el cambio de gabinete es una de esas señales, como pueden ser muchas otras que permitan los grandes acuerdos. En esto yo creo que nos enfrentamos a la real política, para que algo avance es probable que vayamos a tener que sentarnos a la mesa, lo que no implica una renuncia, sino más bien quizás establecer gradualidad. Porque cuando uno quiere cambios, los hace de manera gradual, manteniendo el horizonte. Ese es el escenario de hoy y tenemos que seguir apoyando al gobierno en eso.
¿No fue RD el presente de bodas para esta apertura al diálogo?
Es que esa tesis es bien...
Es matemática, ni siquiera es muy elaborada.
No creo en la tesis del castigo.
Tras la acusación constitucional, en una entrevista con La Tercera, acusó que su gestión había sido mirada con cierta mezquindad por algunos sectores. ¿A qué se refería?
Diría cierta mezquindad en términos de que no se lee el contexto general. Veníamos de vuelta de una pandemia, hace más de 10 años que no hay una inversión fuerte en infraestructura escolar. Habíamos tenido un aumento importante de la demanda educativa, a propósito de los procesos migratorios, tanto externos como internos. Había algunos acuerdos principalmente relacionados con profesores asociados a bonos de incentivo al retiro y también con asistentes de la educación que no fueron respondidos en los últimos dos gobiernos. Cuando asumimos la cartera esto era ordenar. O sea, creo que nadie se imaginaba, no sé si es decir el desorden, pero sí la cantidad de promesas incumplidas que había. Alguien que mira en grande las necesidades que tiene el sistema educativo chileno y mira la proyección que hay, claramente miró con mezquindad la gestión de solo un año.
En su campaña este gobierno hizo dos promesas muy sentidas en el mundo educacional: la condonación del CAE y el pago de la deuda histórica de los profesores. ¿No llegó la hora, derechamente, de decir que eso no va a ser cumplido?
Lo que a mí me correspondió en mi gestión fue más bien ratificar esos dos compromisos con unos bordes que siempre estuvieron abiertos y que tenían que irse diseñando con los propios actores. La deuda histórica es una gran deuda y el país tiene que entender que hay que buscar los recursos necesarios para poder cumplir con eso. Y eso puede tener un tiempo, puede tener una modalidad de pago, puede tener distintas variables. Misma situación ocurre con el CAE, cuando planteábamos esta condonación, que si bien es universal, porque todo el mundo se va a ver de alguna manera beneficiado, tenía tres grandes principios. Esto iba a ser gradual, esto iba a ser justo y, además, iba a contar con un principio de responsabilidad fiscal. A mí, al menos desde lo que me correspondió, nunca se me señaló una renuncia a esas demandas.
Parece voluntarista mantener esas promesas tal cual, ¿no?
Como les señalo, hasta que a mí me correspondió liderar la cartera nunca se me señaló que debíamos renunciar a estos dos compromisos con la ciudadanía. Siempre fuimos muy claros en que teníamos que ser capaces de sentarnos, con todas las diferencias, con todo el espectro político, a conversar sobre estas dos deudas con el mundo educativo. Y también sobre la modificación al sistema de aseguramiento de la calidad y la educación en sexualidad integral, que pese a que se me criticaba especialmente en los mundos más conservadores, es una necesidad imperiosa.
¿Es una crítica injusta, esa de priorizar esa agenda?
Absolutamente injusta, porque siempre puse al centro la reactivación educativa. Primero con el programa Seamos Comunidad y luego cuando reordenamos la agenda e invité a Joaquín Walker a venirse a trabajar conmigo para poder liderar el Plan de Reactivación Educativa. Por lo tanto, si bien esa urgencia para nosotros era fundamental, siempre los otros temas que son compromisos de programa estuvieron presentes.
¿No hay cierta responsabilidad de Giorgio Jackson en el destino que terminó teniendo?
No lo advierto de esa forma. Se ha hecho una caricatura del exministro Jackson. Mi experiencia hoy día, más en el gobierno con el exministro Jackson, es de una completa disposición al trabajo colaborativo. Se ha hecho de verdad un conjunto de críticas súper injustas a él y a otros militantes también.
¿El estilo controvertido del exministro no le terminó pasando la cuenta? Las tesis que defendió, como la del reemplazo, los anillos, la superioridad moral...
En política uno plantea algunas ideas y uno lo puede mirar a lo largo de la historia que las tesis son eso, son propuestas, son enfoques que pueden verse derrumbados por el peso de la realidad o por tantas otras razones, pero eso no justifica el acusar de corrupción o de ser el creador de un partido que nace para defraudar al Estado.
¿Acá no aplica la lógica de la confesión de parte, relevo de pruebas? Porque cuando él renuncia cristaliza su responsabilidad en una crisis de corrupción.
Ese hecho en sí mismo uno no lo puede criticar, porque es una decisión personal. Y la política no puede perder bajo ningún punto de vista un margen de decencia, de respeto por el otro, es un acto de humanidad, y el ministro estuvo sometido a una presión enorme con estas acusaciones, y cualquier persona para descansar finalmente de esto -y como él mismo lo dice-, para generar un mejor diálogo con la oposición, da un paso al costado.
RD ha sido un partido cuestionado en el Frente Amplio por haberse forjado al alero de una cúpula elitaria. Usted representa un sector muy distinto en el partido. ¿Qué diagnóstico tiene sobre eso?
Todos quienes estamos en política somos parte de una élite, independiente de nuestro origen.
Pero hay élites más élites que otras...
El origen y la clase de las personas no condicionan su compromiso social ni con los cambios. Lo que creo, sí, que a lo mejor puede incidir son las experiencias de vida, y ciertamente yo diría que el Frente Amplio en general ha sido capaz de transitar de esa cultura quizás mucho más endogámica -porque en el fondo son personas que se conocen, de los mismos círculos, de los colegios, de las universidades- a la incorporación de otras fuerzas. En Revolución Democrática al menos yo valoro enormemente el trabajo que han hecho históricamente muchos dirigentes locales.
¿Por qué le interesa liderar en este momento el partido? ¿Cree que RD tiene futuro? ¿No es tiempo de un partido único?
Transitar hacia el partido único se hace con conducción, primero esclareciendo sobre todo para la militancia interna y también para la ciudadanía un marco que tiene un fuerte componente comunicacional. Y que es decir que este no es un partido que nació para defraudar al Estado, en sus orígenes hay principios que son propios del mundo de la izquierda. Y también se requiere reposicionar el espíritu y la moral de nuestros militantes a lo largo de todo el país, aquí estamos hablando de mucha gente que está construyendo el partido diariamente, que se está reuniendo, que va a la junta de vecinos. Es cosa de mirar a la alcaldesa Amtmann, al alcalde Vodanovic, a la alcaldesa Ripamonti, que están hoy día haciendo gestión local del partido... Por esas personas nosotros necesitamos reconstituir nuestra moral y hacer el tránsito, como corresponde, al partido único. Aquí hay un partido que tiene casi 11 años, que tiene una experiencia, que tiene una solidez, que tiene una seriedad que lamentablemente se ha visto opacada o manchada con el caso de Democracia Viva. Esa fuerza es la que tiene que entrar también para probablemente, y como es en política, disputar algunas tesis muy concretas respecto de lo que plantea Convergencia Social o Comunes.
¿Y parte de ese proceso es la “desgiorgiozación” de RD?
En ningún caso, es aprovechar su liderazgo, su capacidad, también ser muy respetuoso de sus propias decisiones respecto a lo que quiere hacer, puede ser que quiera disputar también.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.