Medio Oriente: Dos visiones del conflicto entre israelíes y palestinos
En lo que fue calificado como un acuerdo histórico, Israel y Emiratos Árabes Unidos anunciaron a mediados de agosto que normalizarán sus relaciones diplomáticas, en un pacto que tiene como mediador a Donald Trump. Esto, a cambio de que Israel ponga en pausa toda la anexión de partes de Cisjordania y el Valle del Jordán. Para algunos analistas, el acuerdo es una suerte de terremoto geopolítico en Medio Oriente, mientras que otros señalan que se transparentó una situación que ya ocurría tras bambalinas durante años.
El abogado y expresidente de la comunidad judía Gabriel Zaliasnik y el exfiscal nacional y director de la comunidad palestina en Chile, Sabas Chahuán, dialogaron con el editor de Opinión de La Tercera, Juan Paulo Iglesias, sobre el conflicto entre israelíes y palestinos como parte del ciclo Conversaciones LT dirigido a nuestros suscriptores.
Acuerdo Israel-EAU
Gabriel Zaliasnik: “Creemos que es un momento para felicitarnos como humanidad. Después del paso histórico que dio Egipto en 1979, cuando firmó la paz con Israel... Después vino la paz con Jordania en 1994... Después de los avances que hubo en los Acuerdos de Oslo a partir del año 1993, que después se han visto congelados... Después de tanto tiempo y de tanto conflicto en Medio Oriente, que ahora surja este esperanzador acuerdo con los Emiratos Árabes Unidos rompe un mito y cambia la fisonomía del tablero. Se ha llegado a un acuerdo de paz por paz, no paz por territorio. Esa es una diferencia particularmente distinta de lo que ocurrió con Egipto. Pero, además, tiene un efecto dominó, es decir, ya parece aventurarse Bahrein, Omán y Sudán”.
Sabas Chahuán: “La verdad es que todo acuerdo de paz es bienvenido, pero yo no hablaría de acuerdo de paz entre Israel y Emiratos Árabes Unidos, porque primero no estaban en guerra, nunca han estado en guerra. Lo que hace este acuerdo es formalizar una relación profunda comercial que tienen los Emiratos Árabes Unidos (EAU) con Israel. La monarquía que gobierna en los EAU ha dicho que ellos lo consideran como un triunfo, porque va a detener la ilegal anexión de territorio ocupado de Palestina por parte del gobierno israelí. Y la verdad es que el propio premier (Benjamin) Netanyahu, hace dos días dijo que solo suspende esta anexión ilegal. Los EAU se salen un poco de los acuerdos que ha tenido la Liga Árabe en esta materia, que ha condicionado la paz duradera al cumplimiento del derecho internacional por parte del gobierno israelí. También hay acuerdos que no se han cumplido por parte del gobierno israelí, como son los Acuerdos de Oslo. Entonces, es importante que haya diálogo, es importante que haya acercamiento, pero no pongamos las fichas, o todas las fichas, en un acuerdo que ni siquiera ha producido el efecto que el propio monarca de EAU ha señalado en el sentido que va a detener la anexión, porque no la ha detenido”.
Negociaciones de paz
Gabriel Zaliasnik: “Yo creo que es malo que la Autoridad Nacional Palestina no se siente en la mesa a negociar con Israel durante muchos de estos (últimos) años, por distintas razones, con distintas excusas, cuando finalmente tenemos que encontrar ese acuerdo y tenemos que encontrar ese entendimiento. En ese sentido, lo que hace el plan de Trump es mover también el tablero, porque dice: ‘Si ustedes no se quieren sentar en la mesa, si ustedes no quieren negociar, no vamos a seguir esperando’. Y Medio Oriente no pasa por el conflicto palestino-israelí, es un conflicto, pero si hoy se acabara mágicamente el conflicto, ¿cambiaría en algo la desgracia que ocurre en Siria? ¿O el Estado fallido que hay en Líbano? ¿O dejarían de morir los kurdos a manos de los turcos y los iraníes? ¿Se restablecería Irak? No cambia nada. Entonces, desde ese punto de vista sí, él (Trump) propone una cosa que tiene dos patas: una que puede no gustar, que tiene esa patita que autoriza esa anexión, ese plan, esa propuesta de un 30% del Valle del Jordán. Tiene una cosa que no es menor desde el punto de vista de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y de las aspiraciones nacionales del pueblo palestino. Le exige una moneda a cambio a Israel como tal, que es reconocer la existencia o la idea del Estado nacional palestino. La pregunta es si estamos en posiciones maximalistas del todo o nada. Si entramos en esa lógica: o un Estado árabe palestino o un Estado judío con 20% de su población árabe democrático, estamos sonados, no vamos a llegar a ningún entendimiento”.
Sabes Chahuán: “Cuando se habla que el conflicto es débil, de difícil solución, que los palestinos no se sientan a negociar, eso es falso. El conflicto tiene una solución muy fácil: cúmplase el derecho internacional y se soluciona. Además de ello, los palestinos cuando se les llama a negociar, en qué condiciones. La potencia ocupante llama graciosamente al ocupado a negociar. ¿Hay igualdad de condiciones? No. Hay otro mito: Israel, el gobierno de Israel, dice que es un Estado democrático, (pero) no es un Estado democrático. El Estado democrático no es que se pueda votar, el Estado democrático es igualdad de derechos, es un hombre, una mujer, un voto y que puedan tener iguales derechos los que habitan ese Estado. En el Estado de Israel hay una serie de personas que viven que no tienen los mismos derechos: hay árabes-israelíes, hay palestinos que quedaron ahí que no alcanzaron a ser desplazados en 1948, que no tienen los mismos derechos, que no pueden hacer gobierno, no pueden ser elegidos primer ministro... De qué democracia estamos hablando. Es lo más parecido al apartheid que pueda existir en el mundo actualmente. Y ojo, no estoy diciendo en absoluto que el Estado de Israel no tiene derecho a existir, por supuesto que tiene derecho a existir”.
¿Posible solución?
Gabriel Zaliasnik: “Siempre he pensado que la paz pasa por un canje territorial o una devolución de territorios, cual sea la identidad que esto tenga. A mí me gustaba mucho la propuesta del primer ministro Ehud Olmert (2006-2009), que propuso entregar a la ANP el 97% de Cisjordania, un canje por el 3% restante en el caso de Gaza, como ya había sido devuelta a la ANP. En esa época se proponía incluso un puente, un túnel, estamos hablando de un cruce de 30 kilómetros, de manera de haberles dado conectividad a esos territorios. Y había un grupo de 3% de territorios en lo que era la Cisjordania, que se canjeaban por otros territorios dentro de lo que es actualmente el Estado de Israel. De manera que hubiera un ratio de 1 a 1. También se accedió a compartir la soberanía de la ciudad sagrada de Jerusalén, algo que fue rechazado por Arafat (...). Donde hay una piedra de tope es en la resolución 194, en el tema de derecho a retorno. El pueblo palestino es el único que, de acuerdo a los organismos internacionales, el status de refugiado se hereda. Es por eso que es un número que va incrementando. Esa resolución no solo no distingue entre refugiados árabes y judíos, sino que, además, no señala que la solución al problema de los refugiados sea exclusivamente el reintegro y la reincorporación a los territorios, sino que también pueden ser compensaciones económicas. Lo que parecen ser los nudos del problema son nudos que de buena fe, las partes, si de verdad se quiere negociar, se puede alcanzar (...). ¿Por qué en todos estos años siempre las propuestas nacen siempre de los gobernantes del Estado de Israel o al amparo de Naciones Unidas o de Estados Unidos? Nunca he escuchado una propuesta palestina sobre la mesa. Nunca he escuchado ¿esto, estarían dispuestos a aceptarlo? Si esto ustedes lo aceptan hay paz mañana”.
Sabas Chahuán: “Esto de que no ha habido propuesta de parte de los palestinos no es así. La Liga Árabe junto con los palestinos hizo propuestas de paz, el gobierno israelí no las pescó. La propuesta de Olmert formalmente nunca se presentó. El canje de Ehud Barak (1999-2001) fue de Cisjordania y sin desmontar todos los asentamientos. Entonces, de buena fe, váyanse de los territorios ocupados. Volvamos a la resolución 181, hagamos dos Estados, busquemos otra solución. Sino les gustan dos Estados, hagamos un Estado federado, hagamos un solo Estado. Pero con libertad religiosa y con igualdad: un hombre, una mujer, un voto. Eso pasa por respetar el derecho internacional. Eso pasa por cumplir las resoluciones de Naciones Unidas, no las que no me gustan. Yo me quedo en la posición del Estado chileno, que Palestina e Israel tienen que convivir dos Estados con las fronteras anteriores a 1967. Pero no con 600 mil colonos en asentamientos ilegales”.
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