Patricio Fernández: “La alianza entre Boric y Tohá ha sido bastante más sólida e íntima de lo que muchos imaginan”

Patricio Fernandez
Foto: Juan Farias /La Tercera

El escritor y periodista remarca la fortaleza de la relación entre el Presidente y la ministra del Interior, incluso tras la crisis del caso Monsalve que se alojó en La Moneda y desató rencillas internas. Fernández plantea, además, que uno de los legados de este gobierno será un cambio "en la malla del poder".


Una y otra vez, Patricio Fernández vuelve sobre una idea: el ruido, la minucia y la escandalera tienen agotados a los chilenos. Con esto, dice, no busca aminorar la gravedad de los últimos casos que han sumido en una crisis a La Moneda -sobre todo el de Manuel Monsalve. Pero sí plantea que la discusión pública está degradada ética e intelectualmente y pide “cuidar un mínimo de decencia”.

Director del centro de Democracia de la UDP, el periodista y escritor se mete a fondo en los aprendizajes del Presidente Gabriel Boric -de quien es cercano- y del Frente Amplio, plantea interrogantes respecto del futuro del oficialismo y marca la relación del Mandatario con la de su ministra del Interior, Carolina Tohá, como una de las claves para el gobierno.

¿Recibió La Moneda un nuevo aire, de cierta manera inesperado con la elección del domingo?

Políticamente fue una bocanada de aire, en medio, digamos, del ahogo en el que estaba. Y no porque lo que se votó en cada parte sea efectivamente a favor del gobierno. Fue la derecha quien quiso ver aquí un plebiscito al gobierno, lo que tras los resultados quisieran desdibujar. Se estaban viviendo tiempos y momentos políticos que invitaban a imaginarse un gobierno en el suelo. Y de la elección no sale un gobierno en el suelo. Sale un país con una distribución política bastante equilibrada. Es una elección normal, que no tuvo noticias atronadoras como hubiera sido si hubiera ganado, por ejemplo, en Santiago Francisco Orrego. Eso hubiera significado una cosa muy fuerte. Y estuvo muy lejos de suceder algo semejante.

¿Eso quiere decir que el caso Monsalve no afectó tanto a la campaña? O al menos al resultado por el gobierno.

Todo indica que no. Y que la gente debe haber votado por motivos muy diferentes para cada uno de los candidatos y en cada uno de los lugares. O sea que hay razones muy dispersas.

¿El gobierno aprovechó ese espacio de aire, esa bocanada?

Nada parece durar mucho. Al cabo de unos muy pocos días, de unas pocas horas en realidad, ya el tema era otro. Estamos habitando unos tiempos de mucho ruido y donde toda la atención se la llevan problemas cuyo centro puede ser muy preocupante y muy importante, pero que se rodea de disquisiciones y derivaciones y aprovechamientos de los más distintos tipos, que dejan de serlo. Uno se empieza a distraer y todo se convierte en un estruendo habitado solo por el circuito político y que de pronto en el resto del mundo empieza a cansar y resultar ajeno. A mí el tipo de discusión en la que estamos inmersos, me tiene entre hastiado y aburrido.

¿A qué tipo de discusión se refiere?

O sea, por ejemplo, mira el caso Monsalve. Separemos las cosas, un asunto es el caso de una supuesta violación llevada a cabo no más ni menos que por el subsecretario del Interior, la persona encargada de la seguridad. Esto tiene una dimensión noticiosa y una importancia en la discusión pública en sí evidente, pero en lo medular debe resolverlo la justicia. La historia política en torno a esto tiene un punto de fuga en la conferencia que da el Presidente de la República. Porque de alguna manera en ese momento, el mismo se puso al centro de la escena y se llevó parte de la historia a La Moneda. No creo que haya dos opiniones respecto del error que eso implicó. Pero a partir de ahí empieza una disquisición y una discusión que va tomando ribetes que se alejan progresivamente de lo relevante.

Claro, pero de este ruido, ¿Qué responsabilidad tiene el propio gobierno?

Ahí es donde está el problema político que es la otra arista a la que pasa, y que se amplía y se convierte en un problema que tiene varias patas. Empieza a convertirse en el centro de la noticia el a qué hora, qué día, cuándo, con quién, entre quiénes se tomó tal decisión, etc. Y la agenda se centra en los errores y descordinaciones en la actuación del gobierno. Es bastante evidente, además, que esto ha generado rencillas internas. Origina un problema porque al cabo de esto se ve un gobierno que no consigue encausar el asunto y que se ve descontrolado. Pero cada uno de los aspectos que se discuten y que dan cuenta de esto, ¿son verdaderamente tan trascendentes y dan para que estemos semanas y semanas en la discusión? Yo tengo serias dudas. O más que serias dudas, a partir de cierto momento yo por lo menos lo dejo de seguir. El diagnóstico general ya está. Se actuó torpemente, sí, se actuó torpemente.

¿Es cierto que en ese ambiente tiene una responsabilidad de encauzar el gobierno?

Sí, tiene un reto. Pero también es cierto que estamos sumidos en una dificultad de construir amistad cívica, ensimismados por una cantidad de distracciones y de inquinas menores que se convierten en mayores, que si no se apaciguan, en este país no va a haber ni crecimiento económico, ni mayor justicia social, ni vamos a encontrar una estrategia de desarrollo moderna que proyecte, digamos, algún futuro esperanzador. O sea, tenemos un problema mayor. Y que nos implica a todos.

¿No constituye una dificultad en sí misma este tipo de casos, sobre todo el de Monsalve, para un gobierno del Frente Amplio, en cuya raíz está la lógica feminista tan fuertemente enraizada?

Yo creo que el Frente Amplio nació en torno a una serie de titulares rimbombantes y declaraciones sintetizadas en frases muy simples, que encerraban problemas mucho más complejos. Uno de ellos, donde el Frente Amplio también hizo de vocero de cierta cultura generacional, fue la idea de la glorificación de la víctima.

La idea, en primer lugar, de que alguien por presentarse como tal ya lo es, lo que constituye un punto de partida equivocado y peligroso. Quien determina en el ámbito del delito quién es víctima y victimario son los tribunales de justicia. O sea, toda persona que se presenta ante un tribunal con una denuncia, tiene necesariamente que ser tratada con el mayor respeto, y ser atentamente escuchada y atendida. Pero no necesariamente reconocida de antemano como víctima. De lo contrario, bastaría con eso para ganar un pleito. Y podría incluso llegar a ser la mejor estrategia para un victimario. La víctima, además, quien ha sufrido, ¿es mejor que los demás? No, la víctima real ha sufrido más que los demás, ha sido objeto de un abuso, de un crimen, etc., pero nada de esto la convierte ni en mejor persona ni en un ser per se admirable. Los admirables son justamente aquellos que han sufrido lo indecible y que en lugar de construirlo en una fuerza macabra lo convierten en una energía virtuosa.

¿Este es el último nuevo aprendizaje del Frente Amplio?

Si no están aprendiéndolo al rebotarles en la cara, no sé cómo lo podrían llegar a aprender.

Porque implica morigerar su discurso feminista...

El discurso de la víctima no es lo mismo que el discurso feminista.

No, pero va muy entrelazado en estos casos.

Sí, hay casos en los que se entrelazan, como en la idea de que siempre la mujer va a ser más inocente que el hombre. Dentro del tema de la víctima eso también es una idea peregrina, pero no creo que tenga que ver propiamente con el feminismo. Quizás la revolución cultural más grande que está viviendo nuestro tiempo es el cambio de situación de la mujer en la toma de decisiones en la sociedad y de su lugar en la comunidad. Yo más de alguna vez lo he comparado con el fin de la esclavitud, no porque la mujer viviera como esclava, sino porque se le asignaba un lugar de menoscabo por una condición heredada. Llámale feminismo, llámale conquista de los derechos de la mujer, como sea. Ninguna de las discusiones que estamos teniendo debiera opacar esa conquista. Otra cosa, como siempre, se llaman los fanatismos, los excesos, los griteríos, las irracionalidades, las simplificaciones, etc.

Y en ese caso, ¿hay un aprendizaje?

Quiero creer. Este gobierno llegó con un programa y con una idea de sí mismo y de lo que quería, que no es lo que estamos viendo. Eso es un hecho. Eso no es una teoría.

¿Qué le queda entonces de distinto, de propio al Frente Amplio?

Ahí nos abrimos a otra conversación porque me cuesta mucho ver las diferencias profundas y las elaboraciones teóricas y los proyectos en todos los partidos políticos de Chile. La verdad es que no sólo sucede acá, los proyectos políticos del siglo XX ya no dan cuenta de las condiciones actuales. Estamos todavía viviendo el fin la Guerra Fría, estructurada en torno a bandos teóricos claros. Pero la pelea entre capitalismo y socialismo, ya no está. Eso desapareció. La cosa está más enredada. Ganó el capitalismo y ahora tiene una guerra adentro que nos tiene muy confundidos y con nuevas calamidades ad portas. ¿Cuáles son las dos principales preocupaciones del gobierno hoy día? Seguridad y crecimiento. ¿No?

¿Y qué le queda al gobierno para el 2025? ¿Sus reformas entonces están agotadas?

No tengo claro qué es lo que va a poder conseguir. Ojalá se apruebe el proyecto de ley sobre modernización del sistema de permisos y la creación de una agencia para la calidad de las políticas publicas y la productividad. Y no perdería las esperanzas de que este gobierno termine con una reforma de pensiones y una mejora del sistema político.

¿Ve un legado nítido un legado o posible o va a ser un legado medio paradojal? En el sentido de que dejarán una gran agenda en términos de seguridad, pero que no tenía nada que ver con su agenda original…

Creo que este gobierno marcará un cambio en la malla del poder. Las figuras políticas han mutado, entró una nueva generación, y es curioso, porque fue la generación de los nietos que irrumpieron la que incorporó a los hijos, porque la generación concertacionista nunca los invitó a la primera fila. Tuvieron que llegar los nietos para meter a los hijos. ¿Hijos que son quiénes? Carolina Tohá, Mario Marcel, Álvaro Elizalde, Luis Cordero. Aquí hay una cadena que de alguna manera se termina de armar. Vivimos tiempos en que los partidos históricos del siglo XX han perdido su representatividad. Es un tema que lleva a preguntarse cómo se conseguirá la gobernabilidad futura.

Una de las cosas que el presidente ha dicho que le importa dejar es una sola coalición, pero este llamado ha caído bien en tierra seca. Tras tres años de gobierno, ¿por qué no cuajan estos dos ethos, el que venía de Apruebo dignidad y el socialismo democrático?

Yo creo que es más confuso que eso. Hay gente del socialismo democrático que ha ido generando relaciones e imbricándose con gente del mundo de apruebo dignidad, o de lo que era eso, porque Apruebo Dignidad no existe. El socialismo democrático tiene un poco más de tejido. O sea, es más absurdo que no esté claramente reunido porque ahí hay un universo cultural que constituye una unidad bastante nítida. Supongo que se debe a historias, a egos, a miserias. Al interior de Apruebo dignidad yo creo que podría haber distancias de otro tipo.

¿Cuáles?

Hay algunos que han devenido más próximos al socialismo democrático y otros que no solo se resisten, sino que permaneces hostiles. Eso es un devenir que vamos a ver. Hay un conflicto al interior del PC, hay un PC en el gobierno y otro en la oposición. Si ese conflicto no se resuelve en el PC, y se van unos y quedan otros, cosa que no creo que suceda, van a convertirse en una quilla y en un problema para el frente amplio. Porque se va a ver tironeado.

¿Ve que ambos sectores van en la misma ruta? ¿El mundo del socialismo democrático, del Frente Amplio y el PC?

No creo que haya una misma ruta. Salvo que se resuelvan conflictos internos en algunos de estos mundos con el triunfo de una mirada por sobre la otra.

Una de las cosas que dejó en el aire la elección es la ausencia total de candidatos presidenciales del oficialismo...

O sea, a mí me gustaría que fuera Carolina Tohá.

¿Tiene opciones todavía?

Mira, en la actualidad la historia evoluciona de tal manera, a tal ritmo - mira todo lo que ha sucedido en los últimos pocos meses- que no descarto que pueda irrumpir como una posibilidad sensata. Ahora, lo digo a partir de un momento en que está muy devaluada. O sea, no es una candidatura bullante...

¿Y cuándo debería salir de La Moneda?

No lo sé, ella tendrá que verlo si acaso sigue considerándose una candidata y sigue dispuesta a jugar ese partido.

¿Ella se consideraba una candidata hasta que empezó el caso Monsalve?

Yo diría que era claramente una candidata. Sí.

¿Estaba preparando ese camino?

Es que esta de ministra del Interior y se trata de un personaje que no renuncia a sus responsabilidades, como se ha podido ver. O sea, hay gente leal a sus cargos y Carolina Tohá.

¿Y cuánto le aguó las expectativas a este caso a ella?

En lo inmediato, se las puso harto más difíciles. En lo mediato vamos viendo. No sabemos.

¿Quedaron muy dañadas las relaciones entre ella y Boric?

No lo sé, pero no creo. La alianza entre esos dos personajes ha sido bastante más sólida e íntima de lo que muchos imaginan. Se han descubierto el uno al otro. Pero no sé el estado actual de eso.

¿En qué ve la fortaleza de esa alianza entre ellos?

Ahí se generó un ámbito de confianza y de lealtad. Para Gabriel Boric, Carolina Tohá ha sido un pilar insustituible de su gobierno. En la última pasada, medio mundo político roncó para que la sacaran. Y su mayor acto de fuerza en el último tiempo fue dejarla. Ahí hubo un gesto de demostración al respecto. Pero además porque ahí se generó una órbita, que tiene que ver con cuando tú me preguntas cómo vendrán las cosas entre socialismo democrático y frente amplio, etc. Bueno, creo que a esos dos les costaría estar en distintos bandos de la historia.

¿Y qué es lo principal que le ha entregado ella al gobierno de Gabriel Boric?

Ha sido un pilar. No es muy difícil ver que en este gobierno ha habido dos grandes pilares en los que se ha apoyado el presidente, que son Mario Marcel y Carolina Tohá. Mario Marcel porque genera confianza, respeto y tranquilidad en la administración económica, más allá de los chillidos que algunos puedan hacer con estridencia. Tiene el respeto de ese universo. Y Carolina Tohá porque políticamente nadie duda también, o supongo que muy pocos, de su criterio, de su inteligencia, de su apertura. Otros le podrán encontrar otro tipo de defectos, pero ahí hay una historia. En cambio, en esa generación joven que entraba, esa historia no existía.

¿Tohá es la continuadora natural de esta mezcolanza de historias y generaciones de la centroizquierda que ha ocurrido en este gobierno?

Yo creo que ella tiene una cabeza abierta y curiosa. En primer lugar, se separó de ese mundo concertacionista que resentido por los malos tratos, despreciativo de la inexperiencia y la juventud, se convirtió en un grupo francamente hostil a esto. Carolina Tohá tuvo el gesto o la sensibilidad de decir “la historia continúa y parte de esa historia está acá”. Lo suyo no fue la opción de los cementerios, lo suyo fue la opción de continuar navegando en las aguas que se presentaban. Pero más que esa amalgama, a mí lo que me parece es que Carolina Tohá tiene una manera fresca, moderna, no atávica, atenta a los cambios culturales, atrevida, preocupada, imbuida de cultura. Todas estas cosas que a algunos parece que en estos momentos les resultan casi insultantes, pero que creo que es importante revalorizar. Ahora, si tú me preguntas si acaso está a punto de ganarse la banda y ad-portas de ser la candidata popular e indiscutible, no. Este es un reto que ojalá sucediera, pero que no se ve fácil. Tampoco se lo veo fácil, ni listo, ni regalado a nadie, en todo caso.

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