Ser cesante después de los 50 (y cómo salir del pozo)
La desocupación en los grupos de 50 años hacia arriba prácticamente se duplicó pospandemia. Pero los números no terminan de reflejar un drama silencioso. Mientras algunos encuentran trabajo por menos dinero del que ganaban, la falta de oportunidades hace que otros decidan dejar de buscar empleo o se reinventen con algún emprendimiento. El problema no es solo económico, también es de salud mental, como lo refleja la historia del periodista Felipe Gerdtzen, quien aquí cuenta su proceso que, este año, lo terminó transformando en una suerte de referente de quienes buscan trabajo pasados los 50 años.
-Yo estuve en un momento tan mal emocionalmente que empecé a hacerme la pregunta de si económicamente yo valía más vivo que muerto.
Quien habla es Felipe Gerdtzen, periodista de 52 años, con una carrera de cerca de 30 años en los medios, principalmente en televisión. Siempre tuvo buenos trabajos. En su historial se anota ser editor general de Informe Especial en TVN, editor general en Canal 13, además de periodista de esa misma estación, a la que llegó como practicante.
Gerdtzen -casado, cuatro hijos, dos de su matrimonio actual y dos de uno anterior- describe el trance de estar varios meses sin trabajo. Cuenta que había conocido la historia de alguien que se había suicidado por razones financieras y, aunque ello no se le pasaba por la cabeza, empezó a pensar sobre la carga que les sacaría de encima a sus cercanos si de repente muriese. “La casa pagada, dejar de sentirme una carga económica para mi familia”, dice.
Cuando lo despidieron de su último trabajo a fines del año pasado, Gerdtzen tenía un colchón para vivir cerca de cuatro meses. Y mientras las puertas no se abrían en la industria televisiva donde siempre se desarrolló, tuvo que hacer varios ajustes: arrendar la casa donde vivía junto a su esposa y dos de sus hijos, además de empezar a buscar trabajo fuera de los terrenos en los que se había movido toda su vida laboral y que le habían permitido hacerse cargo de su parte de los gastos de su familia con cierta holgura.
Hasta que los cuatros meses pasaron. Y con eso llegó la desesperación.
-Mi nombre había sonado como director ejecutivo o posible director de prensa de TVN, había estado un poco en el radar, pero luego empecé a buscar con gente que conocía y no había. No había. Me di cuenta primero de que el espacio para mí estaba súper reducido, los cupos ya estaban tomados. Tampoco iban a meter a alguien que podía ser competencia o simplemente era porque no tenían plata para meter a un editor senior a esa altura del campeonato. Entonces, en febrero tomé la decisión de que se acabó la televisión para mí. O sea, dije: ‘si llega a salir, bien, pero tengo que reinventarme’.
Con el fin del verano, Gerdtzen desarrolló una rutina. Iba a dejar a una de sus hijas al colegio en la mañana. Luego hacía ejercicio, para después comenzar una búsqueda activa de trabajo en Linkedin. Llegó a mandar 200 currículums. “No me contestaron desde ningún lado”.
Carla Fuenzalida, directora ejecutiva de Lukkap, empresa dedicada al coaching y al posicionamiento de profesionales, dice que ese no es el camino: “Mandar 200 currículums de la nada a la gente no sirve de nada”. Y agrega que lo ideal es establecer contactos con potenciales empleadores, incluyendo headhunters, ponerse en el radar de ellos mandando información de utilidad hasta desarrollar la confianza como para, luego, sentarse a tomar un café y empezar a construir desde ahí.
En eso Gerdtzen no falló. Además del envío de currículums, se juntó a hablar con amigos que le podían ayudar a identificar fortalezas y debilidades, junto con explorar las posibilidades que ellos mismos le podían abrir. También decidió ocupar el tiempo en aprender cosas: “Entender en qué estaba la industria, empaquetar las habilidades que tengo”. Pero pasó medio año. Las deudas se iban acumulando y Gerdtzen tuvo que empezar a achicar drásticamente sus gastos. Se fue a vivir a un terreno de sus suegros en Colina, pero el problema no solo era llegar a fin de mes: también había que intentar salir del pozo negro mental en el que estaba.
No solo ingresos, también salud mental
El problema de la cesantía en profesionales de mediana edad bien pagados y de la reinserción que deben enfrentar después de perder su trabajo no es nuevo. Ya en 2010, The Company Men, una película en la que actúan Ben Affleck y Kevin Costner, se hacía cargo del fenómeno. El filme, situado en plena recesión del 2008, tiene a Affleck como centro del drama, cuando pierde su trabajo y se encuentra frente a ofertas que apenas sobrepasan la mitad de lo que ganaba. El sueldo corporativo alcanzaba para una gran casa en los suburbios, para un Porsche y una membresía en el club de golf, pero todas esas cosas se tuvieron que ir una a una, hasta que el personaje de Affleck, su señora y sus dos hijos terminan viviendo en la casa de sus padres. En el intertanto, otro compañero que también pierde su posición en la empresa decide no comunicarlo nunca a su esposa. Y sigue teniendo el mismo estilo de vida, saliendo cada mañana a un trabajo que no existe. La burbuja explota de la peor manera y el hombre termina suicidándose en el garaje de su casa con monóxido de carbono.
En un mundo de sobrevivencia, donde encontrar trabajo es una gran prioridad de quien no lo tiene, la salud mental de los que pasan por grandes períodos de cesantía puede quedar relegada. Es ahí donde surgen las preguntas de Gerdtzen, de si vale más vivo o muerto. O las acciones más desesperadas, como el suicidio.
Carmen Cifuentes, investigadora de Clapes UC, dice que “los estudios a gran escala indican que las personas desempleadas durante periodos prolongados tienen al menos el doble de riesgo de enfermedad mental, especialmente de depresión y trastornos de ansiedad, en comparación con aquellas personas empleadas. La relación entre la salud mental y el desempleo es bidireccional. Una buena salud mental influye de manera fundamental en la empleabilidad, en la búsqueda y en el mantenimiento de un empleo”.
El País de España recientemente publicó la Encuesta Europea de Salud en España. Con datos de este año, el estudio arrojó que un 2,5% de los trabajadores sufre depresión, pero que en el caso de los desempleados la cifra sube al 8,5%, más de tres veces. Por otro lado, 4,6% de los ocupados sufre de ansiedad crónica, frente al 9,2% entre las personas que no tienen trabajo y lo están buscando. Es decir, el porcentaje se duplica.
Mucho del impacto sobre la salud mental de las personas tiene que ver con los largos periodos de cesantía que deben enfrentar. También con el ajuste de expectativas: muchos de los que consiguen empleo se reinventan siendo Uber o repartidores después de décadas siendo profesionales. Es el número oculto de las cifras. Cifuentes aporta otros datos importantes: “La evidencia empírica muestra que la duración del periodo de búsqueda de empleo se incrementa con la edad. Los datos de la Encuesta Nacional de Empleo confirman este patrón para el caso de Chile. Durante 2023 los desocupados de 15 a 24 años han exhibido una duración promedio del desempleo de 3,4 meses; para los desocupados de 50 a 59 años esta cifra es de 7,1 meses, mientras que para los de 60 o más años supera los 11 meses“.
Siete meses de 50 a 59 años. La cantidad exacta en que Felipe Gerdtzen demoró en encontrar trabajo.
Recurrir a las redes
El caso de Gerdtzen escapa a la búsqueda tradicional de empleo. El 17 de mayo, tras medio año en que no se abría una puerta, publicó su búsqueda en Twitter (hoy X): Hola. Llevo seis meses sin trabajo. Y aunque creo ingresos a través de proyectos, estoy buscando un empleo estable. Agradezco todo el apoyo que he recibido de mi familia y de amigos. Y me encantaría poder agradecer hoy una oferta de trabajo. Lo planteo por aquí. Quién sabe. Gracias.
El posteo no solo le generó datos de posibles empleos. También se transformó en una suerte de catarsis colectiva de personas que estaban cerca de los 50 años o más y que tampoco habían tenido suerte. Muchos incluso han pedido hablar con él para intercambiar historias, experiencias, sentimientos.
-Cada vez que publico algo sobre esto, los números son muy grandes y me doy cuenta de que hay mucha gente con los mismos miedos, los mismos dolores, que no saben qué hacer, que necesitan guía, energía, necesitan una conversación que los saque un rato de la depresión, de la pena, de sentirse inútil... Una cosa es envejecer y otra cosa es sentirse viejo. Sentirse aislado, solo. Sentirse que uno como que deja de estar en el pelotón de avanzada del ciclismo, que te vas quedando rezagado. Que tienes la angustia de pagar las cuentas.
La mirada en el caso de Gerdtzen es desde el empleo formal. Pero en los recovecos de internet un argentino de 53 años llamado Adrián Herzecovich inventó una comunidad llamada 40plusleague, que tiene más de 80 mil seguidores en TikTok. La tesis de Herzecovich es la siguiente: los profesionales, gerentes y CEOs tienen una vida corporativa que raramente sobrepasará los 50 años. Por lo tanto, hay que ir preparando una salida creando un “chiringuito”, un emprendimiento a tiempo parcial, para atenuar el impacto de un despido que, según Herzecovich, es inevitable. El argentino, que se hace llamar The Coach, tiene decenas de videos que entregan información para hacer esta transición y su relato se transformó en su propio emprendimiento: pertenecer a su comunidad y entrar a su mundo de contactos de gente 40+ tiene un costo de mil dólares al año.
En Chile no necesariamente hay que pagar una membresía, pero sí se puede postular a fondos para comenzar a cambiar el rumbo. En Sercotec, corporación del Estado que apoya a microempresarios y emprendedores, existen los programas Capital Semilla, para emprendedores en general, y Capital Abeja, focalizado en mujeres. En 2023, un 27% de los beneficiados del Capital Semilla fueron personas de 40 años hacia arriba, mientras que un 38% de las beneficiadas del Capital Abeja fueron mujeres de 40 años hacia arriba. Cecilia Schröder, gerenta general de Sercotec, cuenta que han notado una tendencia al alza en estos segmentos: “Especialmente en el Capital Abeja, orientado sólo a emprendedoras, observamos una tendencia a aumentar leve, pero sostenidamente, el rango de edad de las beneficiarias, sobre los 40 años, aportando su experiencia de vida al desarrollo del negocio”.
Aún así, ese aumento no logra aminorar el desempleo en los segmentos mayores, lo que trasunta en lagunas previsionales que impactarán en las pensiones a la edad de jubilación. Si un sector de expertos pide que la edad de jubilación se atrase dos o tres años, ¿cómo nos hacemos cargo de que un importante porcentaje de los segmentos mayores no están trabajando aunque así lo quieran? David Bravo, exdirector del INE y actual director del Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, se hace cargo de esa pregunta: “Cuando estuvimos en la comisión que dirigió Mario Marcel o en la que me tocó dirigir a mí, propusimos un calendario para incrementar la jubilación de las mujeres, que es lo que está más rezagado, con un calendario a 10 años, 15 años. Pero obviamente eso tiene que ir con un conjunto de políticas del mercado laboral. No se puede incrementar la edad de jubilación sin políticas que ayuden a la empleabilidad de los segmentos mayores”.
Y agrega: “Al tener una jubilación a los 60 años para las mujeres, básicamente le estás mandando un mensaje de que a los 60 años ya deberías pensionarte, cuando en realidad la tendencia más bien debería ser la opuesta. Nosotros deberíamos extender la jubilación, y por el hecho de no moverla mandas señales erróneas al sector privado”.
La ética laboral y la austeridad post 50
Felipe Gerdtzen dice que tuvo suerte. En su desesperación, además de su llamado en redes, también escribió mensajes directos a gente con la que le interesaría trabajar. Una de ellas fue Claudia Pizarro, alcaldesa de La Pintana, quien se había enterado de su historia por las mismas RR.SS. Es decir, estaba en su radar.
Se juntaron, hablaron del proyecto comunal y Pizarro le ofreció integrarse a su equipo de comunicaciones. Gerdtzen estuvo a cargo de armar las actividades que se hicieron alrededor del rugby, incluyendo un fanfest que tuvo a La Pintana como sede panamericana de ese deporte.
Dentro de las características que Gerdtzen considera fueron importantes para diferenciarse está la ética de trabajo de su generación.
-Si hay que hacerlo, hay que hacerlo. Bueno, obviamente que con cierto margen. Pero así fuimos criados nosotros, alcanzamos a vivir en un país más pobre. Entonces entendemos que a veces hay que hacer más cosas porque no están los recursos.
-Está el miedo a la pobreza que tenían los papás…
-Siempre. Y yo he vuelto a sentir ese miedo.
Según los datos que maneja Carla Fuenzalida, de Lukkap, quien analiza casos y posiciona a profesionales que ganan desde 900 mil pesos hacia arriba, la mayor demora para encontrar empleo se produce antes de los 50, a los 44 años, ya que es el peak de las personas en cuanto a desarrollo laboral e ingresos. “En realidad hay bastante de mito de que sobre los 45 años te cuesta encontrar trabajo. El tema de los profesionales es que a los 44 la gente llega a su peak. Y si yo me regodeo más, a los 44 es distinto que si a los 55 siento que es mi única alternativa y tomo lo primero. Las expectativas de la gente sobre los 50 bajan y por eso demoran menos en encontrar que alguien en ese peak de los 44″.
Gerdtzen, a sus 52 años, es representativo de esta baja de expectativas económicas. De una suerte de adecuación forzada. Aún con trabajo, cuenta que ha debido cortar sus gastos a la mitad. Sí, alcanza para vivir, pero ya no para grandes lujos o vacaciones. Por eso dice que su proceso ha sido como un viaje al pasado.
-La austeridad hay que verla como algo positivo. Un problema que tuvo este país es que dejamos de ser austeros. Fuimos una generación criada en la austeridad, porque no había, era todo justo. Yo he vuelto a vivir eso y me recuerda mucho a mi infancia. Ahora yo sé que tengo un auto, tengo una familia, una casa. Qué está hablando este señor, van a pensar. Pero esto es más mental. Decir: ‘oye, yo a esta edad quiero estar así’. Y resulta que llegaste a esa edad y simplemente no estás así.
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