A 50 años de su triunfo, Escalona lanza libro sobre Allende: “La imagen del golpe es imborrable, pero hay otros 50 años detrás de ella que resaltar”
El expresidente del PS quiere mostrar “a las generaciones más jóvenes” al político que “luchó varias elecciones por llegar a La Moneda buscando la unidad de la centroizquierda”. "Allende fue un interlocutor universal que no hablaba sólo con los amigos y con gente que pensaba como él", afirma Escalona.
Este viernes se cumplen 50 años del triunfo de Salvador Allende Gossens y la coalición de izquierda denominada Unidad Popular ,y Camilo Escalona aprovechó estos meses de confinamiento –en su departamento en Providencia- para escribir un libro que busca “mostrar a las generaciones más jóvenes” al político que “participó en cuatro elecciones para ser Presidente, buscando la unidad de la centroizquierda”.
A juicio del expresidente del Partido Socialista “la imagen de Allende del 11 de septiembre de 1973 y La Moneda en llamas es imborrable, pero hay por lo menos 50 años de esfuerzo que hay que realzar, porque no conocidos”.
“Antes del 70, él fue candidato a presidente en las elecciones de 1952, 1958 y 1964, varias de diputados y otras tantas de senadores, innumerables congresos del PS en los que sus tesis ganaron y perdieron, miles de conferencias y debates con otras fuerzas y muchas giras internacionales y contactos con otros mandatarios y figuras del más amplio espectro político”, cuenta Escalona a La Tercera PM.
-Al respecto, ¿qué episodios desconocidos narra, por ejemplo?
-Cuento la visita del Allende -en su calidad de presidente del Senado- al presidente de Vietnam, Hồ Chí Minh en 1969; pero también pongo de manifiesto la positiva relación que tuvo con el entonces presidente de Argentina Alejandro Lanusse, quien fue un militar y dictador de derecha. Allende fue un interlocutor universal que no hablaba sólo con los amigos y con gente que pensaba como él.
Siches y Huenchumilla
El libro “El tiempo del pueblo unido” será presentado mañana, a las 19 horas, a través de Facebook Live /PartdoSocialistadeChile, por Escalona junto a representantes de todos los sectores de la centroizquierda: la hija del ex mandatario Isabel Allende, el senador DC Francisco Huenchumilla; la presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches y el dirigente comunista Lautaro Carmona.
“Es una señal de amplitud naturalmente –comenta Escalona sobre los presentadores-, pero todos ellos están vinculados a la historia del libro que busca mostrar el proceso de Allende: Siches representa la nueva generación política y la vocación profesional de Allende, la Medicina, él también fue dirigente del Colegio Médico e impulsó el entonces Servicio Nacional de Salud; luego la familia la representa Isabel, quien al mismo tiempo es dirigente socialista; ella y Carmona representan a los partidos que siempre lo apoyaron. Y la DC es el partido con el que mantuvo una relación de colaboración en algunos casos y de competencia en otros”.
Sobre su libro, el dirigente socialista cuenta que, a 50 años de aquella elección en que Allende se impuso al expresidente Jorge Alessandri (candidato del Partido Nacional) y a Radomiro Tomic, nominado por la Democracia Cristiana, “hay que realzar que el proceso de cambio que impulsó, llamada vía chilena, era la transformación institucional de Chile”.
“Su mensaje del 21 de mayo de 1971 ante el Congreso Pleno, demuestra que su tesis no era la del marxismo tradicional de la época, en el sentido de asaltar y romper el Estado; al contrario, su tesis y eje de gobierno era que la fuerza social y cultural que tenía el movimiento popular en Chile permitía llevar a cabo la transformación por la vía institucional del país”.
Aquí el capítulo sobre el MAPU
A continuación el capítulo sobre la relación de Allende con el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), partido que surgió de un sector rebelde de la DC:
A fines de los años 60 se formó el Movimiento de Acción Popular Unitario (Mapu). Lo hizo expresando el descontento de diferentes sectores políticos y sociales que tomaron distancia del gobierno del Presidente Frei Montalva, porque consideraban frustrados los objetivos de la revolución en libertad. En un inicio su representación recayó en Jacques Chonchol, figura nacional situada en el centro del debate político del periodo, la realización y transformación del campo chileno, a través de la liquidación del latifundio, en especial, su amplio prestigio nacional emanaba precisamente de su contribución decisiva a la materialización de la reforma agraria, logró fundamental en el gobierno de la DC, de hecho fue designado por la naciente organización como su pre candidato presidencial hasta el acuerdo del cual emergió Salvador Allende como el candidato único de la Unidad Popular. Sin embargo, prontamente tomó la conducción política del Mapu un nuevo líder, Rodrigo Ambrosio, ex Presidente de la J. D. C., una promisoria personalidad en el acontecer nacional que fue capaz de darle al Mapu una perspectiva y fisonomía propia, dentro de la Unidad Popular, cuestión nada fácil, en una etapa de fuerte identidad de las organizaciones políticas. Pero, en Mayo de 1972, un penoso accidente automovilístico le quitó la vida y su ausencia cambió el curso del desarrollo de ese partido que aún no asentaba en forma definitiva sus pilares esenciales. Se produjo un viraje tanto en su conducta táctica como estratégica en la situación nacional.
Asimismo, en 1971, se formó la Izquierda Cristiana con un significativo grupo de intelectuales y parlamentarios provenientes de la DC, en un proceso de distanciamiento similar al del Mapu, pero sus dirigentes se habían constituido en soporte principal de la candidatura de Radomiro Tomic, en 1970, mismos que decidieron incorporarse al proceso revolucionario que vivía el país, con el liderazgo del Presidente Allende. Asumió como Secretario General, el entonces diputado Bosco Parra. En medio de tales vicisitudes, a diferencia de lo que parecía lógico y que el líder popular esperaba, los partidos de origen cristiano, en particular el Mapu, y en menor medida la IC, constituida como señalamos en 1971, con rauda decisión abandonaron la idea de convocar e incorporar los sectores populares de las comunidades cristianas de base, muy activas en la solidaridad y el apoyo mutuo en el ámbito poblacional, sin compromiso partidario definitivo, distantes por razones de sectarismo o de añejas confrontaciones con la izquierda obrera y popular tradicional, grupos sociales de inspiración progresista y vocación de cambio, pero variables en su apoyo a la UP o a la DC, sectores medios sin partido, profesionales independientes, familias del campesinado, diversos sectores que vacilaban en su toma de posición en la polarización que el país vivía, pero que en la concepción de amplia unidad popular del Presidente Allende era necesario integrar a participar en las transformaciones que se desplegaban en el país; por el contrario, en las respectivas direcciones políticas de esos grupos pertenecientes hasta hacía poco tiempo a la Democracia Cristiana, se inflamaron de ardor revolucionario, en especial el sector con O. G. Garreton a la cabeza, consideraron y resolvieron, que encauzar ese decisivo caudal social hacia el proceso de cambios no era suficientemente revolucionario y entraron a competir para establecer cuál era la verdadera y auténtica expresión de “la vanguardia proletaria”, asumiéndose como firmes y consecuentes marxista-leninistas, de un dogmatismo asociado a una ortodoxia de lenguaje denso, rígido y pétreo, por cierto, mucho más impenetrable que los partidos obreros y populares, el socialista y el comunista, que habían sido partidos de izquierda y de los trabajadores toda la vida, que habían levantado la alternativa popular con sus tenaces y esforzados líderes sindicales y caudillos poblacionales que sabían cómo entenderse con la base social que les hizo gobierno, pero que ahora recibían el ideologizado desprecio de tan furibundos, aliados recién llegados al anchísimo mundo del movimiento popular chileno de entonces.
Un punto especialmente álgido de las discrepancias por el momento en que sucedió, tuvo su centro de gravedad desde el II Congreso General del Mapu, iniciado en Diciembre de 1972, que entró en abierta disputa con el Presidente Allende, y como fue un evento de larga duración, en diferentes etapas, adoptó el 12 de Febrero de 1973, una resolución que indica se producirá: “una agudización extrema de la crisis económica, social y política, que significa poner en máxima tensión la lucha de clases, desembocando incluso en la guerra civil...”. Como se aprecia las frases eran abundantes para contradecir y obstaculizar el esfuerzo del Presidente Allende y del general Prats, en ese momento Ministro del Interior, para asegurar la correcta e inobjetable realización de las inminentes elecciones parlamentarias de Marzo de 1973. Pero, lo más grave, era que se trataba de una posición en su trasfondo incoherente e insostenible, que destruía el pilar básico, el centro nervioso del proceso de cambios, al intentar separar y segregar el gobierno popular -en un momento político en que sufría el rigor del cerco creado por la ofensiva oligárquica- del movimiento popular que lo apoyaba. Se ejercitaba una retórica que justificaba una acción política radicalizada, pero su efecto práctico conllevaba funestas consecuencias divisionistas, esa declaración así lo ratificaba: “Es necesario desarrollar, al interior de la UP y del gobierno un “polo socialista” que vaya ganando terreno al polo centrista hoy dominante”, naturalmente, no había otra alternativa que ese “polo centrista” al que se debía desplazar no fuera sino el propio Presidente Allende y su gobierno. Cualquiera observador hubiera advertido que esas frases explosivas no tendrían otro efecto que dañar la base social que sustentaba el proceso de cambios y al gobierno del Presidente Allende, pero las hacían igual. Esa exaltada querella interna propiciada por grupos sectarios que se integraron a la UP con un propósito meramente “instrumental” era lo que a la derecha le venía como anillo al dedo, que se difundiera una imagen caótica y una presentación catastrófica de la situación nacional, una situación de desgobierno que diera “alas” a las termitas de la conspiración que debía romper y anular la tradición constitucionalista de las instituciones castrenses que acababa de ser fundamental para derrotar la sublevación oligárquica del Paro de Octubre, vale decir, la estrategia golpista requería dar amplia justificación a la conjura que esparcía las semillas que se convertirían en los preparativos del golpe de Estado al interior de los cuarteles, con tales “documentos” o proclamas lo conseguía perfectamente bien, desfigurando lo que significaba el proceso de cambios ante la visión y predisposición de los uniformados, ahora bien, el furor que se había formado en sectores o miembros de esa organización en contra de la UP, aunque formaban parte de ella, indujo también a qué hubiera individuos que en forma generosa, o tal vez no tan generosa, pero como fuera, el hecho es que se facilitaron esos Documentos de tan irreductible posición revolucionaria al diario El Mercurio, que publicó la resolución más arriba señalada en la semana previa al evento electoral de Marzo, con todo el impacto político y comunicacional fácil de imaginar a favor de la derecha y la estrategia golpista que, con estos funestos “aportes” de florida y descontrolada semántica, socavaba día a día la autoridad y legitimidad de la posición constitucionalista del general Prats, aún a la cabeza del alto mando castrense. Con esa conducta de perniciosos efectos el Mapu se dividió en un aparatoso suceso amplificado comunicacionalmente y se levantó en divergencia con la línea oficial, en Marzo de 1973, con la Secretaría General de Jaime Gazmuri, el MAPU-OC, ambos sectores continuaron dentro de la UP en un enfrentamiento continuo y digno de mejor causa, pero el Mapu siguió fuera de la política propiciada por el Presidente Allende hasta el funesto desenlace del 11 de Septiembre de 1973. En ese cuadro político tan tenso y complejo, con los Estados Unidos haciendo “crujir” la economía nacional por orden del Presidente Nixon y con la oligarquía chilena furiosa, trastornada en un boicot que terminaba de destruir lo que quedaba del aparato productivo, obviamente, fue un continuo y grave problema que los partidos que debían ser la base de sustentación del Presidente Allende no cumplieran con esa misión fundamental y en el hecho no lo sustentaran. Ha sido motivo de comentarios, análisis e interrogantes que ciertos personeros ubicados muy a la izquierda del Presidente Allende, en la transición democrática dieran un gran salto desde tan rígido maximalismo de ultraizquierda a una ultra moderación política, es decir, el paso de un impenetrable radicalismo dogmático a la sumisión ideológica ante un libre mercantilismo primitivo y ramplón. Un tobogán vertiginoso, la posición de no querer hacer ninguna concesión a estar constantemente concediéndolo todo. Una frase ilustrativa de tales preguntas sin respuesta está contenida en el título: “El Chile perplejo. Del avanzar sin transar al transar sin parar”, con que el historiador Alfredo Jocelyn-Holt publicó su libro sobre la materia.
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