A un mes de elecciones en Rusia: el dramático fin de Alexei Navalny, “el más odiado de los rivales” de Putin
Habiendo desafiado al líder del Kremlin durante más de una década, el abogado llegó a sobrevivir supuestos intentos de envenenamiento. Desde Occidente, distintos diplomáticos y políticos aseguran que fue asesinado por Moscú.
“No quiero escuchar ninguna condolencia. Vimos a nuestro hijo en la colonia penitenciaria el día 12, en una visita. Estaba vivo, sano y lleno de energía”. Con esas palabras, la madre de Alexei Navalny, Lyudmila Ivanovna, apuntaba al gobierno ruso por la muerte de su hijo, que venía de ser anunciada este viernes. A sus 47 años, el activista había sido la figura más visible de la oposición al presidente Vladimir Putin.
Según aseguraron este viernes desde la agencia de la prisión rusa, Navalny murió en un centro penitenciario en la región de Yamalo-Nenets, donde estaba cumpliendo una pena de prisión de casi 30 años. “Alexei Navalny murió después de desplomarse y perder el conocimiento en la remota colonia penal al norte del Círculo Polar Ártico”, declaró el Servicio Penitenciario Federal (FSIN).
Le enviaron médicos y también llamaron a una ambulancia. Los doctores llevaron a cabo “todas las medidas de reanimación necesarias, que no dieron resultados positivos (...) Los médicos que llegaron confirmaron la muerte”, agregó el departamento FSIN del distrito autónomo de Yamalo-Nenets.
La muerte del activista llega justo a un mes de que se celebren las elecciones presidenciales, que tendrán lugar entre el 15 y el 17 de marzo, y donde Putin no tiene ningún rival de peso: todos los que podían haber sido competitivos fueron rechazados por la junta electoral, o exiliados o muertos. Al interior de Rusia Unida, el partido del presidente, un comunicado ha pedido a los miembros del colectivo el “no comentar” la muerte de Navalny.
Desde el Kremlin, en tanto, evitaron pronunciarse sobre las causas de la muerte de Navalny. “No sé, depende de los doctores determinarlo”, dijo el portavoz de la Presidencia rusa, Dimitri Peskov, tras ser consultad por las informaciones publicadas por medios rusos sobre que el reo habría fallecido por un trombo sanguíneo, según consigna la agencia rusa Interfax.
El Comité de Instrucción de Rusia informó que había iniciado una investigación, “de acuerdo con el procedimiento establecido por la ley” para establecer las circunstancias de la muerte en la colonia IK-3.
Por su parte, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, Maria Zakharova, cargó contra las críticas internacionales tras la muerte de Navalny y rechazó las “acusaciones directas” que se están vertiendo contra Moscú por el fallecimiento del opositor. “La reacción inmediata de líderes de la OTAN a la muerte de Navalny en forma de acusaciones directas contra Rusia se explica sola. Aún no hay una autopsia forense, pero las conclusiones de Occidente ya están preparadas”, manifestó en un mensaje en su cuenta en Telegram.
A la vez, Peskov confirmó que el Presidente Putin, al que Navalny acusaba de encargar su envenenamiento en 2020, fue informado sobre el fallecimiento del opositor. La esposa de Navalny, Yulia Navalnaya, afirmó que el presidente ruso y su entorno “pagarán” por la muerte de su marido en una prisión ártica de Rusia. “Serán llevados a la justicia y ese día llegará pronto”, insistió en una breve declaración en la Conferencia de Seguridad en Munich, donde recibió el apoyo en forma de aplausos de los asistentes.
Respecto a Navalny, el biógrafo del líder opositor ruso -The Dissident (2023)- y periodista del diario The Washington Post, David M. Herszenhorn, escribió: “A pesar de décadas luchando contra la corrupción en Rusia, y el creciente poder dictatorial de Putin, nunca quiso ser conocido como un disidente. En vez de eso, Navalny, el más odiado de los rivales de Putin, se presentó todo este tiempo como un hombre del pueblo, y el futuro presidente de Rusia”.
“Navalny amenazó a Putin porque reveló el alcance de su robo y corrupción. Putin mató a Navalny porque no podía permitir que se supiera esa verdad”, lanzó, por su parte, la escritora e historiadora estadounidense Anne Applebaum. “Lo mataron, porque incluso en la cárcel amenazaba a un régimen que se alimenta de mentiras y secretos”, aseguró la ganadora del Premio Pulitzer de 2004 por el libro Gulag: historia de los campos de concentración soviéticos (2003).
En declaraciones a La Tercera, William Courtney, exembajador de EE.UU., e investigador de RAND Corporation, dijo que “algunos rusos, especialmente los millones que a lo largo de los años han visto los videos de Navalny en YouTube que revelan corrupción de alto nivel, pueden encontrar formas de expresar su preocupación. Pero esto no será fácil en medio del clima de fuerte represión que reina en Rusia”. “Los problemas de corrupción tienen mucha relevancia pública en Rusia. En la URSS, Boris Yeltsin se convirtió en un héroe popular por criticar el estilo de vida lujoso de los líderes soviéticos”, recordó.
Courtney afirma que “la muerte de Navalny podría tener un impacto en las elecciones presidenciales del próximo mes si alentara a un mayor número de rusos a votar por candidatos distintos de Putin. Esto podría depender de si la organización heredada de Navalny puede organizar tal esfuerzo -lo que Navalny llamó “votación inteligente”- desde su base fuera de Rusia”. En todo caso, admite, “ésta es una perspectiva incierta”.
La indignación de Occidente
La carrera política de Navalny no empezó en el seno de un partido, sino a través de internet y las redes sociales, criticando al Kremlin. Llegó a ser un prominente organizador de protestas en las calles, y expuso la corrupción del gobierno ruso y las grandes empresas estatales, usando su blog LiveJournal y el sitio RosPil. En ese tiempo, vivía en Moscú con su esposa y dos hijos.
A través de estas redes, llegó sobre todo a un público joven, burlándose del establishment más leal a Putin. “Se convirtió en accionista minoritario de importantes compañías petroleras, bancos y ministerios, y planteó preguntas incómodas sobre los agujeros en las finanzas estatales”, indica un perfil de él en la cadena Al Jazeera.
Antes de las elecciones parlamentarias de 2011, Navalny pidió a través de su blog que sus lectores votaran a cualquier partido excepto Rusia Unida, el cual, según él, era el “partido de los maleantes y ladrones”. De ahí, en 2013 saltó a la política, intentando llegar a la alcaldía de Moscú y quedando segundo. Ya desde entonces, había empezado a ser perseguido por el Kremlin: fue encarcelado en la primera de muchas veces. Una acusación de fraude, que le acarreó una pena de nueve años, le privó de presentar su candidatura presidencial en 2018.
“El año pasado, 2020, agentes del Kremlin intentaron asesinar al líder de la oposición con un agente nervioso altamente tóxico colocado en su ropa interior, una operación audaz que, según la mayoría de los expertos, probablemente habría requerido la aprobación de Putin para su lanzamiento”, indica el medio Vox. Al volver a Rusia, fue arrestado, lo que movilizó a una parte de la sociedad que salió a las calles a exigir su liberación. En 2023, otra condena le fue impuesta a causa de su Fundación Anticorrupción, que fue considerada una organización extremista.
Aún en prisión, Navalny no dejo de manifestarse, y en enero de este año denunció las condiciones penitenciarias en que estaba. “La celda de castigo suele ser un lugar muy frío”, comentó, asegurando que los presos solían cubrirse con periódicos para no congelarse.
La figura de Alexei Navalny llegó a ser polémica incluso dentro del antiputinismo: algunos liberales le criticaron, indica la BBC, sus “coqueteos” con el nacionalismo ruso, y el haber hablado en eventos ultranacionalistas. Por su parte, los nacionalistas rusos lo criticaban por sus “relaciones” con Estados Unidos, ya que había pasado estudiando un semestre en la Universidad de Yale en 2010. A pesar de todo esto, cuando en 2012 la oposición votó por un líder que enfrentara a Putin, Navalny fue quien ganó el voto, llegando a superar al excampeón de ajedrez Garry Kasparov.
Conocido alrededor del mundo, el mismo presidente estadounidense, Joe Biden, había mencionado su nombre en 2021, advirtiendo sobre consecuencias para Putin y Rusia si Navalny llegaba a morir en la cárcel, luego de una reunión entre mandatarios. “Le dejé claro que creo que las consecuencias serían devastadoras para Rusia. ¿Qué crees que sucede cuando dice que no se trata de lastimar a Navalny, todas esas cosas que dice para racionalizar el trato a Navalny, y luego muere en prisión? Es una cuestión de confianza”.
De hecho, tras la muerte reportada del líder de la oposición rusa, Biden dijo que “no estaba sorprendido” sino “indignado”. “Se enfrentó valientemente a la corrupción, la violencia y todas las cosas malas que estaba haciendo el gobierno de Putin”, comentó sobre Navalny. “Putin es responsable de la muerte de Navalny”, aseguró.
Al otro lado del Atlántico, las opiniones no fueron diferentes. El presidente el Consejo Europeo, Charles Michel, tuiteó: “Alexei Navalny peleó por los valores de la libertad y la democracia. Por sus ideales, hizo el último sacrificio. La Unión Europea apunta al régimen ruso como el único responsable de esta trágica muerte”.
A Michel se unieron otras autoridades de la UE. El jefe de la diplomacia del bloque, Josep Borrell, apuntó en X que “mientras esperamos por más información, seamos claros: esto es de responsabilidad única de Putin”. Por su parte, la titular de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, señaló en la misma red social que lo ocurrido con Navalny es “un sombrío recordatorio de lo que son Putin y su régimen”. Para Von der Leyen, Putin, más que nada, teme “la disidencia de su propio pueblo”.
Desde Francia, el presidente Emmanuel Macron mostró su “ira e indignación” y remarcó en su cuenta de X que “en la Rusia actual, se meten a los espíritus libres en el gulag y se los condena a muerte”. Poco antes había hablado el canciller francés, Stéphane Séjourné, quien aseguró que “su muerte (la de Navalny) en una colonia penitenciaria (...) recuerda la realidad del régimen de Vladimir Putin”.
En la misma red social, el primer ministro británico, Rishi Sunak, indicó: “Es una noticia terrible. Alexei Navalny, el más acérrimo defensor de la democracia en Rusia, demostró una valentía increíble a lo largo de su vida”.
Por su parte, el presidente letón Edgars Rinkēvičs llegó aún más lejos en las acusaciones: “Lo que sea que pienses sobre Alexei Navalny en cuanto político, él fue brutalmente asesinado por el Kremlin. Ese es un hecho y es algo que se debe saber sobre la verdadera naturaleza del régimen ruso actual”.
A una semana del segundo aniversario del inicio de la guerra en su país, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, tampoco escatimó en críticas al Kremlin. “Es muy lamentable que Alexei Navalny haya muerto en una prisión rusa. Para mí es obvio: fue asesinado”, dijo durante una visita a Alemania. El mandatario acusó directamente a Putin de estar detrás de este deceso “como otros miles que fueron torturados hasta la muerte por culpa de esta persona”. Para Zelensky, al presidente ruso “no le importa quién muere con tal de mantenerse en su posición”.
El gobernante ucraniano se reunió este viernes en Berlín con el canciller alemán, Olaf Scholz, que también habló tras la muerte de Navalny. “Es algo muy desconcertante. Conocí a Navalny en Berlín cuando intentaba recuperarse” en una clínica de la capital alemana del envenenamiento que sufrió con un agente tóxico en 2020, señaló.
Navalny no es el primer opositor de Putin que ha sido perseguido en los más de 20 años que lleva en el poder. Mikhail Khodorkovsky, antiguo oligarca petrolero y gran opositor de Putin, vivió recluido entre 2003 y 2013, año en que fue indultado, y desde entonces vive en Londres, donde intenta promover la democratización de su país.
En 2015, el reformador liberal y crítico de Putin, Boris Nemtsov, fue asesinado a tiros en la calle de Moscú. En los 90, había ocupado el cargo de viceprimer ministro bajo la presidencia de Boris Yeltsin.
El ejemplo más inmediato de un opositor con un destino trágico es el de Yevgueni Prigozhin, líder del grupo de mercenarios Wagner y conocido durante años como el “Chef de Putin”. Luego de intentar una “marcha de la justicia” en junio de 2023, enfrentándose directamente con el Ministerio de Defensa y llamando a un motín, en agosto murió en un accidente aéreo durante un viaje a San Petersburgo.
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