Sorprendida, dolida e incluso molesta. Así definen el estado de ánimo de la ahora exsubsecretaria de Relaciones Exteriores Ximena Fuentes tras dejar el cargo el viernes pasado, luego de que el Presidente Gabriel Boric decidiera hacer una reestructuración mayor en la Cancillería y la removiera junto a la ahora exministra Antonia Urrejola y José Miguel Ahumada, quien dejó la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales.

Quienes han hablado con la exautoridad dicen que Fuentes no se esperaba que el Jefe de Estado terminara inclinándose por sacarlos a los tres. De hecho, quienes pudieron hablar con ella el viernes -día en que el Mandatario realizó su segundo ajuste ministerial, sacando a cinco ministros y 15 subsecretarios-, aseguran que la exsubsecretaria incluso llegó a pensar que ella misma podía asumir como la sucesora de Urrejola, considerando su perfil técnico, su experiencia en política internacional y la falta de cuadros en el sector para asumir ese desafío.

Esto, sobre todo, luego de que la carta inicial que estuvo sobre la mesa para reemplazar a Urrejola, Marta Maurás, terminó siendo bajada por La Moneda debido al veto que levantó el PPD y la polémica que provocaron antiguos tuits de ella respecto a la migración ilegal.

Pero luego Boric se convenció por otra carta ligada al partido que encabeza Natalia Piergentili: Alberto van Klaveren, quien terminó convirtiéndose en el nuevo canciller.

Así, todas las expectativas de Fuentes se cayeron de golpe cuando el jefe de gabinete del Presidente, Carlos Durán, le comunicó -a solo un par de horas de concretarse el anuncio- que su destino estaba ligado al de Ahumada y Urrejola y que -tal como ellos- debía dejar sus funciones ese mismo día.

La determinación del Mandatario dejó en una posición incómoda a la exagente de Chile ante La Haya. En su entorno afirman que ella dejó su cargo en la Dirección de Límites y Fronteras, donde aún le quedaban tres años de gestión por delante, para asumir la subsecretaría, y que -por lo tanto- asumió costos significativos. Que la sacaran en menos de un año, fue leído -al menos- como un gesto de poca deferencia. De hecho, ese día los equipos de Fuentes se quedaron hasta tarde con ella para contenerla y darle apoyo, en reuniones que a ratos se volvieron muy emotivas.

Sin embargo, la posibilidad de que Fuentes saliera era vista como cierta por varios en la Cancillería. Sobre todo, por la mala relación que ella mantuvo con Urrejola. Dejarla a ella en sus funciones y remover solo a la ministra y Ahumada, dicen en La Moneda, hubiese sido leído como un agravio a la exministra y a la colectividad a la que es cercana, el Partido Socialista.

Al finalizar el día, pese a todo, con Urrejola se despidieron de todos los funcionarios en el Salón O’Higgins, quienes hicieron fila para despedirse y agradecerles su gestión.

El llamado de La Moneda ese día viernes no tuvo los mismos efectos en Ahumada. El subsecretario ya daba por hecho su salida del cargo. Entendía que si había una reestructuración en la Cancillería su nombre sería de los primeros en aparecer.

El independiente -ligado al Frente Amplio- fue uno de los grandes dolores de cabeza de la gestión de Urrejola y, de hecho, con él se enfrentó por la estrategia de las side letters que, en la práctica, terminaba postergando el depósito del TPP11. Esa disputa, de hecho, motivó a la expresidenta de la CIDH a amenazar con su renuncia si el Jefe de Estado no desechaba ese camino.

Por eso, Ahumada no estaba sorprendido. Quienes lo vieron el viernes aseguran que se le veía tranquilo y que tras recibir el llamado de Carlos Durán reunió a sus equipos y les informó. Ahí, según esas mismas fuentes, le pidió a los directores poner su cargo a disposición apenas llegara la nueva subsecretaria, Claudia Sanhueza, y también que colaboraran en todo lo necesario para el traspaso.

Al enterarse de que su sucesora sería la entonces subsecretaria de Hacienda le escribió y conversaron durante la tarde del viernes. Esa misma jornada, Ahumada mandó un correo a todos los funcionarios de la Subrei.

“Hace un año asumía este desafío con mucha alegría y esperanza: llegar a una subsecretaría tan importante como la de Relaciones Económicas Internacionales. Tuve la oportunidad de conocer profesionales de primerísimo nivel, con un compromiso por el desarrollo del país. Fue un año de mucho trabajo y de importantes avances en la labor que lleva esta Subsecretaría. Se desarrolló un gran proceso en términos de negociaciones, de la participación de Chile en foros internacionales, del trabajo con empresas y trabajadores, de avanzar por un comercio más inclusivo y sostenible, posicionando a Chile en la vanguardia mundial en estos temas”, abrió el ahora excolaborador del gobierno.

Y agregó: “El desafío hoy continúa, la situación actual en el mundo nos obliga a actuar con celeridad para poner el comercio y las relaciones económicas internacionales en general al servicio del desarrollo del país. Estoy seguro de que, en esta Subsecretaría, sus funcionarias y funcionarios, estarán a la altura de seguir impulsando una transformación que permita que los beneficios del comercio y las inversiones lleguen a todas y todos sin excepción, cuidando los ecosistemas y las comunidades. Y, por cierto, asegurando la autonomía regulatoria y estratégica del país para adoptar políticas públicas en pos del desarrollo”.

Quienes saben de los planes de Ahumada, aseguran que tras su salida del Ministerio de Relaciones Exteriores, se dedicará a terminar un libro que había dejado “durmiendo” estos meses sobre la política comercial chilena y la necesidad de un desarrollo productivo, abarcando desde 1975 hasta el 2022, incluyendo su gestión.