Ecos de la amenaza de boicot al Festival de Viña tras el estallido social
En febrero del 2020 el certamen estuvo marcado por la posibilidad de ser foco de desmanes. A cuatro días de un nuevo aniversario del 18-O algunos de los testigos de este episodio desclasifican cómo se reforzó la seguridad de la Quinta Vergara y se coordinaron tomas aéreas y planos abiertos en la TV para cuidar la “imagen del país”.
Pálido, asustado y sin entender lo que estaba sucediendo. Así recuerdan algunos de los testigos que vieron llegar, la noche del 23 de febrero del 2020, al cantante Ricky Martín a la Quinta Vergara. El puertoriqueño iba en el asiento trasero de la camioneta blindada que lo trasladó desde el Hotel Sheraton, hasta el icónico recinto de Viña del Mar. Hace sólo segundos acababa de estar debajo de una lluvia de piedrazos.
El vehículo no sufrió mayores daños, salvo el parabrisas, el cual estaba totalmente trizado y con un marcado orificio en la mitad del vidrio. A Ricky Martín lo recibieron el entonces director ejecutivo del Festival de Viña del Mar, Pablo Morales, y el resto del equipo. “Pensamos que hasta ahí llegaba todo, pero nos encontramos con un artista tremendo. A pesar de la preocupación que tenía, se bajó, dijo que mantuviéramos la calma, porque él se presentaría igual y, además, que hablaría con el resto de los artistas para calmarlos”, relata uno de los testigos del episodio.
En la producción del Festival de Viña recuerdan que de no ser por esa actitud, todo se habría vuelto más complejo de lo que ya estaba por esa época para los grandes eventos en Chile, los que venían cancelándose semana a semana por las esquirlas del estallido social, el cual si bien se había detonado el 18 de octubre del 2019, los desmanes y desórdenes seguían sin dar tregua hacia febrero del 2020.
A cuatro días de un cuarto aniversario del 18-O testigos y exautoridades relatan cómo el gran evento del verano estuvo bajo amenaza. De eso ya había dado cuenta el propio exministro del Interior, Gonzalo Blumel, en su declaración judicial a la fiscal Ximena Chong. “Yo participé en algunos comités policiales en los eventos de mayor complejidad, por ejemplo, la preparación de la PSU y el Festival de Viña. Era de mucha importancia para el gobierno que se realizaran de buena manera, situación que fue extremadamente compleja por los llamados a boicot que se realizaron”, dijo.
Otras exautoridades de la administración del Presidente Sebastián Piñera (2018-2021), coinciden con lo expuesto por Blumel. Por esos días, post estallido social, los reportes de inteligencia eran seguidos atentamente. Ahí Carabineros alertó de una cantidad importante de llamados a “funar” el Festival de Viña del Mar. Se encontraron flayer, y distintos mensajes en redes sociales que apuntaban en esa dirección.
Poco antes del inicio del certamen se dispusieron medidas de seguridad en conjunto con la producción del evento. En el gobierno la preocupación era que los grupos de encapuchados llegaran hasta la Quinta Vergara, subieran al escenario o incendiaran algunas graderías y, por lo mismo, se dispusieron dos anillos de seguridad con la PDI y Carabineros, a lo que se sumó la Fuerza Aérea (FACh).
Un reporte del Estado Mayor Conjunto al Ministerio de Defensa que data del 23 de febrero del 2020 detalla que se instalaron “medios y personal del regimiento de Zona Viña, Artillería Antiaérea, para actividades de reconocimiento aéreo, en apoyo a la seguridad del Festival de Viña del Mar”.
La primera noche del certamen Carabineros ideó un plan para evitar que manifestantes que se congregaban en la “Ciudad Jardíon” llegaran hasta la Quinta Vergara. Algo que se logró, pero no de la mejor manera, ni con los mejores resultados, comentan. Esto, ya que la multitud fue desviada hasta el centro de Viña del Mar, pasando por el Hotel O’Higgins y una automotora. Ambos lugares fueron objeto de desmanes, quemas y destrozos.
En el hotel, a esa hora, estaba el cuerpo de baile de la obertura y algunos humoristas, quienes no pudieron salir hasta que la PDI dispuso de un vehículo para sacarlos por la parte trasera del lugar. El resultado final fue que por primera vez en 60 años no se realizó la presentación que inauguraba el festival. En la Quinta, Ricky Martín ponía paños fríos a la tensa jornada y al finalizar su show fue sacado del lugar con un dispositivo especial por el Cerro Siete Hermanas.
La preocupación del gobierno
En el gobierno la indignación era total, tanto así que el propio Presidente Piñera pidió -en un tono duro- al subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli, mejorar la coordinación con Carabineros y sacar adelante esa semana, sin inconvenientes como los ocurridos la primera noche.
La policía uniformada modificó la estrategia, y a partir de entonces, se tomaron otras formas de acción, enfocadas en la detención de quienes protagonizaban los desórdenes y así sacarlos de circulación, al menos, los cinco días que restaban de festival.
En la producción del evento añaden que las noches que vinieron estuvieron exentas de contratiempos. Una de las autoridades que debió procurar el éxito del certamen fue el entonces subsecretario Juan Francisco Galli, quien una vez que terminaba su jornada en La Moneda debía volar en helicóptero a la Región de Valparaíso. Desde el centro de control de Carabineros de Viña del Mar revisaba las cámaras de la ciudad.
“Según la información que se manejaba en ese momento, los eventos que congregaban a grupos masivos de personas imponían un riesgo adicional a la seguridad pública. A eso se suma que el festival es transmitido para toda Latinoamérica por lo que una interrupción o hechos de violencia hubieran generado un impacto relevante en la imagen de Chile. Por eso, se planificó y se tomaron medidas extraordinarias para asegurar que el evento transcurriera sin problemas”, recuerda Galli.
Autoridades de La Moneda coordinaron con la producción de que en el caso de producirse desmanes se hicieran tomas aéreas al público, y así, en caso de registrarse incidentes graves estos no saldrían al aire directamente.
Otro de los resguardos fue que la PDI instalara detectores de metales en los ingresos -algo que nunca había ocurrido- y también que Carabineros estuviera presente en la sala de seguridad del evento donde estaban todas las cámaras que monitoreaban el recinto.
El Festival de Viña, a pesar de una primera noche para el olvido, logró salir al mundo sin cortes, ni desmanes.
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