El “faraón” de Egipto: Muere el último dictador derrocado por la Primavera Árabe
El expresidente que dirigió Egipto con mano de hierro durante 30 años murió hoy a los 91 años en un hospital en El Cairo.
A casi dos semanas desde que se cumplieron nueve años de que fuera derrocado, el exPresidente Hosni Mubarak murió hoy a los 91 años mientras era sometido a un tratamiento en una unidad de cuidados intensivos luego de una cirugía en el hospital militar Galaa de El Cairo, según informaron autoridades locales.
El "exrais" dirigió Egipto con mano de hierro durante tres décadas, pero durante las revueltas de la Primavera Árabe, que en este país del norte de África duraron 18 días, fue derrocado el 12 de febrero de 2011 y en junio de 2012 fue condenado a cadena perpetua, por la muerte de 239 manifestantes. Eso sí, fue absuelto de la mayoría de los cargos en su contra.
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Un egipcio sostiene un diario que dice: "Finalmente renunció", en alusión Hosni Mubarak, en febrero de 2001 en la Plaza Tahrir en El Cairo. Foto: AP[/caption]
Su comparecencia en el juicio en un cubículo con rejas impactó al mundo acostumbrado a verlo como un poderoso gobernante del país más poblado del mundo árabe. El golpe fue duro y cuando lo transportaron de la corte a la cárcel de Torah en 2011, lloró y se negó a bajar del helicóptero. Fue el único líder derrocado en la ola de protestas de la Primeravera Árabe que fue encarcelado.
Su familia se encontraba al mediodía en el hospital, señaló a la agencia France Presse el general Munit Thabet, quien indicó que la presidencia egipcia será la encargada de organizar el funeral de Mubarak. Desde su condena en junio su salud se degradó rápidamente, desde entonces surgieron una serie de especulaciones e informaciones contradictorias que hablaban de depresión, cáncer o problemas cardíacos.
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Foto: AFP[/caption]
Del Ejército a líder del país
Nació en mayo de 1928 en Menufia, una provincia situada en el Delta del Nilo, en una familia de la burguesía de la zona y cuando tenía 21 años se graduó en la Academia Militar Egipcia. Ese mismo año, 1949, pasó a la Fuerza Aérea, cuya formación como piloto de combate le permitió ir a la Unión Soviética varias veces, con el paso del tiempo fue ascendiendo en su carrera militar. En 1973 ganó honores de héroe de guerra por su papel en la guerra de Yom Kippur, y un año más tarde fue nombrado viceministro de Defensa.
Dos años más tarde fue nombrado vicepresidente de la República Arabe de Egipto. Sin embargo, cuando Anwar al Sadat fue asesinado en 1981 a manos de islamistas, durante una marcha militar celebrada en El Cairo, Mubarak sorpresivamente accedió a la Presidencia, pese a no ser muy conocido por la población.
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El entonces Presidente iraquí, Saddam Hussein, su par egipcio, Hosni Mubarak y el entonces líder palestino Yasser Arafat en un encuentro en Bagdad en 1988. Foto: AP[/caption]
Mubarak destacaba por su silueta maciza, el pelo siempre negro pese a los años y unos lentes oscuros que usaba muy a menudo. Los analistas señalan que siempre se mostró pragmático, aunque separado de su pueblo, sustentó su poder en un duro aparato policial. En Occidente mantuvo una reputación de moderado, al haber conseguido preservar contra viento y marea la alianza con Estados Unidos y los acuerdos de paz firmados en 1979 con Israel, que le costaron costado la vida a Sadat.
Para muchos, durante sus treinta años de gobierno demostró ser un sobreviviente, no solo políticamente, sino que también físicamente, al sobrevivir a seis intentos de asesinato, de acuerdo a un recuento de la cadena BBC.
Su liberalismo económico, que se acentuó en los últimos años, permitió desarrollar sectores como las telecomunicaciones y la construcción, pero casi el 40% de los 80 millones de egipcios seguía viviendo al final de su régimen con menos de dos dólares diarios, según estadísticas internacionales consignadas por France Presse.
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En marzo de 2002 el Presidente sirio, Basher Assad junto a su par egipcio, Hosni Mubarak, en Egipto. Foto: AFP[/caption]
Durante sus años en el poder, Mubarak inició algunas reformas menores, pero rechazó los grandes cambios y optó por presentarse como el único escudo contra las milicias islámicas y las divisiones sectarias. Cuando Estados Unidos intentó presionarlo para que iniciara reformas solo logró enfurecerlo. Por lo que Washington dio marcha atrás, señaló The Associated Press, temeroso por perder su alianza con el país más poderoso del mundo árabe.
Pero el incumplimiento de las promesas reiteradas de cambios provocó la desesperación de las personas, y los que aspiraban a un futuro democrático observaron consternados que Mubarak aparentemente se aprestaba a instaurar una sucesión dinástica a favor de su hijo, el empresario Gamal Mubarak, para septiembre de 2011. Algo que no se concretó con la llegada de las protestas en enero de 2011.
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