El verdadero desafío Tokio: un millón de yenes por niño a las familias que abandonen la ciudad
En un intento por revertir la disminución de población en regiones, el gobierno japonés está ofreciendo 7.500 dólares para instalarse en otras zonas urbanas y así despoblar un poco la metrópolis más grande del mundo.
Con sus 35 millones de habitantes, Tokio es hoy la metrópolis más grande del mundo. Pero en un país donde los nacimientos están bajando y la población está en un constante envejecimiento, llegando a tener casi 100 mil centenarios, el gobierno está ofreciendo un bono de millón de yenes (US$ 7.500), para las familias que se muden fuera del área metropolitana tokiota.
El millón de yenes iría por hijo, por lo que familias más grandes recibirían mucho más dinero. De acuerdo con medios japoneses, este incentivo será implementado en abril y forma parte de una campaña oficial para revitalizar a las ciudades y pueblos que han sufrido bajas demográficas. Con esto, se triplica el primer incentivo de este tipo, que en 2019 le pagaba 300 mil yenes a las familias.
Aunque el último año la población de Tokio bajó por primera vez, siendo esta una tendencia principalmente atribuida a la pandemia, los legisladores japoneses insisten en la necesidad de bajar la densidad de la capital, motivando a sus habitantes a empezar nuevas vidas en nuevos lugares del país. Especialmente, en regiones golpeadas por el envejecimiento, la caída de la población y la migración de jóvenes que se dirigen principalmente a las grandes ciudades, como Osaka y Tokio.
El pago de 1 millón de yenes por hijo se le ofrecerá a las familias que vivan en alguno de los 23 distritos especiales de Tokio, o en las prefecturas vecinas como Saitama, Chiba y Kanagawa. Para recibir el beneficio, se exige que la familia se mude más allá de la zona del Gran Tokio, aunque según indica la agencia Kyodo, se podría recibir el dinero también si la mudanza lleva a algunas de las zonas montañosas en los límites de la ciudad.
Cerca de 1300 municipalidades –casi el 80% del total– se sumaron a la iniciativa, intentando así capitalizar un cambio en la actitud del público hacia la calidad de vida que podrían ganar fuera de Tokio. Esta tendencia empezó a sentirse en la capital en plena pandemia, cuando muchos trabajadores japoneses descubrieron los beneficios del trabajo remoto.
Ahora bien, no se trata de un cheque cien por ciento en blanco para las familias, ya que el programa exigirá a quienes se muden el quedarse al menos cinco años en la ciudad o pueblo elegido. Además de esa condición, un miembro de la familia deberá conseguir trabajo o planear abrir un negocio en su nueva región. Por otro lado, los que se muden antes de cumplir cinco años tendrán que devolver el dinero.
Según la agencia Kyodo, el dinero que se le pague a las familias será mitad pagado por el gobierno central, y mitad pagado por las municipalidades locales. En 2019, cuando el programa empezó con 300 mil yenes, solo logró beneficiar a 71 familias, y a 290 en 2020. Ese número escaló a 1184 en 2021, el año en que el trabajo se volvió más común. Como meta, el gobierno central se plantea que 10 mil personas abandonen Tokio por áreas rurales para 2027.
Las páginas web de las municipalidades que intentan atraer a nuevos habitantes combinan argumentos respecto a sus encantos rurales con una reveladora honestidad respecto a su situación demográfica. En Umaji, un pueblo de 820 habitantes en la prefectura de Kochi, se habla de una guardería infantil totalmente gratuita, “y por supuesto, ningún niño en la lista de espera”. Cerca de ahí, Tano se publicita con una rara fábrica de sal secada al sol, pero advirtiendo que el 42% de la población local supera los 65 años.
Las municipalidades rurales cuentan también con el apoyo del canal estatal NHK, que promueve la idea de moverse al campo en un programa regular que sigue las vidas de aquellos que han abandonado las grandes ciudades. En una entrevista a Financial Times, la madre tokiota Erika Horiguchi señala: “Hemos visto el programa, y naturalmente hemos pensado en irnos de la ciudad”. Sin embargo, señala que no es un salto tan fácil. “Mi esposo abandonó cuando joven la prefectura de Aomori porque sabía que le sería más difícil encontrar trabajo ahí. Hay una razón por la cual los japoneses se vienen a Tokio, y no creo que el gobierno pueda cambiar eso”, cuenta.
Reacciones online citadas por Financial Times muestran el escepticismo de los japoneses con el programa de 1 millón de yenes: “Suena como mucho dinero, pero no es el suficiente como para hacer que alguien realmente decida tener un hijo”.
Este intento para revalorizar las regiones llega en medio de otra caída fuerte en la población japonesa. En la que sigue siendo la tercera economía más grande del mundo, entre 2020 y 2021 la población sufrió una caída récord de 644 mil personas menos, siendo hoy los japoneses 125 millones.
Estimaciones de los demógrafos aseguran que de 125, la población podría caer a 88 millones en 2065, lo que significaría una baja del 30% en 45 años. A medida que la cantidad de adultos mayores continúa aumentando, la tasa de nacimientos sigue estancada en 1.3 niños por mujer, muy lejos del 2.1 que se necesitaría para sostener la actual población.
El número de nacimientos en 2021 fue de 811.604: el número más bajo desde 1899 en Japón. En contraste, el número de adultos mayores de 100 años llegó a 90.500.
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