Éxtasis y derrota del súper agente Smith: "Yo no soy mala persona, caí de huevón"

El creador de Antorcha está sin trabajo. Realiza algunas labores informáticas en empresas como "pituto" y ha llegado a fumar tres cajetillas de cigarrillos diarias. Admite que nunca creó un software, sino sólo un procedimiento de phishing, malware y keylogger que funciona a veces y que no era apto para ser considerado como prueba en una investigación.


-¿Está consciente de que su imagen es la de un chanta y que su aplicación no existe?

Alex Smith Leay (44) tarda unos segundos en responder. El creador del programa Antorcha, cuya existencia ha sido descartada por la Policía de Investigaciones en el marco de la indagatoria a la Operación Huracán por la implantación y manipulación de pruebas, se defiende.

-Eso lo creen ustedes allá en Santiago, no acá en Temuco. Yo sí estudié, tengo títulos, sólo no soy informático, pero hice esas aplicaciones. Esto ha sido tan duro que he llegado a pensar, "soñé todo esto, me lo inventé, no estudié, no tengo títulos". Pero no, yo sí estudié y he recibido apoyo de mis compañeros.

-Una de las hipótesis es que tal vez usted es mitómano. ¿Le han hecho exámenes en esta investigación para descartar algo así?

- No, nada. En Carabineros cuando entré me hicieron un examen sicológico y salí apto. No sé si lo arreglaron.

Smith Leay no se ofende con ninguna pregunta. Asegura que si no hablara y tratara de explicar su rol en la investigación de la Unidad de Inteligencia Operativa Especial de los atentados incendiarios en La Araucanía, su situación sería aún peor. Luego rectifica y afirma que no sabe si puede ser peor: está cesante, con algunos trabajos intermitentes en empresas cuyo nombre prefiere no revelar; sus ingresos, dice, bajaron en 80% respecto de 2017; echaron a su mamá de su trabajo en Curicó en marzo de este año, después de que la PDI la interrogara; y hoy ya no fuma una cajetilla diaria de cigarrillos, sino tres.

Con cuatro hijos, dos de ellos universitarios, y una esposa que no percibe ingresos propios, Smith Leay confiesa que lo está pasando mal.

-Mi vida hace un año era tranquila y buena. Hacía clases en la Santo Tomás y la Mayor, y capacitaba empresas privadas y públicas. Las universidades no me renovaron las asignaturas y los entiendo. Esto es complicado, hasta vergonzoso. ¿Sabe qué? Tuve que vender mi Kia morning, ahí llego hasta el próximo mes.

El encuentro

Fue en el año 2016. Alex, entre las distintas actividades profesionales que realizaba, hizo capacitaciones en Carabineros. Primero a personal del Laboratorio de Criminalística en animación de los croquis sobre sitios del suceso; luego a distintas reparticiones sobre el uso de Excel, uno de sus programa favoritos; y por último hizo una capacitación sobre peritajes informáticos en agosto de 2016. Allí conoció al capitán (R) Leonardo Osses.

Perdieron contacto hasta que en enero de 2017, Osses lo llamó para que lo ayudara a buscar la IP desde donde se había hecho un blog que se adjudicaba el atentado con una carta bomba al entonces presidente del directorio de Codelco, Óscar Landerretche.

-Lo hice y me trajeron a Santiago a reunirme con los ingenieros del Labocar. Estuvimos cinco días trabajando- cuenta.

Según Smith, en ese período de tiempo logró georeferenciar desde qué lugar físico se había subido el mensaje sobre Landerretche y su "fama" dentro de Carabineros fue al alza.

Al retornar a Temuco, le pidieron periciar webs de reivindicación de la causa mapuche y algunas otras ligadas a movimientos subversivos. Después, relata, sus actividades, ad honorem, fueron en aumento. Su trato, confiesa, era VIP.

-Cuando había un atentado, llegaban agentes a buscarme en auto. Trabajaba un rato y después me venían a dejar. Siempre trabajé creyendo que yo estaba en el lado bueno. Además me trataban muy bien, me tenían cafecito, cigarros.

Eso hasta que en julio le pidieron ingresar formalmente a la entidad vía Contrato por Resolución (CPR), la forma en que se incorporan civiles. Le tuvieron que hacer tres veces el papeleo, porque, por algún motivo que no se conoce, los primeros intentos de ficharlo como asesor informático fallaron.

-Entonces ¿lo rechazaron?

-¡No! No sé qué pasó con eso. Al final, me pusieron con mi título de ingeniero forestal. Yo empecé a trabajar en julio, pero no llegaba la toma de razón, así que estaba como libre. Me venían a buscar y a dejar de acuerdo a mis horarios. Venían a mi casa o a la Universidad. No tenía firma de asistencia, porque no llegaba el contrato. Recién en noviembre lo tuve.

¿Qué hacía Smith? En sus palabras, intentaba hackear a "blancos" mediante una mezcla artesanal y poco efectiva de aplicaciones.

-Ese nombre de Antorcha se puso en diciembre, antes no tenía nombre. Lo que hacía lo llamábamos hacer un Lautaro.

-¿Y qué hacía específicamente?

-Mandar un phishing con keylogger. A veces no teníamos correo y se conseguían ellos los datos de los blancos con Banco Estado.

Desde un inicio, Smith estuvo abocado a buscar información sobre los atentados en La Araucanía y al principio se asumió que su labor había sido exitosa.

El 23 de septiembre de 2017, mediante operaciones simultáneas en dos regiones coordinadas por Carabineros y la Fiscalía de La Araucanía, se detuvo a ocho personas por su supuesto rol en una serie de atentados, entre ellos Héctor Llaitul, líder de la Coordinadora Arauco Malleco, quien se encontraba con libertad condicional desde 2015.

Pero en un par de meses, todo se derrumbó. El 15 de febrero de 2015, el entonces General Director de Carabineros, Bruno Villalobos, anunció en una conferencia de prensa que Smith sería apartado de la institución.

A esa fecha, la Operación Huracán ya se reconocía como un gran desastre. Y Smith era considerado un gran fraude.

-Yo no soy mala persona, caí de huevón. Nunca vi lo que ellos buscaban. Acá en Temuco no soy catalogado como un delincuente, la gente cree que me usaron y eso pasó, me usaron.

Auge y caída

Hubo unas semanas de gloria. Alex cuenta que en el período en que alcanzó a trabajar en la casona ubicada en calle Hochtetter N° 220 en Temuco, se instaló un protocolo en cuanto a su persona.

-A los carabineros les tenían prohibido hablar conmigo. Sé que hubo una reunión donde se les pidió eso. Yo conversaba con Osses, con el mayor Marín. Nadie más sabía lo que hacíamos ahí.

Él era una estrella intocable y ese estatus se mantuvo cuando la Unidad se trasladó hasta la calle Pablo Neruda a mediados de 2017. Allí comenzó a trabajar en intervenir fonos y redes sociales. Asegura que logró dar con la última ubicación del trasandino Santiago Maldonado, dos meses antes de que su cadáver fuera encontrado, y que ello le valió múltiples felicitaciones. Marín, relata, fue invitado hasta a una cena en Buenos Aires. Se compraba, para su uso, programas como Oxygen Forensic al contado y con premura. Lo traían a Santiago a instalar "parches" a los fonos del Alto Mando, para que no se pudiera extraer información si perdían los aparatos.

-Me instalé en el segundo piso de la Escuela de Oficiales. Uno a uno pasaron los generales, casi todos tenían iphone-, explica.

Su reputación se sustentaba en los logros de un supuesto software sofisticado, revolucionario. La PDI llegó a la convicción de que tal programa ni siquiera existió, pero Smith porfía en que hay algo, una mezcla de aplicaciones que le permitía extraer, a veces y con suerte, algunos datos.

-Nació la necesidad de intervenir redes sociales. Lo más fácil para mí era el pishing. Comenté que se podía hacer y pregunté si era legal, me dijeron que por una ley, la de inteligencia, sí. Como era legal, empezamos a enviar pishing a distintos blancos. Se enviaba a un correo con una imagen que definía el capitán Osses, que conocía los blancos y sus gustos, buscaba una imagen que a esa persona le pudiera llamar la atención. Se hacía harta contrainteligencia también. Caía con suerte el 30% y entrabamos al correo y Facebook. Después piden whatsapp, y ahí usamos keylogger, también tuvimos una efectividad baja. Lo que quedaba registrado era lo que el blanco escribía. Después enviábamos un malware, que tenía un niño de España. Nunca desencriptamos Whatsapp, lo que hacía el malware era, a veces, reenviar lo que se conversaba.

-Pero lo que usted describe no es un software.

-No po, no. Este era un procedimiento de phishing, malware y keylogger. No era un software como el que usa la PDI. Mezclamos aplicaciones y después se le puso Antorcha. Recién la estábamos validando en diciembre. La verdad es que no se podía basar ningún caso en Antorcha, pero servía para hacer algo de inteligencia.

Pese a que Smith asegura que su "algo" no podía ser considerado un método de prueba, las principales acusaciones contra los comuneros mapuche, que han sido absueltos, eran los mensajes inculpatorios que supuestamente intervino Smith, hoy formalizado.

-Alex, usted insiste en que tenía una especie de programa, pero cada vez que lo ha tratado de hacer funcionar, no lo logra.

-Porque en Carabineros borraron información en Temuco, la base de datos de quiénes habían intervenido y ahí borraron parte de antorcha. Además ahora creo que sí hubo implantación de ellos.

-Ya, pero más allá de eso, usted era en esto algo como un maestro chasquilla.

-Yo preferiría que me llamara un Giro sin Tornillos.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.