Francisco Brugnoli, director del MAC: “Yo quisiera un museo en la casa de cada chileno, en el teléfono de cada persona”
“Un museo cerrado es una paradoja”, dice Francisco Brugnoli, quien está haciendo collages y clases por zoom, además de conducir los abundantes contenidos digitales de MACcuarentena. Confiesa que ya quiere ver cuáles obras se producirán en la pandemia y elogia el valor artístico de las acciones de Delight Lab.
Es uno de los museos que más contenidos han generado durante la emergencia sanitaria en nuestro país. Ya el 8 de abril, con el hashtag MACcuarentena, el Museo de Arte Contemporáneo irrumpió en Facebook, Instagram y Twitter con series digitales que se renuevan cada semana: MACMediaciónVirtual, MACExhibiciones, MACConversa, Macpersonas, MACloqueviene.
Además, el 29 de mayo inauguraron una exhibición digital. No lo utilizamos fue curada por Carolina Pérez Pallares y Benjamín Appel, quienes reunieron en el MAC Parque Forestal, de forma virtual, obras en los formatos de video y fotografía de 11 escultores nacionales y extranjeros.
“Esto lo quiero llevar aun más lejos, yo quisiera un museo en la casa de cada chileno. En el teléfono de cada persona, que ahí pudiéramos dialogar, decirle ‘Mira, mira, estos son los deseos de los artistas sobre la realidad que tú estás viviendo’. Un museo cerrado es una paradoja. Tenemos que cumplir en el espacio público. Chile es un país de 18 millones de habitantes, entonces si yo digo que tenemos 200 mil personas que nos visitan en redes sociales no estoy diciendo nada. Además, las carencias que tiene esta sociedad en educación son muy graves, entonces el museo tiene que ayudar a pagar esa deuda. Esas serán mis últimas locuras ahí”, dice Francisco Brugnoli (1935), director del MAC desde 1998.
En diciembre, usted decía a La Tercera que creía que el cambio de mando del MAC podría hacerse en abril.
Claro, pero todo quedó parado. Francamente yo me debería haber ido del museo hace más de dos años, y empecé a pedir que por favor estudiaran el museo, para saber de qué se hacían cargo; la vicerrectoría de Economía hace el estudio, y yo he propuesto un concurso internacional. Pero eso lo resolverá la Facultad de Artes o la rectoría. A mí me queda entregar nomás. Mientras tanto, estoy echando a andar el museo virtual.
“Es muy grave esto de vivir con temor del otro”
Francisco Brugnoli está confinado en su departamento frente al Parque Forestal con Virginia Errázuriz, su esposa hace 48 años, y con un hijo que vive en Alemania. “Vino de visita y quedó atrapado”, ríe. Aparte del trabajo del MAC, Brugnoli se puso a ordenar su biblioteca, de más de 3.000 volúmenes, varios cientos los donará al museo. El Taller Central que dicta en la Escuela de Arte de la Universidad de Chile lo está haciendo por Zoom y acaba de publicar un artículo en la revista digital Off the Record.
“Escribo sobre qué es esta situación desde el punto de vista de quien la vive. Porque no vivimos con un cuerpo objetivo, sino como un ser completo, y la subjetividad pesa más que el cuerpo de pronto. Vivir sin certezas es como vivir en un espacio y un tiempo infinito, que no tiene comienzo ni fin, que no tiene bordes. Es como si nuestro propio cuerpo se convirtiera en una suerte de nube extraña. ¿Qué es lo que haces tú en ese estado? Inconscientemente empiezas a tomar objetos; es la necesidad de la constancia del cuerpo, es la constancia del existir mismo. En mi caso, primero fue el orden de la biblioteca, y después ir descubriendo esos pequeños cachureos que están al fondo del cajón y que fueron olvidados. Entonces he empezado a juntar también esos pobres abandonados, esos desperdicios, y me he puesto a hacer pequeños collages. Sobre cualquier pedacito de cartón o de madera que encuentro, voy adhiriendo estas cosas como una especie de constancia de su existir”.
¿Cuánto ha sacrificado de su carrera como artista por dirigir el MAC?
Yo nunca lo he encontrado sacrificado. Considero que tiene que ver con el trabajo de un artista; estar en el museo significa trabajar los espacios del arte y para mí, eso le corresponde a un artista. Si yo no lo entendiera así, me tendría que tirar al río (ríe).
¿Se parece esta crisis a alguna que haya vivido en el pasado?
Hay cosas semejantes. Con la dictadura estábamos los artistas arrinconados, entonces descubrimos los materiales más rascas, y trabajamos con eso, porque era coherente con la situación que vivíamos. Ahora también está apareciendo ese tipo de materiales. Antiguamente el que estaba afuera podía ser un delator, hoy día el que está afuera puede estar llevando un bicho. Es muy grave esto de vivir con temor del otro, sobre todo después de los movimientos sociales, después de esa concentración de mujeres, ¿tú has visto algo más espectacular en este país que eso? Y Las Tesis, que le dan sentido a todo eso. Y de repente llega el bicho y nos manda para la casa. Lo hallo espantoso.
En diciembre, usted dijo que con el estallido la sociedad chilena se había puesto en una posición de arte. ¿Cómo vio los rayados de tipo artístico?
Lo que se había pintado en el GAM era muy bueno. Cuando lo veía, yo decía ‘Esto debería estar en un museo’. Ahora, cuando empiezan a borrar todo de repente, están borrando algo que había que haber analizado atentamente. Hubo mucha brutalidad también, incendios de edificios valiosísimos, yo no puedo compartir eso, pero también tengo que darme cuenta de que las personas que no tienen una educación suficiente no pueden entender la palabra patrimonio, es un concepto tremendamente complejo. Entonces lo que es distinto, me ofende. Claro, porque yo no lo puedo entender.
También hay gente que le teme al arte contemporáneo.
A mí me pasó eso en los años 60, por algunos artículos de prensa fuimos tratados con Virginia (Errázuriz) como verdaderos delincuentes de las artes. “No, esto no es belleza”, decían.
¿Cómo ha visto la creación artística en la pandemia?
Lo estamos viendo todavía, estamos haciendo una pesquisa. Creo que vamos a tener muertos en una cantidad brutal, ¿por qué nuestras cifras de salud son distintas de las que dice el Financial Times? Ésa es una pregunta muy seria. Todas esas cosas, en el campo del arte, están siendo asimiladas. Muertos, enfermos, hacinamientos, gente que tiene que esperar en las ambulancias para poder entrar al hospital. Es muy grave sentirnos engañados. Estoy esperando ver cuál es la obra artística que se va a generar en este momento. Ya las proyecciones de luz con la palabra Hambre están diciendo algo. Hallo sensacionales las acciones de Delight Lab; no solamente por el contenido manifiesto, sino por lo que significa la acción de proyectar en la ciudad. Es algo muy bien pensado. Es arte, es evidente. ¿Cuál sería la diferencia con el trabajo de Lotty Rosenfeld de las cruces en la calle?
¿Han colaborado como MAC con el Centro de Arte Contemporáneo de Cerrillos?
No. Nunca se ha intentado desde ese lugar un vínculo con nosotros. Eso se planteó a mi juicio claramente como una especie de competencia al MAC, lo cual me generó indudablemente molestias. Tienen un presupuesto que es dos veces y un poco más el nuestro. ¿Por qué no haberse asociado al MAC?
¿Sigue en marcha el proyecto de que el MAC se traslade a la Torre de la Unctad, en una construcción al estilo del MASP de Sao Paulo?
Ese ha sido un proyecto muy interesante para la expansión territorial del MAC. Está dormido, no está cerrado. La idea es un espacio arquitectónicamente muy novedoso, una especie de galería, un edificio en parte sumergido, de cristal. Con la crisis, todo ha quedado pendiente, y hay otro proyecto más que estamos estudiando.
Lo positivo es que no hay escasez de proyectos.
Mira, desde que llegué al MAC que me he pasado en proyectos. Tengo una caja entera con estudios de arquitectura. Casi me voy a recibir de arquitecto con esos proyectos.
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