Indultos y la interna post estallido: Los casos de DD.HH. que han marcado al ministro Larraín
Defendió a Colonia Dignidad antes de la condena de Paul Schäfer, dio su voto para indultar a lautaristas en 2007, pidió perdón a 40 años del golpe y ahora, como ministro, defiende que el proyecto de indulto conmutativo no incluya a detenidos por violaciones a los DD.HH.
Lo que más le dolió, fue enterarse por un tercero.
El martes 31, el último día de un marzo totalmente fuera de lo común, el ministro de Justicia, Hernán Larraín (UDI), recibió un llamado. Al otro lado del teléfono, un cercano suyo le informó que un grupo de once parlamentarios de Chile Vamos presentarían un requerimiento ante el Tribunal Constitucional para declarar la inconstitucionalidad en la exclusión de presos por delitos de lesa humanidad, en el proyecto de indulto conmutativo que busca evitar los riesgos de contagio por Covid-19 en la población penal.
“¿Quiénes firman?”, preguntó el ministro. Y la respuesta no le cayó bien a Larraín. De los once que suscribían el documento, se encontraba uno al que considera como de los más cercanos en la UDI: el senador Juan Antonio Coloma.
Cercanos a Larraín señalan que los últimos días no han sido gratos. Al desaire de Coloma se sumaron una serie de críticas que ha liderado la presidenta de su partido, Jacqueline Van Rysselberghe y el timonel de RN, Mario Desbordes. En tanto, el presidente de Evópoli, su hijo Hernán Larraín Matte, ha respaldado la decisión del ministerio de Justicia de excluir a los detenidos por delitos de lesa humanidad del indulto conmutativo.
Quienes conocen al titular de Justicia y exsenador por 24 años seguidos, señalan que actualmente tiene una “decepción personal” con su partido, la UDI. Y aunque le cuesta expresarlo, por su carácter introvertido, a Larraín no solo le habría molestado lo del requerimiento -que hoy fue acogido a trámite de forma unánime por el TC- sino que también lo duro que han sido algunos en sus declaraciones. En especial, por los dichos de Van Ryssleberghe con quien tuvo un quiebre en 2017, durante la tramitación del aborto en tres causales, que provocó que hoy ya prácticamente no tengan comuncicación directa.
Para varios, Larraín “no es un típico militante UDI”. El exsenador entró a militar a las filas gremialistas luego del asesinato del fundador del partido, y quien era su amigo, Jaime Guzmán. Durante algún tiempo, en el partido le criticaron su demora en entrar a la tienda pero eso se vio amilanado cuando en 2015 se hizo cargo de la presidencia justo después que el caso Penta golpeara duramente a la UDI.
A pesar de las críticas de su propio partido, según las mismas fuentes, Larraín seguirá defendiendo su postura de no incluir a condenados por violaciones a los Derechos Humanos, precisamente porque ese tema, ha cruzado su trayectoria política.
Eso último quedó claro en una entrevista con La Tercera en marzo de 2018, a menos de un mes de haber asumido como ministro, cuando se le consultó, precisamente, por posibles indultos luego de que presentaran la ley Humanitaria que conmuta penas, entre otros, a reos de Punta Peuco: “No somos partidarios de indultar a violadores de derechos humanos ni asesinos en series ni pedófilos que han abusado de menores”.
En esa entrevista también recordó, frente a las críticas de agrupaciones de familiares de detenidos desaparecidos por su nombramiento, su vida política: “Yo tengo mis credenciales muy claras. En materia de derechos humanos en los tiempos del gobierno militar era un académico y desde mi tribuna hice presentes mis quejas, mis críticas y mi rechazo a las violaciones de derechos humanos de lo que yo tenía información, que era muchísimo menos de todo lo que había”.
Las diferencias internas en La Moneda
Ayer, parlamentarios de Chile Vamos recibieron una minuta de parte del titular de Justicia en la que se comunicaba que el Presidente Sebastián Piñera pidió a ese ministerio revisar las solicitudes de indultos que cualquier interno haya presentado.
Para varios en Chile Vamos, este gesto de la Moneda apunta a convencer a los parlamentarios que aún tienen dudas de aprobar el veto aditivo que se votará esta semana en la Sala del Senado y la Cámara. De hecho, algunos dirigentes de Chile Vamos señalan en privado que Piñera “sí o sí” usará su facultad de indulto presidencial para beneficiar a algunos reos condenados por delitos de lesa humanidad.
Fuentes de La Moneda señalan que en el proyecto de indulto conmutativo presentado por Larraín hace dos semanas, el equipo del ministerio de Justicia “ha jugado solo”. Son varios quienes señalan que el grupo liderado por el ministro, la subsecretaria de Derechos Humanos, Lorena Recabarren (Evópoli), y el subsecretario de Justicia, Sebastián Valenzuela (Ind), han sido los mayores defensores de no modificar la iniciativa que fue rechazada -en parte- en la Cámara, algo que derivó en un veto aditivo del gobierno para reponer lo que se votó en contra.
En el debate respecto de qué hacer con la rebelión oficialista, también hubo voces en La Moneda que plantearon incorporar a un universo mayor de detenidos en el indulto conmutativo. En las reuniones con Piñera, según señalan en Palacio, uno de los que más habría insistido es el subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli. Por su parte, el subsecretario de la Segpres, Juan José Ossa, habría insistido en apurar la discusión inmediata de la ley humanitaria.
Pero los desencuentros con el oficialismo en este tema no son algo nuevo. También se dieron durante los días posteriores al estallido social. El 23 de octubre, el ministro de Justicia llegó hasta La Moneda para ser parte de la primera reunión que sostuvo el director del Instituto Nacional de Derechos Humanos, Sergio Micco, con el Presidente Piñera.
El punto de prensa que dio Larraín tras la cita generó varios resquemores tanto al interior del gobierno como en los partidos oficialistas. A la pregunta de cuál era su visión de las denuncias de abuso de fuerza policial e incluso de violación de derechos humanos, Larraín contestó: “Nos preocupa, nos causa dolor, solidarizamos con la situación que se produce al interior de sus familias, ciertamente todos esos hechos, como ocurre en nuestro país, han de ser debidamente investigados y todos los que tengan responsabilidades, cualquiera sea su origen o situación, deberán sufrir las consecuencias si acaso se constata que hubo acciones delictivas”.
Las declaraciones del ministro de Justicia se convertían así en los primeros dichos de una autoridad de gobierno con un tono distinto a lo que se había manifestado hasta ese día. En el mismo punto de prensa, además, respaldó la gestión del INDH y desde ahí, según señalan, mantuvo una fluida comunicación con Micco.
Lograr unificar un discurso entre orden y garantías no fue del todo logrado por el gobierno. El tono de Larraín tuvo opositores en Defensa y en equipos del ministerio del Interior, que solían apoyar públicamente la labor de las FFAA y Carabineros. Incluso se especuló que en el Ejecutivo no fue bien evaluado que el extimonel UDI respaldara la gestión de un organismo que cuestionaba a las fuerzas de orden, y que por eso se le habría pedido al ministro de Defensa, Alberto Espina, en una conferencia de prensa que dio un día después desde la Guarnición de Santiago, respaldar el accionar de las fuerzas de orden. "Las Fuerzas Armadas de Chile han actuado con prudencia”, señaló Espina. Los equipos de Justicia también tuvieron discrepancias respecto de cómo contestar a los informes de organizaciones internacionales de DD.HH. con Interior.
El fantasma de Colonia Dignidad, el indulto y el perdón
Pero si hay una espina que tiene Larraín en su trayectoria política es lo relacionado con Colonia Dignidad. Y esa volvió a profundizarse en febrero de este año, cuando el canal de televisión alemán Deutsche Welle (DW) publicó el reportaje llamado Colonia Dignidad: un oscuro capítulo de la historia.
Ahí, se apuntó contra Larraín al recordar su apoyo a la organización alemana que se emplazaba en su circunscripción. El medio alemán reflotó esto para graficar la falta de avances en las investigaciones contra miembros de Colonia Dignidad.
En 1996, y cuando Larraín llevaba tres años en su primer periodo como senador por el Maule, junto a su par Sergio Fernández, manifestaron su enojo por el operativo que realizó la PDI en Colonia Dignidad cuando se hicieron públicas las primeras denuncias por pedofilia en contra del líder de la organización, Paul Schäfer.
″Con centenares de efectivos de investigación, con decenas de automóviles, con metralletas, con violencia innecesaria. Eso, obviamente, forma parte de un montaje, de una campaña. No se hace (...) Una cosa inédita. ¿Alguien me quiere decir que es porque hay una denuncia de un menor en contra de una persona determinada?", señaló Larraín en ese tiempo en un reportaje de Televisión Nacional.
Y si bien sus cercanos señalan ese episodio como “injusto” porque agregan que Larraín luego de que se comprobaron las denuncias por pedofilia, se alejó de los miembros de Colonia Dignidad, el tema le sigue pesando. A raíz del reportaje de la televisión alemana, el ministerio de Justicia tuvo que sacar un comunicado donde hizo un recuento de lo que ha hecho esa cartera para aportar en la investigación de lo ocurrido en la organización.
A ese episodio, se suma lo ocurrido en 2007 y que hace dos semanas, en medio del trámite por el proyecto de indulto conmutativo, el diputado y presidente de RN, Mario Desbordes le recordó: el día en que Larraín dio su voto a favor para indultar a exlautaristas. En esa ocasión, el actual ministro de Justicia señaló que la Concertación lo engañó, porque se habían comprometido a hacer lo mismo con ex uniformados, algo que finalmente no se realizó. A tanto llegó el arrepentimiento de Larraín, que visitó en su casa a la viuda del cabo Luis Moyano, que había sido asesinado por lautaristas.
Sin embargo, para varios que lo conocen, el episodio que marca la vida política de Larraín es el “perdón” que realizó en 2013 cuando se cumplieron 40 años del golpe.
En la presentación del libro “Voces de la Reconciliación” que editó junto al dirigente de la Concertación, Ricardo Nuñez, Larraín señaló: “Si ayuda pedir perdón, también libera saber perdonar. Por eso, ¿por qué no dar un paso personal en lugar de esperar que otros hagan lo que uno quiere oír? Algo simple y transparente como: yo pido perdón por lo que haya hecho o por omitir lo que debía hacer. Pido perdón por no haber colaborado de modo suficiente a la reconciliación en mi trabajo. Y también pido perdón por no haber sabido perdonar a quienes me han ofendido y se han acercado en señal de reencuentro. Desde ya, hoy lo hago en mi nombre: pido perdón. Esta es mi voz para la reconciliación. Pero es necesario oír la de todos”.
Eso, para varios, evidenció la diferencia del tono del exsenador en comparación con algunos de sus pares de la UDI y el oficialismo.
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