Jane Fonda y el activismo: "Me muero de miedo, pero sé que estoy haciendo lo que tengo que hacer"
En entrevista con The Washington Post, la actriz se refirió a su labor como activista a lo largo de su vida y a las protestas que cada viernes hace fuera del Capitolio en Washington.
Ya ha sido arrestada cinco veces en Washington por participar de las protestas contra la crisis climática frente al Congreso de Estados Unidos. La actriz estadounidense Jane Fonda (82) ha tomado un activo papel dentro de las movilizaciones con su grupo Fire Drill Friday que, inspirado por Greta Thunberg y las huelgas juveniles, cada viernes se reúne a las afueras del Capitolio para exigir medidas para abordar la emergencia climática.
Pero no es primera vez que la actriz se desenvuelve como activista. En contra de la Guerra de Vietnam y acusada de traidora por varios de sus compatriotas durante 1970, la actriz se dedicó a informar a los soldados estadounidenses en la guerra, sobre sus derechos. Después viajó a Vietnam y protagonizó un episodio que aún le pesa: se fotografió en uno de los cañones enemigos junto a soldados vietnamitas.
"Cometí un error. Pero fui a detener el bombardeo a los diques. Porque Estados Unidos estaba bombardeando los diques del norte de Vietnam. Y sabíamos por los documentos del Pentágono lo qué significaba eso", cuenta la actriz en entrevista con The Washington Post.
Apodada como Hanoi Jane durante esa época, Fonda no dejó que aquel episodio le afectara. Es más, nunca abandonó su activismo por situaciones como la ocurrida en Vietnam o por lo que sus cercanos o desconocidos pudieran decir de ella. "Simplemente nunca dejo que me afecte. Cuanto más se me ocurría, más me clavaba los talones: 'Si piensan que me van a asustar para que no haga lo que estoy haciendo, tienen incluso más cosas por las que pueden venir a mí'. Siempre he sido así, desde que era una niña. No estoy segura de por qué, excepto que nunca he estado sola, siempre soy parte de un movimiento. Entonces está esa cosa colectiva", añade.
En la entrevista recuerda también su vida antes de la toma de conciencia a mediados de los años 60, cuando viajó a París: "Mi existencia hasta ese momento había sido muy glamorosa, muy interesante y muy vacía. Comencé a sentir ese vacío y me preguntaba qué había hecho con mi vida. Lo peor que a uno le puede pasar es no saber por qué estás donde estás y cuál es el significado de todo. Desde ese momento me inserté totalmente en un nuevo mundo".
Sin embargo, su padre Henry Fonda fue duro con la actriz con respecto a las decisiones que ella tomaba. "Si descubro que eres comunista, voy a ser el primero entregarte", le dijo cuando ella le contó que había ido a visitar a la activista marxista Angela Davis mientras estaba en prisión en California en 1971. "Me fui a la cama, me puse las mantas sobre la cabeza y lloré por un día. Sí, eso me afectó. ¡Porque era mi papá! Y lo adoraba y lo respetaba. Pero el resto, no tanto", cuenta la actriz.
Antes de formar Fire Drill Friday, Jane Fonda ya había tomado algunas medidas dentro de su propia vida cotidiana. "Tengo un auto eléctrico. Dejé de usar plásticos de un solo uso. No estoy comiendo carne roja, o muy raramente. Todas esas cosas. Pero sabía que no era suficiente", dice la actriz. De ahí, tras leer a Naomi Klein en su libro On Fire: The (Burning) Case for a Green New Deal, decidió que era momento de hacer algo más. "Quería hacer algo que llamara la atención, para apoyar a Greta [Thunberg] y los activistas estudiantiles y aumentar la sensación de urgencia. Quería mostrar que tenemos que abandonar nuestra zona de confort. Tenemos que acostumbrarnos a estar en las calles", añade.
En esta etapa de su vida Jane Fonda vive con la intención de disminuir el eventual arrepentimiento que le pueda provocar no haber hecho lo suficiente con respecto a la crisis climática. Por eso, a pesar de que la policía ya la ha tomado detenida cinco veces en los viernes de protestas fuera del Capitolio, ella insiste. "Si tengo que dormir en una cama de metal en una cárcel, va a doler más de lo que habría hecho hace 30 años. Pero el malestar se ha ido. Quiero decir, me muero de miedo, pero sé que estoy haciendo lo que tengo que hacer".
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