La contradictoria presidencia de Heller en la U: mucha inversión, poco éxito
Deudas sin cumplir frente a dinero puesto. Una inversión sin ganar nada en imagen ni en negocio. El máximo accionista de Azul Azul dejó su puesto por las amenazas, incluso de muerte, que ha recibido. En cinco años no logró acercarse a sus promesas ni a sus sueños: el estadio y la Libertadores.
El 7 de abril del 2014, Carlos Heller le cumplió una promesa a su padre: ser el presidente de Universidad de Chile, su club de toda la vida. A la testera de Azul Azul llegaba un hincha con el aval de una trayectoria empresarial exitosa y, a partir de ahí, con el respaldo económico para cristalizar un ambicioso proyecto que, como principal objetivo, buscaba la concreción de otro sueño: la construcción del estadio propio.
Sin embargo, la ilusión de este exitoso empresario rápidamente chocó con la dura realidad. Del enorme respaldo popular con el que fue recibido hace menos de 5 años casi no queda nada. Su imagen quedó por el suelo, pese a entregarse en cuerpo y alma al proyecto. Incluso, poniendo dinero de su propio bolsillo para intentar enderezar el rumbo deportivo y económico del club. Una inversión millonaria para nada, que solo pareció dejarle malos momentos. Todo lo que soñó Heller se convirtió en pesadilla, con más decepciones que éxitos. Apenas dos títulos nacionales, muchos fracasos internacionales y un despilfarro de dinero, son quizás el mejor resumen de su contradictoria gestión presidencial, que sin lugar a duda tuvo varios capítulos para recordar.
Aunque desde hace bastante tiempo que venía recibiendo duras críticas por su gestión, nada hacía presagiar su salida. Pero lo ocurrido el sábado en Concepción pareció colmar su paciencia. La señal de descontento de los hinchas en el Ester Roa no la había vivido jamás en un estadio. Más encima, durante la semana, Heller había recibido amedrentamientos. Algunas más públicas, como los rayados en las paredes de Mega, otra de las empresas que controla. Y otras, las más preocupantes, en privado: derechamente, amenazas de muerte. Ayer, a través de un hecho esencial comunicado a la superintendencia de Valores y Seguros, Azul Azul oficiaba la renuncia de Heller a la testera de la concesionaria y la asunción de José Luis Navarrete, hombre de confianza suyo que trabaja en Inversiones Alpes Ltda., otro de los fondos del empresario, como presidente interino hasta el 22 de abril, cuando se renovará el directorio. Su participación accionaria quedará al resguardo de uno de los suyos.
"Llega un momento en el que uno debe empezar a pensar bien y dejar algunas cosas. Estoy en ese período, porque ya cansa un poco", había dejado entrever a comienzos de marzo, aunque luego se esmeraría en aclarar que no dejaría a la U. "Se me preguntaron muchas cosas y me sacaron de contexto. En ningún momento dije que quería salir de la U. Uno puede estar cansado por el trabajo, por el trajín diario, pero salir de la U en ningún momento. Estoy con más fuerzas que nunca, nunca me doy por vencido y es un proyecto que tengo que sacar adelante. En ningún momento he dicho que me voy de la U", precisaría un día más tarde. El sábado, forzado por las circunstancias, tomaría la drástica decisión.
El estadio
Al margen de la formalidad, lo que está claro es que Heller deja el club con varias materias inconclusas. Las más notoria es la del estadio, una realización que, por momentos, pareció estar muy cerca de concretarse. En abril de 2014, en una ceremonia a la que asistió el rector de la Casa de Bello, Víctor Pérez, Heller anunció que el recinto se edificaría en un predio cercano a la laguna Carén, de propiedad de la universidad. En el acto se habló de un recinto para 35 mil espectadores, con altos estándares de comodidad, y de un polideportivo, a razón de unos US$ 50 millones. Las obras partirían a mediados del año siguiente y tardarían entre 18 y 24 meses en realizarse. Nada de eso aconteció. No hubo estadio para la U en Pudahuel ni tampoco en La Pintana, La Cisterna ni San Bernardo, otras de las opciones que se exploraron.
Decepción internacional
Tampoco llegaron los éxitos internacionales, otra de las metas del timonel. La U que en 2011 alcanzó el cielo continental al adjudicarse la Copa Sudamericana, no ha logrado revalidar esa campaña. La deuda se acrecentó durante la gestión de Heller. 2014 coincidió con la eliminación en la fase de grupos de la Copa Libertadores, otro de los grandes anhelos estudiantiles. Las decepciones en esa instancia continuaron en 2015, 2016 y 2018. Este año fue aún peor: Melgar los eliminó en la fase previa del certamen.
Fichajes millonarios
La gestión de Heller se caracterizó por una billetera generosa para reclutar refuerzos. El ejemplo más evidente fue la política de fichajes en el período en que Sebastián Beccacece estaba en la banca. En 2016, los laicos destinaron US$ 6 millones para la llegada de 11 refuerzos, de los cuales US$ 2,5 millones se ocuparon solo para pagarle la cláusula de salida de Jean Beausejour a Colo Colo. Ese año también arribaron Juan Leiva, Franz Schultz, Gastón Fernández, Christian Vilches, Felipe Mora, Alejandro Contreras, Lorenzo Reyes, Fernando de Paul, Mario Briceño y Jonathan Zacaría.
El dinero para acometer tal nivel de gastos provino de un aumento de capital y también de préstamos de Heller, a través de Inversiones Alpes Ltda, y de Daniel Schapira, mediante Inmobiliaria DSE. Por supuesto, con el panorama actual, es difícil saber cuándo se devolverán dichos montos.
Inestabilidad en la banca
De la mano de campañas que no consiguieron el objetivo principal ha ido la inestabilidad en la banca. Martín Lasarte consiguió el título nacional, la Copa Chile y la Supercopa en 2015. Sin embargo, al año siguiente, no logra renovar los éxitos y termina siendo reemplazado por Sebastián Beccacece. El fracaso del exayudante de Jorge Sampaoli en la Selección, hoy una de las revelaciones del torneo argentino con Defensa y Justicia, fue sonoro e incluyó escándalos, como el berrinche del DT en un clásico ante la UC, en el que terminó pateando una heladera. La necesidad obligó a recurrir a dos hombres de la casa: Víctor Hugo Castañeda y Luis Musrri. Otro fracaso.
En 2017 llegó Guillermo Hoyos. El transandino, cuya carrera incluía un paso por el Barcelona, en cuyas inferiores se codeó con posteriores estrellas como Messi, llamó la atención por un discurso motivacional que llegó a comparar a los jugadores azules con las estrellas culés. En la práctica, sin embargo, alternó buenas, como el título en el Clausura de ese año, y muy malas, como la eliminación en la Libertadores después de un estrepitoso 7-0 frente a Cruzeiro en la Libertadores. Tampoco pudo ganarle un Superclásico a Colo Colo, un estigma que en el club estudiantil pesa. Y mucho.
Después de un interinato a cargo de Esteban Valencia y César Henríquez, la última apuesta fue Frank Kudelka, quien llegaba precedido de campañas con Talleres de Córdoba que lo habían convertido en uno de los técnicos más promisorios de Argentina y de una propuesta futbolística ofensiva y vistosa, que los estudiantiles persiguen desde que se fue Sampaoli. Tampoco bastó.
Deuda clásica
Ganarle a Universidad Católica y, sobre todo, a Colo Colo, reviste una connotación especial para los hinchas laicos. El problema es que durante toda la gestión de Heller jamás pudieron imponerse al Cacique, una sequía que había comenzado en abril de 2013. En el Monumental la racha es aún más larga, pues desde 2001 que los estudiantiles no logran imponerse en el recinto de Macul.
La única vez que celebraron fue en la definición por penales de la Copa Chile 2015.
De sus archirrivales, al único que han podido vencer es a la UC, en seis ocasiones. Por contrapartida, considerando los duelos contra albos y cruzados, acumulan 15 caídas y seis empates.
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