La crítica política de Ahumada en su reaparición: “Los últimos 30 años están sentados en el banquillo de los acusados”
La exautoridad de gobierno se manifestó preocupada por la poca claridad que, a su juicio, tiene la izquierda chilena para conmemorar el 50° aniversario del Golpe de Estado. Según él, se corre el riesgo de que la oposición y el centro político llenen ese vacío con tesis propias, como que "el Golpe fue el resultado de dos maximalismos, el de la ultraizquierda y el de la derecha golpista”.
A cinco meses de su bullada salida del Ejecutivo, el exsubsecretario de Relaciones Económicas Internacionales del gobierno del Presidente Gabriel Boric, José Miguel Ahumada reapareció políticamente a través de la publicación de un ensayo en la revista Jacobin. El texto, en concreto, aborda la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, que se realizará el próximo 11 de septiembre.
Ahumada comienza dejando en claro que, para él, resulta “preocupante que la izquierda chilena (...) tenga tan poca claridad sobre cómo conmemorar el 50° aniversario del Golpe″. Según argumenta, “esa poca claridad solo refleja, sintomáticamente, su carencia de proyección estratégica futura”.
“Cuando no hay firmeza de hacia dónde se va, no hay definición nítida sobre cómo recordar el pasado. En política, no hay recuerdo firme de dónde uno viene si no se sabe claramente hacia dónde uno va”, advierte.
Para el exsubsecretario, “delegar esa reflexión a historiadores y cientistas sociales (...) para enfocarse únicamente en buscar un consenso y un reencuentro que incluya a todo el arco político para rechazar el Golpe (...) no soluciona el asunto. De hecho, lo agrava”. Según explica, “ese marco eclipsa el espinoso asunto sobre las causas del Golpe y la naturaleza de la Unidad Popular, y lo sustituye por un (reiterado) llamado a un ‘nunca más’”.
Ahí, Ahumada identifica un problema. De acuerdo a su planteamiento, “mientras la izquierda busca dejar eso a otros, la oposición y el centro político trafican sus propias hipótesis llenando ese vacío”. Así, según él, se cae en el riesgo de que la oposición llame a condenar “la violencia de la Unidad Popular” o a cuestionar que “los extremistas de la Unidad Popular llevaban al país al despeñadero”.
El centro político, advierte la exautoridad, podría levantar una tesis propia, referida a que “el Golpe fue el resultado de dos maximalismos, el de la ultraizquierda y el de la derecha golpista”.
“A la luz de lo anterior, los consensos mínimos del reencuentro ya se quebraron. No veo posibilidad de un entendimiento honesto que no termine en un acto sin sustancia, que solo genere apoyo en tanto nadie lo tome realmente en serio”, explica.
Ahumada y la UP
Para Ahumada, el gobierno de la Unidad Popular se caracterizó por haberse propuesto “sentar definitivamente los pilares de una república democrática”. Él propone que “el propio (Salvador) Allende hizo explícito este arraigo histórico del proyecto revolucionario de la Unidad Popular en 1972, en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, cuando señaló ‘el cambio en la estructura de poder que estamos llevando a cabo (...) es la culminación de un largo proceso histórico. Del esfuerzo por imponer las libertades políticas y sociales (...) y desplazar a los capitalistas del poder económico´”.
En ese contexto, para él, “el Golpe de Estado de 1973 (...) solo se puede entender como un gran proceso termidoriano y refundacional. Una venganza de los patricios contra los plebeyos. Solo así considero que podemos entender el nivel de violencia que sectores patricios realizaron contra la Unidad Popular”.
En contraste con la ‘tesis centrista’, para Ahumada la Unidad Popular “no fue un gobierno preso del ‘maximalismo’, sino la continuación del largo camino de la construcción (aún inacabada) de una república democrática”.
“Chile no estuvo preso de ‘dos extremismos’, uno durante la Unidad Popular y otro durante la dictadura. Esa tesis es demasiado cómoda para los moderados, aquellos que critican a todo aquel que busque tomarse en serio la idea de república. Hoy diversos sectores políticos (incluidos en la izquierda) parecieran cómodos con la solución moderada y del reencuentro”, argumenta.
Para Ahumada, a 30 años de la dictadura, “la transformación de las pensiones en capital especulativo, de la educación en renta financiera, de la salud en privilegios” son muestra del “carácter trunco de nuestra república”. En esa línea, él comenta que “no es casualidad (...) que haya habido un estallido social que, aún sin un programa claro, llevara en sus hombros esos dolores. Tampoco es casualidad que los últimos 30 años estén hoy, a pesar de los ingentes esfuerzos de elites por negarlo, sentados en el banquillo de los acusados”.
El autor concluye que “la izquierda debe recuperar su memoria y tradición socialista y republicana. Solo así pondrá la atención correcta a la hora de reflexionar sobre la memoria política de la Unidad Popular: no como dos extremos que chocaron, sino como la república enfrentándose a la violencia de la oligarquía y al miedo de la moderación. Es ese desafío el que tenemos por delante como izquierda, el de volver a defender la república contra los impostores”.
“En otras palabras”, dice”, “nos queda el volver a entender el socialismo como esa demanda ilustrada, republicana, laica y universalista de eliminación de todo despotismo en el terreno político, social, económico y doméstico, y su sustitución por un orden de ciudadanos libres e iguales”.
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