La Haya: Quién es Harold Koh, el enérgico abogado que alegó hoy por Chile
De trato amable, Koh solía salir del hotel Hilton, donde se concentró el equipo de la defensa, vestido con blue jeans gastados y algo sueltos, zapatillas y un gorro de lana que le tapaba casi hasta los ojos. Saludaba a todos con una sonrisa y un fuerte apretón de manos.
Poco antes de venir a La Haya para participar de los alegatos orales como abogado de Chile, el estadounidense Harold Koh solicitó a la oficina a cargo de la defensa frente a la demanda boliviana que le trajeran un pin con la bandera chilena. Desde entonces, cada vez que aparecía en la corte, el abogado descendiente de coreanos lo hacía con ella puesta en su solapa.
No se trataba solo de un guiño. En la delegación chilena afirman que en un par de ocasiones, durante sus conversaciones con el agente Claudio Grossman para revisar los textos de los alegatos, el responsable del equipo debió pedirle que morigerara el tono.
Koh fue el encargado de la defensa chilena para responder con fuerza parte de la aseveraciones y declaraciones hechas por los abogados de Bolivia en las dos rondas de presentaciones ante la Corte Internacional de Justicia. "Bolivia ha fracasado completamente en tratar de demostrar los conceptos que tenía que probar para poder prevalecer", dijo al inicio de la exposición, la primera de la jornada de cierre del caso.
Su exposición de 16 minutos y medio estuvo destinada, esencialmente, a darles a los jueces de la corte una visión global del caso que tienen que fallar. Esa, dicen en la delegación chilena, es uno de sus principales atributos, por lo que siempre se pensó que Koh abriera o cerrara las presentaciones de Chile. Una capacidad que comparte con el abogado Daniel Berthlehem, por lo que fueron ellos los que, tanto en el juicio preliminar como en estas rondas de alegatos, se alternaron las aperturas y cierres de los alegatos de Chile.
Koh no formaba parte del equipo jurídico inicial, el que integraban Samuel Worthsworth y el francés Pierre-Marie Dupuy (quien debió abandonar el caso antes del juicio preliminar) y quienes ya habían representado a Chile en el litigio interpuesto por Perú por límites marítimos. Tampoco era parte del bufete Freshfield, como los autralianos Ben Juratowisch y Kate Parlett, y que viene trabajando con Chile desde hace muchos años.
Fue un abogado extranjero quien mencionó su nombre, cuando la demanda marítima boliviana ya estaba en curso, y lo incluyó dentro de una pequeña nómina de abogados que podían cumplir el perfil que andaban buscando los agentes de Chile, y que en grandes líneas consistía en un abogado litigante estadounidense de alto prestigio internacional, que tuviera experiencia en conflictos entre países.
Koh cumplía con creces esas condiciones. Fue por cinco años decano de la facultad de Derecho de la Universidad de Yale, unas de las más prestigiosas del mundo, a la cual sigue estrechamente vinculado. Pero también tiene experiencia en manejo diplomático y jurídico, pues fue jefe de la oficina legal del Departamento de Estado de los Estados Unidos entre 2009 y 2013. Además de haber sido secretario de Estado para Democracia y Derechos Humanos y Trabajo entre 1998 y el 2001.
Su paso como consejero legal del Departamento de Estado (el Ministerio de RR.EE: de Estados Unidos), coincidió justo con la llegada del Presidente Obama a la Casa Blanca y con la decisión del nuevo mandatario de acercarse a los organismos multilaterales y en especial a la Corte Internacional de Justicia, dejando atrás la política unilateral de Bush.
Por lo mismo, Koh es un viejo conocido de la corte y no sólo por esa razón. Algunos de los libros que ha escrito sobre derecho internacional moderno son de consulta obligada de los jueces.
Varios de los magistrados, además, han dado o pretenden dictar charlas y seminarios en la prestigiosa facultad de Derecho de la Universidad de Yale, donde Koh no ha perdido influencia.
De trato amable, Koh solía salir del hotel Hilton, donde se concentró el equipo de la defensa, vestido con blue jeans gastados y algo sueltos, zapatillas y un gorro de lana que le tapaba casi hasta los ojos. Saludaba a todos con una sonrisa y un fuerte apretón de manos, antes de seguir su camino.
Quienes lo conocen dicen que no se trataba de una pose. Se considera progresista, un liberal demócrata y no ha tenido problemas en tomar casos de derechos humanos, como lo hizo en favor de un grupo de emigrantes haitianos contra el gobierno de Estados Unidos, con la misma vehemencia con que ahora defiende en la Corte Internacional de Justicia a Ucrania en un juicio contra Rusia, o como lo hemos visto estos días a Chile frente a la demanda boliviana.
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