Las cuentas del día después en la Convención: qué se quebró en la inconclusa votación para su presidencia
Tras más de 16 horas de sesión y ocho votaciones sucesivas, el pleno del órgano constituyente no logró ayer arribar a un acuerdo para zanjar a los sucesores de Elisa Loncón y Jaime Bassa. Los efectos políticos de las desconfianzas y recriminaciones cruzadas que ha dejado el proceso están por verse, pero algunos convencionales ya advierten ciertos riesgos.
Tras una jornada marcada por la incertidumbre, al menos algo estaba claro esta mañana en la Convención Constitucional: que la dilatada elección de los sucesores de Elisa Loncón (presidenta) y Jaime Bassa (vicepresidente) -que luego de ocho votaciones sucesivas y más de 16 horas de sesión terminó sin éxito durante la madrugada de este miércoles- no será inocua para los desafíos que enfrentará el órgano constituyente de aquí en adelante.
Si la disminución del apoyo ciudadano al organismo ya venía alertando a los convencionales y la administración saliente había reconocido un déficit en la comunicación del proceso, el hecho de que ayer ninguno de los numerosos candidatos que buscaba la presidencia lograra los 78 votos que se requerían, dejó grietas que varios de sus integrantes creen que serán complejas de superar.
La falta de consenso dejó en el camino a una larga lista de postulantes. Entre ellos, Ramona Reyes (Colectivo Socialista), Cristina Dorador (Movimientos Sociales), Patricia Politzer (INN), Patricio Fernández (Colectivo Socialista), Daniel Bravo (Pueblo Constituyente), Benito Baranda (INN) y Eric Chinga (Coordinadora Constituyente Plurinacional).
En los distintos colectivos reconocían que la jornada de ayer -que varios calificaron como un verdadero “bochorno” para la instancia que el próximo 5 de julio debe emanar un nuevo texto constitucional- dejó heridas cuyas consecuencias aún están por verse y dependerán en gran parte del desenlace que tendrán los comicios que se retomarán desde las 15.00. En la madrugada había nuevas alternativas sonando para postularse: Amaya Álvez (RD), María Elisa Quinteros (Movimientos Sociales) y Rosa Catrileo (Mapuche).
El test de Apruebo Dignidad
No fue una sorpresa para nadie que el Frente Amplio y el Partido Comunista, fuerzas que son parte de la coalición que sustenta al futuro gobierno de Gabriel Boric, Apruebo Dignidad, enfrentaran la elección de la nueva mesa en veredas opuestas.
La molestia en Chile Digno con sus socios frenteamplistas se había instalado hace días. En el PC y el FRVS veían con una mirada crítica que el bloque, que ya tuvo a Bassa en la directiva actual y que tiene a uno de sus filas como mandatario electo, insistiera con la opción de Beatriz Sánchez para presidir la Convención Constitucional.
Esa molestia se expresó en diversas instancias y, finalmente, terminó con la decisión de Chile Digno de declinar la candidatura de Bárbara Sepúlveda (PC), quien el lunes pidió una reflexión a sus socios a través de la prensa. “Si queremos construir mayorías en nuestro gobierno, hay que dar señales de generosidad política”, advirtió la convencional del distrito 9 en medio de las críticas que habían surgido sobre la necesaria autonomía de la próxima directiva respecto del gobierno. “Debemos cuidar la Convención y, a la vez, al gobierno”, sostuvo.
Pero el llamado no tuvo eco en el FA. Como ha sido la tónica desde que asumieron en julio de 2021, los frenteamplistas llegaron a la votación de ayer con un acuerdo con el Colectivo Socialista en el que se comprometieron a aportar a su carta, Ramona Reyes, para asegurar que Sánchez entrara como su vicepresidenta. Mientras que el PC optó por respaldar la opción que levantaron algunos escaños reservados y parte de la ex Lista del Pueblo, Eric Chinga (diaguita).
Y pese a que tras la tercera votación ambas fuerzas se cuadraron detrás de la opción de Dorador -las denuncias por supuestas irregularidades mientras estuvo al mando del Municipio de Paillaco obligaron al Frente Amplio a declinar su respaldo a Reyes-, la inquietud de cuánto podría afectar esta división al presidente electo era una duda que nadie se atrevía a despejar del todo.
En el bloque reconocían esta mañana que la división del bloque no contribuye a fortalecer la imagen de gobernabilidad del bloque ad portas de que el diputado por Magallanes asuma en La Moneda. “Apruebo Dignidad es tan solo una fracción dentro de la diversidad de visiones que hay en la Convención, sin embargo, faltó coordinación con otras fuerzas”, dijo esta mañana la mano derecha del presidente electo, Giorgio Jackson.
En el equipo presidencial de Boric estuvieron monitoreando de cerca la votación de este martes. Y si bien destacan la necesaria autonomía del organismo, entienden que es inevitable que la contingencia tenga una repercusión en la futura administración.
Las mismas fuentes señalan que, tras la caótica jornada llegaron al “convencimiento” de que se tienen que construir mayores coordinaciones entre el futuro gobierno y la Convención.
El quiebre FA-PS
La denominada “bisagra” de la Convención Constitucional tuvo ayer su primera grieta significativa desde el inicio del proceso.
Tanto el Colectivo Socialista como el Frente Amplio tenían previsto cumplir su palabra y respaldarse mutuamente, como lo han hecho en distintas oportunidades, para asegurar que la nueva directiva contara con el perfil que en ambas fuerzas consideran clave para la nueva etapa y cuya prueba de fuego será el plebiscito de salida: que garantice la gobernabilidad del proceso y no tema a llegar a acuerdos con los distintos sectores que están representados en el órgano.
Si bien en el FA aseguran que les advirtieron a sus socios socialistas del ruido que estaban generando las denuncias que pesaban sobre Reyes, cuya gravedad aseguraron no haber sabido hasta ayer, en el CS resintieron que sus socios decidieran respaldar la opción de Dorador antes que una apuesta común.
Más aun cuando durante la jornada no respaldaron las opciones que promovieron sus socios y terminaron proponiendo el nombre de Álvez.
El efecto del quiebre con el Frente Amplio, en todo caso, es desdramatizado entre los socialistas. “No tiene efectos a futuro, son y seguirán siendo nuestros más cercanos aliados políticos. Lo de ayer obedece a algo circunstancial, producto de la naturaleza de la situación y lo que había ocurrido en el día, se debe informar que nunca ambos colectivos políticos dejaron de conversar y nos tiene tranquilos que en esa confianza seguiremos construyendo en conjunto”, afirma Matías Orellana (CS).
Los socialistas, en paralelo, vivían su propio conflicto interno. Varios dirigentes, sobre todo los independientes que integran el colectivo, se desmarcaron rápidamente del apoyo a Reyes y terminaron divididos en algunas de las votaciones, mientras algunos como Ricardo Montero y Andrés Cruz votaban por figuras como Politzer, Baranda o Fernández, otros se inclinaban por Dorador.
“Me debo a las decisiones que tomemos como colectivo. A veces podemos errar, pero nuestro objetivo es darle a la Convención un liderazgo convocante. Vamos a insistir en un nombre que conduzca sin mirar a nadie en menos y construyendo más allá de su esfera política”, sostenía anoche Tomás Laibe, uno de los principales negociadores del Colectivo Socialista, evidenciando la compleja posición en la que quedó esa fuerza.
De hecho, los socialistas fueron fuertemente criticados al votar alineados con la derecha para levantar la opción de Patricio Fernández. “El ‘partido de Allende’ votando con los que derrocaron a Allende. De no creerlo. ¡Qué vergüenza!”, escribió en su cuenta de Twitter la convencional Bessy Gallardo.
¿Un golpe a la credibilidad?
Ayer no fueron pocos los dirigentes de Vamos por Chile que advirtieron que la falta de acuerdo que se evidenció en la izquierda y el centro -sector que tiene mayoría en el pleno de la Convención- era un antecedente de cara a la discusión de las normas constitucionales, las que requieren de acuerdos transversales (de 2/3) para ser aprobadas.
Desde ese sector, la convencional Ruth Hurtado (IND-RN) sostiene: “Fue un gran espectáculo, donde los actores de ese show eran de las diferentes izquierdas, ya que no lograron dejar sus diferencias de lado para poder avanzar, señales que hacen dudar de poder avanzar cuando se inicien los temas de fondo”.
En esta misma línea, el convencional Ruggero Cozzi (RN) afirma que la discusión de la jornada de ayer representa una crisis de gobernabilidad que, a su juicio, es principalmente responsabilidad del Frente Amplio y del Partido Comunista. “Hay una lucha canibalista entre las izquierdas, y nula disposición a buscar acuerdos con la derecha. Anticipa lo difícil que será alcanzar consensos por dos tercios en la Convención”, dice.
“Esta no es culpa del gobierno de Piñera ni el de Boric, ni es un problema comunicacional. Va siendo hora de que hagamos una autocrítica”, advirtió ayer el convencional Agustín Squella (Colectivo del Apruebo).
Frente a los cuestionamientos, Loncón llamó esta mañana a desdramatizar el episodio de las elecciones. “No fue nunca un espectáculo el haber instalado esta posibilidad de hacer un cambio de mesa. Fueron decisiones democráticas. De hecho, ayer nos hemos instalado para eso, es parte del programa que nosotros mismos nos hemos fijado”, señaló.
Al margen de las discusiones por las relaciones entre los colectivos y sus consecuencias en el quórum, algunos convencionales también han planteado que se arriesga caer en un problema de credibilidad ciudadana. Frente a esta idea, Guillermo Namor (INN) consideró que la confianza en la Convención se sustenta en la capacidad de los convencionales de generar encuentros amplios y transversales. “Ayer esa capacidad se puso en duda y es fundamental que demos señales de que el diálogo y la deliberación prevalecen. Hoy nuestra labor es construir amplias mayorías para aprobar normas constitucionales”, afirmó.
Por otra parte, Fuad Chahin (DC) manifestó que la gobernabilidad de la Convención, así como la del país, son fundamentales para impulsar cualquier agenda de cambio, por lo que lo demás responde a un voluntarismo. El convencional agregó: “Lo ocurrido ayer es una mala señal desde la Convención. Espero que hoy prime la responsabilidad, el sentido común y la búsqueda de objetivos mayores y así se rectifique y logremos un acuerdo que fortalezca el proceso constituyente y dé una señal también al país sobre la capacidad de construir acuerdos y asegurar gobernabilidad”.
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