Laura Tunbridge, musicóloga británica: “Beethoven era capaz de no tomarse en serio a sí mismo”

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Detalle del retrato de Ludwig van Beethoven (1770-1827) realizado por el pintor alemán Joseph Mahler entre 1804 y 1805.

Adicto al café, admirador a tiempo parcial de Napoleón y amante de los juegos de palabras, Beethoven no siempre fue el titán intimidante de la música clásica que la historia nos presenta. Este jueves se cumplen los 250 años de su nacimiento y la autora del recién publicado Beethoven: A Life in Nine Pieces, se refiere a diferentes y poco explorados aspectos de su vida y obra.


No menos de 60 granos de café por la mañana y casi 60 cambios de casa en los 35 años que vivió en Viena. De este tipo de detalles, pedestres y al mismo tiempo iluminadores, está hecho el libro Beethoven: A life in nine pieces, biografía del gran compositor alemán Ludwig van Beethoven (1770-1827) de la musicóloga británica Laura Tunbridge (1974). El libro de la profesora de la Facultad de Música de la Universidad de Oxford fue publicado hace cinco meses y ya se ha instalado entre los más recomendados del año por Amazon entre las obras dedicadas al genio de Bonn.

También ha sido positivamente comentado en medios como The Guardian, The Scotsman y The Financial Times, destacando la precisión, originalidad y estilo ameno de una narración que en sólo 288 páginas estudia la vida del músico desde los pequeños detalles y también a partir de nueve composiciones.Entre estas últimas hay de todo, desde la famosa Tercera sinfonía “Eroica” hasta el actualmente poco tocado Septiminio para instrumentos de viento, el tipo de creaciones que curiosamente sí fueron populares en la vida de Beethoven.

Si es que hay una imagen que ha perdurado en el tiempo acerca del llamado “genio de Bonn” es la del artista atormentado y en lucha contra el mundo por dar a conocer una obra revolucionaria, no siempre comprendida por sus contemporáneos. Si a esto agregamos la trágica circunstancia de su sordera, tenemos el cuadro perfecto del compositor romántico, aislado, irascible y, finalmente, redimido por una obra más grande que la vida.

En medio de las conmemoraciones por los 250 años del nacimiento del artista alemán (nació un 17 de diciembre de 1770), Laura Tunbridge conversa con La Tercera PM y prefiere tomar la vía de bajar al músico desde los pedestales del heroísmo y analizarlo a la luz del diario acontecer y de la economía doméstica.

¿Por qué decidió acercarse a la vida de Ludwig van Beethoven a través de pequeños detalles de su vida diaria?

Siempre me pareció que observar la existencia de un compositor desde la experiencia de la vida diaria era en muchos sentidos bastante más iluminador que a través de una gran narración. La vida de un compositor a inicios del siglo XIX era más prosaica y menos romántica de lo que se cree. En ese sentido, saber cómo Beethoven negociaba la publicación de sus partituras, cómo eran las interpretaciones de sus obras o cuánto dinero tenía para comprar su apreciado café matinal nos sirve mucho para saber cómo trabajaba y vivía en la Viena de esa época. El café, por ejemplo, podía ser fácilmente más caro que la carne de vacuno en esos tiempos y Beethoven siempre calculaba su economía mensual dejando dinero para los necesarios 60 granos en su desayuno diario.

¿Qué puede decirnos de su sentido del humor?

Sabemos, a través de sus cartas y de sus escritos que disfrutaba bastante de los juegos de palabras y de bromas de ese tipo. Podía ser muy rudo y poco respetuoso con los sobrenombres (al violinista austriaco Ignaz Schuppanzigh, que estrenó algunas de sus obras maestras y tendía al sobrepeso, le dedicó piezas con los nombres de “En alabanza del hombre gordo” o “Schuppanzigh es un canalla”) de los intérpretes a los que les escribía las obras. Creo que en general este tipo de detalles son pasados por alto en los libros de historia o incluso en algunas biografías que ponen a Beethoven en un pedestal. Mi idea era refrescar la imagen que tenemos de él y dar a conocer aspectos, como su humor, que se olvidan. Este tipo de bromas nos hablan de alguien que puede ser perfectamente liviano, incluso simplón y no siempre solemne. En fin, una persona capaz de no tomarse tan en serio en ciertas oportunidades Esto nos acerca a figuras que a veces son intimidantes y sujetos de pura admiración, nos permite estar más cerca de él y hasta reír con él.

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La musicóloga inglesa Laura Tunbridge (1974), autora de Beethoven: A Life in Nine Pieces, ha escrito libros sobre Schumann, el lieder alemán y ahora prepara una publicación acerca de la historia del cuarteto de cuerdas.

Usted dice en el libro que los músicos que estrenaban las obras de Beethoven muchas veces apenas habían ensayado, ¿Qué sucedía en esos conciertos, como la famosa velada de 1808 cuando se tocaron en una sola presentación la Quinta sinfonía, la Sexta Sinfonía “Pastoral” y el Cuarto concierto para piano?

En general en ese tiempo los músicos y las orquestas tenían muy poco tiempo para ensayar. Lo normal es que apenas hubieran tocado las obras una vez antes. Para tener una idea de lo complicado que podía ser todo para los intérpretes hay que pensar que incluso en nuestros días varias de las obras de Beethoven pueden ser difíciles para los músicos experimentados de hoy. Pues bien, en los teatros de Viena de las primeras décadas del siglo XIX los intérpretes tenían que enfrentarse a esas piezas por primera vez, con poca práctica y además hacerlo en conciertos que duraban el doble o el triple de los de hoy. En el concierto que usted señala, del 22 de diciembre de 1808, también se estrenó su Fantasía para piano, solistas vocales, coro y orquesta, una composición que de acuerdo a información de la época llegó a los atriles de los músicos con la tinta literalmente fresca en las partituras. Es decir, más que un pulcro concierto como los de hoy, era una especie de jornada musical con algo de juego y descubrimiento. Por otro lado, esto nos habla de que los músicos tenían la voluntad de interpretar las nuevas obras del momento y no lo consideraban una tarea imposible a pesar de las evidentes dificultades. Nos dice mucho acerca de la cultura de tocar composiciones contemporáneas en vez de sólo interpretar lo antiguo y ya conocido, que es un poco lo que pasa ahora. Eso sí, si Beethoven estuviera vivo hoy le llamaría la atención lo bien que pueden sonar sus sinfonías con las orquestas de que se dispone actualmente

¿Por qué Beethoven se ha transformado en un referente musical, incluso más admirado que Mozart o Bach?

Me parece que tuvo mucho que ver con su capacidad de innovar en la música, con su deseo de ir más allá en las composiciones, pero también contribuyó la época en que le tocó vivir: es el período en que comenzó a despuntar la crítica musical, el siglo en que la música dejó de ser vista como un pasatiempo sólo para los aristócratas y se transformó en una forma de arte con valor por sí misma. Es, además, el momento en que nace un mercado, si se quiere, de nuevos oyentes en los teatros y cuando las composiciones se empiezan a publicar.

¿Mozart o Haydn no habrían estado en posición de decirle no a un príncipe como sí lo hizo Beethoven?

Creo que antes que nada hay que reconocer que su carácter era especial, diferente, sin miedo alguno a decir lo que pensaba. Pero, claro, Haydn por ejemplo, era un empleado a tiempo completo en la corte de los Esterházy: no podía resistirse a algo. Beethoven, en cambio, fue capaz de hacer acuerdos económicos con diferentes patrones y teatros, pero también podía ganar dinero de otras formas. Eso le daba mayor independencia. Era un músico freelance, uno de los primeros, tal como los conocemos ahora.

¿Cómo era la relación de Beethoven con la política?

Creo que, como muchas personas, sus afiliaciones políticas fueron variando a través del tiempo, dependiendo de las circunstancias de la historia. Es evidente que como muchos jóvenes de fines del siglo XVIII e inicios del siglo XIX, se sintió atraído por la sorprendente figura de Napoleón, a quien admiraba en sus inicios. Sin embargo, su opinión sobre él cambió a medida que el general francés comenzó a ganar más poder en Europa y las batallas llegaron a las puertas de Viena, la ciudad donde Beethoven vivió la segunda mitad de su vida. Es evidente que los valores de la hermandad y la igualdad que representa la Oda a la Alegría del poeta Friedrich Schiller, y que Beethoven musicalizó en su famosa Novena sinfonía “Coral”, dan cuenta de sus actitudes políticas. Pero por otro lado, hay que reconocer que no siempre fue el revolucionario que se tiende a creer que es.

¿Cómo fue la relación de Beethoven con el violinista George Bridgetower, que era afroeuropeo, con el que tuvo una amistad que terminó mal?

Hasta hoy no se manejan con exactitud todos los detalles de esa relación, pero el propio George Bridgetower decia al final de su vida que con Beethoven habían terminado peleando después de un largo día dedicado a la bebida, probablemente porque el violinista insultó a una mujer. Fueron muy amigos, en cualquier caso, y lo interesante es que la manera de tocar de Bridgetower influyó el estilo en que Beethoven compuso su Sonata Nº9 para violín y piano llamada Sonata Kreutzer, que curiosamente terminó dedicando al violinista francés Rodolphe Kreutzer y no a George Birdgetower. Por alguna razón la figura de Bridgetower tendió a desaparecer de los libros de historia y de las biografías de Beethoven.

¿Qué le parece el hecho de que debido a la pandemia se hayan suspendido la mayoría de los conciertos y celebraciones dedicadas a Beethoven?

Es una situación realmente extraña, pero por por otro lado creo que al menos nos ha permitido un tiempo de reflexión y de comunicación a través del formato online, a una escala más pequeña y directa. Evidentemente no hubo los ciclos de sus sinfonías y de sus conciertos o los festivales que esperábamos. Si Beethoven estuviera vivo habría visto como todos sus conciertos se fueron suspendiendo: no olvidemos que era un músico freelance, sin contrato fijo, y estaría afectado como una gran parte de sus colegas de la actualidad.

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Beethoven: A Life in Nine Pieces, de Laura Tunbridge, está disponible en Amazon kindle.

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