Penta puntaje nacional: la ingeniera que arrasó con PSU, PDT y PAES y ha conducido a siete estudiantes al mismo logro
María José Gómez obtuvo 850 puntos en Matemáticas en la PSU 2010, 2018, 2020, así como en la PDT 2021. En la reciente PAES 2022, en tanto, consiguió el máximo de 1.000. Ella, que hoy se dedica a preparar alumnos para rendir estos exámenes, dice que lo hace para estar al tanto de cómo evoluciona la herramienta.
La primera vez que María José Gómez experimentó la alegría de ser puntaje nacional fue para el proceso de admisión 2011. Aún se rendía la PSU y la cuasi santacruzana logró 850 puntos en Matemáticas, lo que provocó que, incluyendo a las autoridades de Educación de esa época, recibiera un sinnúmero de llamados felicitándola por su éxito.
Ese resultado, el que preparó con un preuniversitario desde tercero medio en Santa Cruz, le permitió ingresar a Ingeniería Civil en la Pontificia Universidad Católica, carrera que terminó con un correcto desempeño. Pero ni siquiera eso terminaba de cerrarle de cara al futuro profesional. Algo en su interior le decía que la docencia tenía que estar presente de alguna forma y que quizás la ingeniería sería solo su título profesional.
Más aún cuando en su primer intento por postular a un trabajo como ingeniera, ya viviendo en Río Bueno (Los Ríos) junto a su pareja, no quedó.
“Siempre me gustó hacer clases particulares de Matemáticas. Me di cuenta que me gustaba mucho la pedagogía y nunca lo descarté, entonces ahí un día dije: ‘Me voy a dedicar a hacer lo que hago bien, que es enseñar’. Partí con un alumno, luego dos y después el boca a boca hizo que llegaran más, hasta que el 2018 decidí dar la PSU nuevamente”, dice María José. Ahí retomó su historia idílica con las pruebas de acceso a la educación superior.
Y es que, con ganas de saber cuánto había cambiado la herramienta de medición y poder preparar con conocimiento de causa a los estudiantes, la ingeniera se inscribió para rendir nuevamente el examen. El día de los resultados otra vez vio su nombre junto a 850 puntos en Matemáticas y, en paralelo, recibió una buena noticia: la propuesta de preuniversitario municipal que le había hecho a la Municipalidad de Río Bueno fue aprobado. Así, entre clases particulares y el trabajo con la sureña comuna se le fue 2019.
En 2020 llegó la pandemia y con ello se terminó el proyecto municipal. Ahí, además, decidió irse a vivir al Lago Ranco. Las clases particulares, como en el resto del mundo a causa de la crisis sanitaria, se enfocaron netamente en lo virtual. “Ya tenía algo de experiencia y material, empecé a mover el Instagram y fui formando grupos de seis o siete personas, haciendo cursos de Matemáticas, Física y otro que se llama Puntaje Nacional, donde solo hacemos ensayos”, detalla.
Ese año también dio la prueba, que ya había pasado a llamarse PDT. ¿El resultado? Nuevamente 850 puntos. Pero esta vez, sin embargo, la alegría era mayor, porque tres de sus casi 10 alumnos particulares del grupo Puntaje Nacional obtuvieron el mismo logro. Ahí se empezó a masificar su actividad. Encima, en 2021 el resultado fue el mismo: consiguió 850 puntos en Matemáticas.
Así llegó 2022, con una realidad diametralmente distinta: la primera PAES a ella la pilló con siete meses de embarazo. “Di la prueba con guata y todo, hoy tengo 37 semanas. Dicen que a uno se le olvidan las cosas y yo me dije ‘le voy a ganar a este baby brain’”. Y lo hizo.
Y es que, el 3 de enero al igual que más de 240 mil personas que la rindieron, María José vio sus resultados y aunque la escala había cambiado (de 100 a 1.000 puntos), no lo hizo su resultado: por quinta vez consiguió el máximo puntaje posible, esta vez en Matemática 1. También dio Matemática 2, en la que tuvo una respuesta mala. Y así como ella, cuatro de sus alumnas también lograron los anhelados 1.000 puntos, totalizando siete en su carrera como profesora particular.
Con todo ese bagaje y a sus 30 años, Gómez detalla que las cinco veces como puntaje nacional no es algo que haya buscado tras rendir PSU, PDT o PAES. “Me dedico a enseñar cómo contestar una prueba, tengo que conocerla. Y, además, lo hago para estar en sus zapatos ese día, sintiendo más o menos cómo se sienten ellos, porque después de las pruebas nos sentamos a conversar, a reconstruir la prueba. Me acerca un poco a mis alumnos el hecho de darla y me sirve como herramienta de validación propia. Con esos puntajes demuestro que conozco la prueba y sé cómo enfrentarla”, se extiende.
Pero, además del hecho específico con sus cinco puntajes máximos, la ingeniera reconvertida en profesora asegura que la prueba en sí ha cambiado un mucho. “No podría decir si es más fácil o difícil, pero sí que cada vez la prueba intenta incorporar preguntas a un contexto más real y cotidiano”. La comparación, asegura, es que los alumnos estaban acostumbrados a resolver mecánicamente, mientras que ahora no, lo que ejemplifica con su prueba favorita: “En Matemáticas la parte técnica es más fácil que las anteriores, pero requiere de la comprensión previa del problema. Esto no se puede trabajar en un día, una semana o un mes”.
¿Nervios? “Diría que cada vez menos, cada vez voy más tranquila, porque es cierto que no necesito un puntaje, entonces sacarme ese factor quita muchísima presión”, asegura. Hoy, de hecho, ya ni siquiera la contactan desde el Ministerio de Educación, toda vez que eso se produce con alumnos que están dando la prueba como egresados de cuarto medio por primera vez.
Lo que sí ocurre a menudo, señala, es que sus alumnos, sobre todo los del curso Puntaje Nacional, donde hacen un ensayo a la semana y lo revisan juntos, es que le preguntan por cómo enfrentar el día de la prueba. “La pregunta que más repiten es cómo trabajar el estrés y eso sienten que interfiere en su rendimiento. Les doy tips, como la importancia del descanso, no matarse estudiando, autoconfianza…”.
A algunos de esos estudiantes María José los tiene becados. “Todos los años doy becas y regalo el curso anual. Generalmente es el 30% del total”, dice. Para postular a esas becas, llamado que este año hará en febrero, hay requisitos, como que la persona sea de un colegio municipal o particular subvencionado o que tenga un mínimo de notas. Así, luego de leer sus motivaciones y anhelos de estudio, la ingeniera hace una selección y a quienes no resultan elegidos igualmente les ofrece un 50% de descuento.
“Es mi única pega, el año pasado tuve 150 alumnos, hago grupos de 20 y trabajo en las tardes, pero también tengo un grupo en la mañana de gente que ya salió del colegio”, reseña, antes de agregar que calcula que son 18 horas a la semana haciendo clases y el resto del tiempo se le va creando material, editando videos para su plataforma digital y respondiendo correos electrónicos.
Esa carga, sin embargo, bajará un poco durante el primer semestre. María José estará de posnatal y no hará clases presenciales, pero sí mantendrá la plataforma virtual.
¿Y la PAES para el proceso de admisión 2024? “Veremos cómo nos va este año porque se viene un gran cambio con mi embarazo, pero mi idea es seguir un tiempo más en esto de las clases, me gusta y lo disfruto. He tenido satisfacciones con mis alumnos y mientras tenga tiempo seguiré dando esta prueba”, cierra.
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