¿Qué hay tras la apuesta por ser un parlamentario independiente?
Nueve son los legisladores que, durante este último periodo legislativo, han decidido desafiliarse de sus partidos para iniciar un camino sin militancia. Libertad de acción para votar, alejarse del “desgaste” de la institucionalidad y un promisorio futuro electoral son los “beneficios” que les podría traer esta apuesta.
En tan solo dos semanas dos diputados que llevaban más de 30 años de militancia, renunciaron a sus casas políticas. Se trata del exdemocracristiano, Pablo Lorenzini, y uno de los fundadores del Partido Humanista, Tomás Hirsch, quienes durante los últimos días se sumaron a una “tendencia” que han seguido otros siete parlamentarios: abandonar sus partidos para convertirse en independientes.
Entre los “nuevos independientes” se encuentra legisladores de todos los sectores, pero los casos se concentran en la oposición. El primero fue el diputado Renato Garín, quien renunció a RD en marzo de 2019. Luego le siguieron los exsocialistas Marcelo Díaz y Patricio Rosas, el exdemocratacristiano, Raúl Soto -quien acaba de ingresar a militar en el PPD- y los exradicales Carlos Abel Jarpa y Fernando Meza. En la derecha solo está el caso de la senadora Carmen Gloria Aravena, quien renunció a Evópoli en abril del año pasado.
Esta apuesta, explican algunos de estos parlamentarios, les traería algunos beneficios, principalmente la “libertad” al momento de tomar decisiones y emitir un voto. Así lo dejó ver el diputado Lorenzini el día en que se hizo pública su renuncia a la DC, luego de señalar que “estas no son circunstancias para estar recibiendo instrucciones de partido ni órdenes, prefiero tener libertad de acción para, de acuerdo a mi conciencia, actuar y reaccionar como corresponda”
Otros también tienen la misma opinión. Para Garín el hecho de renunciar a su militancia le dio “libertad para decidir y votar en conciencia”, aunque también afirma que provoca una menor influencia en espacios de participación. “Los partidos responden al siglo XIX mientras el país ingresó al siglo XIX”, dijo y agregó que el hecho de ser independiente “también te deja solo, sin espacios en TV, te arrinconan en el Congreso y es muy difícil conseguir cupos competitivos”.
A una razón diferente apuntan los exsocialistas y el diputado Hirsch. Según ellos, ser independientes podría generar una mayor “cercanía” con la ciudadanía, debido a que hoy existiría una “crisis” respecto de la institucionalidad partidaria, situación que provocaría un “desgaste” de la imagen de las colectividades.
“Hoy hay en general una crisis de la institucionalidad partidaria que requiere reflexionar sobre nuevos modos de organización. Más flexibles, más abiertos y más inclusivos”, señaló Hirsch, mientras que Díaz sostuvo que “hay una reflexión más global respecto de la crisis de los partidos y de cierta caducidad del modo en que se han conducido y quizás su debilidad, que espero no sea crónica e irresoluble, a adaptarse a la nueva realidad”.
En esa misma línea, el diputado Rozas asegura que ser independiente “te hace ser un representante real”. “La gran mayoría de las personas me han dicho que fue una buena decisión, porque hay una conexión real con lo que a ellos les pasa más que lo que el partido piensa”, explica.
Por su parte, esta determinación también podría traer beneficios en una eventual reelección. Según algunos analistas, debido al contexto nacional, los electores podrían “castigar” a las colectividades tradicionales y dar su preferencia por los independientes.
Así lo ve el académico de la Universidad Central, Marco Moreno. “La apertura del próximo ciclo electoral, que de manera inédita se concentrará en varias elecciones en un mismo año, unido a los problemas de confianza y déficit de legitimidad de las instituciones de nuestra democracia generan un incentivo para abandonar los partidos”, sostiene.
Y agrega: “Quienes actualmente ocupan cargos de representación ven un incentivo en tener posiciones independientes para mejorar su activo electoral. Sistemáticamente los electores vienen castigando a los partidos. Eso no es una buena señal de salud de nuestro sistema político, pero es una realidad frente a la cual la propia élite del poder parece no reaccionar”.
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