El universo de Disney en clave imperialista: editan en EEUU Para Leer al Pato Donald

Donald

Después de casi 50 años se edita en EEUU el libro del escritor chileno Ariel Dorfman y el sociólogo belga Armand Mattelart, de 1971. Icono de la literatura política de la segunda mitad del siglo XX, plantea cómo el capitalismo subyace en las tiras cómicas de Walt Disney y la cultura pop. Fue censurado en Chile y tuvo circulación limitada en EEUU, y ahora vuelve a librerías de ese país etiquetado por OR Books.


Por televisión mostraban cómo una tropa de soldados arrojaba numerosas copias de un libro a una hoguera y al fondo, la bahía de Valparaíso. Fue a pocas semanas del golpe de Estado de 1973, y miles de ejemplares del libro Para leer al Pato Donald desaparecían entre las llamas y las profundidades del puerto.

Publicado en Chile en 1971, el libro ofrecía una lectura ideológica de las tiras cómicas de Disney a través de la figura del célebre Donald. Censurado por el régimen militar, el ensayo escrito por el autor chileno-argentino Ariel Dorfman (1942) y el sociólogo belga Armand Mattelart (1936) fue reeditado en Argentina, repuntando sus ventas.

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Primera edición del libro en Chile, de 1971.[/caption]

A comienzos de los 70 Dorfman, quien había huido a Chile del macartismo en los 50 junto a su familia, trabajaba como asesor cultural del ex presidente Salvador Allende. Animados por los aires revolucionarios y anti imperialistas de entonces, Dorfman y Mattelart pusieron la mirada en el Pato Donald, tío soltero de Hugo, Paco y Luis, suerte de emblema del modo de vida americano, y vieron en él "la metáfora del pensamiento burgués que penetra insensiblemente en los niños, a través de todos los canales de formación de estructura mental".

Dorfman y Mattelart desconfiaron de "ese pato eunuco que solo buscaba fama y suerte", según escribieron. "Mientras su cara risueña deambule inocentemente por las calles de nuestro país, mientras Donald sea poder y representación colectiva, el imperialismo y la burguesía podrán dormir tranquilos".

Exiliado tras el Golpe militar, Dorfman vio numerosas ediciones del libro prohibido fuera de Chile. A casi 50 años de su primera edición, el libro es publicado por primera vez en EEUU, la tierra de Donald y Disney.

Incautado y recuperado

La prohibición de Para leer al Pato Donald en Chile despertó curiosidad por el libro. A la fecha ha sido traducido a 17 idiomas, inglés incluido, y vendido más de un millón de copias en el mundo. Entre otros, el escritor, crítico de arte y pintor británico John Berger lo alabó como un "manual de descolonización". Pero las editoriales estadounidenses no se atrevían a publicarlo, ante una posible demanda por parte de Disney, un visitante frecuente en tribunales americanos.

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El escritor chileno Ariel Dorfman, en 2010.[/caption]

Recién en 1975, una pequeña editorial negoció con Dorfman y Mattelart una tirada de cuatro mil copias del libro. Se imprimieron en Inglaterra y fueron enviadas a EEUU, pero a su arribo a Nueva York la aduana los incautó bajo sospecha de "copia pirata", según cuenta un reciente artículo publicado en The New Yorker. El libro reproducía varias tiras cómicas de Disney sin permiso, pero ante la insistencia de ambos autores, las autoridades decidieron admitir solo 1.500 ejemplares para que fuesen puestos a la venta en EEUU.

Desde entonces, ningún editor intentó publicarlo nuevamente, pero este año, a más de 40 de su incautación, el libro acaba de ser reeditado por OR Books. La nueva edición incluye una nueva presentación escrita por Dorfman, quien desde entonces reside allá.

Como declaró su traductor al inglés, David Kunzle, Para leer al Pato Donald "ofrecerá a los estadounidenses una nueva oportunidad de descubrir el puño de hierro del guante del Ratón".

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El sociólogo belga Armand Mattelart en 2017.[/caption]

Un desenfadado humor conduce el relato: Dorfman y Mattelart retratan a uno de los más queridos y desventurados personajes de Disney, curiosamente sin padres, marginado y siempre con poco dinero en efectivo, para plasmar sus más agudas ideas. Relacionaron la precarización de su vida personal con Duckburg, la contaminada metrópolis donde habitan Donald y sus tres sobrinos, Hugo, Paco y Luis. Además, Donald casi siempre está desempleado, pero no debido a las deformidades estructurales del capitalismo, sino a su flojera e incompetencia. Así y todo, logra anteponerse y enfrentar los disturbios propios de su época, y al final del día siempre recupera un tesoro adondequiera que vaya.

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En uno de sus tantos viajes, cuya viñeta reproduce el libro, el rey de una nación devastada por la guerra le a sus sobrinos: "Nos han ayudado a detener la revolución y siempre estaré agradecido. ¿Cómo puedo pagarles?". Donald los mira con orgullo y dice: "Espero que pidan mucho dinero".

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"Hay un tipo de justicia en la tardía llegada del libro a los EEUU, una inversión de la primacía estadounidense. El país que inventó el Pato Donald es el último en descubrir su cinismo", anota The New Yorker.

Para leer al Pato Donald fue reseñado en su época como una "acusación devastadora de un gigante de los medios de comunicación", "un documento de agitación política" y un comentario sobre "la oscura corriente oculta de la cultura pop".

Y es algo que sus autores sostienen hasta hoy.

La nueva tapa del libro de OR Books. A la venta en Amazon.

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